Por último, Jiménez anuncia lo que parece ser todo un bombazo: "unas declaraciones impactantes de Aldrin, que después de 36 años ha admitido que un ovni acompañó a la nave en su viaje al satélite natural de la Tierra, del que hicieron fotografías. En un principio creyeron que era el propulsor de la nave, que se había desprendido, pero luego se comprobó que se trataba de un ovni". Por supuesto, no mostraron ninguna prueba. Pero da igual, porque después de la emisión de la falsa 'grabación ovni' la audiencia ya está predispuesta a creer cualquier cosa que se diga en el programa.
En primer lugar, Aldrin
no dijo textualmente eso. La expresión "un ovni acompañó a la nave" suena muy efectista, pero la realidad es bien diferente. El hecho al que se refieren
ya era conocido, y no es nada espectacular. Escribí sobre ello a
James Oberg, ingeniero y experto en temas espaciales, toda una referencia en el análisis juicioso y racional de los ovnis. Me contestó lo siguiente:
La tripulación describió varios objetos que vieron acompañándoles durante el vuelo a la Luna. Todos viajaban en la misma dirección que la nave, a la misma velocidad y no hicieron ningún cambio de rumbo durante todo el tiempo en el que fueron observados. Algunos de ellos destellaban de vez en cuando, de la misma forma en que lo hacen los objetos que se encuentran girando a la deriva en el espacio, iluminados por la luz del Sol. La suposición obvia, que nada ha contradicho, es que eran objetos provenientes de la nave o del cohete lanzador. (...) Algunos hicieron conjeturas acerca de lo lejos que estaría de la nave cualquier objeto antes perteneciente al cohete, pero estas conjeturas dependían de estimaciones muy inciertas sobre la velocidad a la que se habían separado, al final del lanzamiento.
Cualquier nueva fascinación por avistamientos que concuerdan completamente con lo que ocurre de forma ordinaria en los vuelos espaciales, me parece bastante tonta y desesperada.
No puedo estar más de acuerdo con Oberg (y con su reflexión final). Diversas partes del cohete seguían después de su separación una órbita casi idéntica a la de la nave, siendo divisadas a veces por los astronautas, que obviamente no podían saber qué era exactamente lo que estaban viendo. La
etapa S-IVB, por ejemplo, que les proporcionaba el impulso necesario para llegar a la Luna, acababa en casi todas las misiones impactando contra la superficie lunar (siendo detectada por los
sismómetros instalados allí por varias misiones, lo que servía para conocer mejor el comportamiento del interior de la Luna).