Coincido prácticamente por completo con vuestras sensaciones navideñas y pa mí este año no han sido muy diferentes de los últimos.
Este año, la infecta Navidad me ha regalado por adelantado un primogénito/a.
La señora de un servidor, una asturiana de pura cepa que procede de las más profundas tierras de la provincia de la sidra, es una mujer horrorizada por tan bochornosas fechas en las cuales nos sentimos obligados a acudir a la cita anual con su prehistórica familia.
La cena de Nochebuena siempre transcurre igual, cuñados dando la tabarra con la sidra, suegro matando el "pitu", suegra intentando agradar y demás sinsentidos y este año no fue menos.
Tras un decadente viaje hasta Asturias pensando en la noche a pasar, llegamos a la casa familiar de mi familia política.
Intentamos llegar "pillados" de hora, para saltarnos la charla precena intercambiando chascarrillos y gracias infantiles con la parte más bebedora y sociable de la familia.
Tras los saludos pertinentes cumplimos nuestro objetivo y llegamos justo para sentarnos a cenar en una mesa de madera sobre la cual había un mantel de papel rojo con unos horripilantes cuadros verdes y blancos haciendo la función de un caleidoscopio sobre el cual aprovechaba para perder la mirada durante los momentos más bochornosos de la cena.
Qué tal todo, qué tal el trabajo, qué tal vas del catarro. Preguntas que me molestan por la poca trascendencia y lo obligadas que son, por suerte podía dejar a cada individuo realizarlas todas seguidas para levantar la vista del mantel y responder con un ligero "bien bien".
No todo es malo, mi suegra, con sus bastas manos tiene una delicadeza excelsa para la cocina y nos atiborra de auténticos manjares, pero los catetos sentados a la mesa lo ignoran prestando soberana atención a litros de Ramón Bilbao.
Contra más tiempo pasaba, Ramón empezaba a ser el protagonista de la cena, creando extrañas alianzas entre cuñados y suegro contra mi persona con comentarios tipo, "este no bebe nada", "vaya abriguito nos traes", y demás gracias las cuales reían mientras engullían una deliciosa crema de marisco.
Las gracias se acrecentaban mientras una fila de licores caseros tomaban el relevo del vino para comenzar la sobremesa y aumentar la desgana de mí y de mi señora.
Tras unos minutos mi suegra preguntó a mi mujer, "tú nena, no quieres nada, esque no has tomado nada ... estás de un raro"
Y mientras el resto de la mesa reía e intercambiaba comentarios ante las palabras de mi suegra, me levanté y mientras cogía mi abrigo situado en el respaldo de mi silla, miré a mi suegro para decir
"No, no toma nada, está embarazada"
Mi mujer me miró y sonrió a la vez que se levantaba para recoger su abrigo y mientras salíamos por la puerta podía escuchar el más absoluto silencio a la vez que en mi cabeza podía escuchar a mi mente repetir "Jodete puto paleto".
En definitiva, una mierda de fechas.