Si lo ciframos todo únicamente en términos de éxito-fracaso, parece claro que no tiene mucho sentido ser bueno. Pero lo importante de la vida no es el éxito o el fracaso, sino el poder vivirla de manera que merezca la pena. ¿Podrías vivir con tu pareja pensando que podría en cualquier momento traicionarte con otra persona? ¿Necesitas sentirte amado por tus padres y parientes? ¿Podrías confiar a tú mejor amigo aquello que te atenaza y oprime el corazón, si no confiaras que el secreto queda bien guardado? ¿Necesitas sentir que los demás confían en ti? estas preguntas son sólo ejemplos, que demuestran que la vida no es sólo buscar el éxito y conseguirlo.
En la vida interactuamos con otras personas, y necesitamos confiar en ellas, y sentirnos amados, y ser importantes para ellas. Si eres un ricachón sin escrúpulos, o un "Don Juan" que se aprovecha de las mujeres, es cierto que quizá tengas mucho éxito (aunque la mayor parte de las veces la falta de escrúpulos acaba en la cárcel), pero probablemente nadie confíe mucho en ti, o incluso tú mismo no podrás confiar en nadie, pues pensarás que los que te rodean no te quieren por ti mismo sino que lo que buscan es aprovecharse de ti, ya que tú no habrías hecho otra cosa en tu vida. Quizá pienses que el éxito compensa eso, pero a la larga tu vida acabará vacía, porque en la vida lo importante es amar y sentirse amado, aunque no se tenga gran cosa.
Necesitamos confiar en los demás, y que los demás confíen en nosotros, para que la vida, que ya bastante dura es en sí misma, se nos haga vivible y merezca la pena. Si todo el mundo fuera a lo suyo, buscando su provecho a costa de lo que sea, estaríamos viviendo en el infierno. Nos merece la pena ser buenos y honrados, no sólo por una recompensa ultraterrena, sino porque ya en esta vida necesitamos del bien que los demás nos ofrecen, y ellos necesitan del bien que nosotros podamos proporcionarles.