AhoraEsEM
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curro jimenez rebuznó:Voy a preguntar, alguien tuvo que grabar aquello por cojones.
Hombre, qué menos! Sería ciertamente interesante ver a la parejita magreándose a espaldas del cornudo, mientras éste negaba bajo un profundo síndrome de Down adquirido. Si tienes fotos de la perra, más que mejor. Pajilla comunal en PL.
Sr. Brans rebuznó:Ciertamente, aquí lo que está claro es que hay algo que no funciona bien en la cabeza de esos mal llamados hombres.
Las mujeres son perras, son putas, pero mantienen la frialdad mental mucho mejor que nosotros. Lo que está clarísimo y meridiano es que cuando un hombre se encoña con una tiparraca, pierde el Norte, el Sur, el Este y el Oeste. No sólo tenemos el caso que ustec nos refiere. Todos hemos pasado por circunstancias similares alguna vez en la vida. El que esté libre de culpa que tire la primera piedra a esas marranas.
pantahpelo rebuznó:la verdad es que el encoñamiento es absolutamente mortal para los tios. Yo he tenido alguno y la verdad es que despues te preguntas si es que eres idiota, eres así de serie o te diste una hostia en el craneo que te arregló la boina.
Es que cuando tenemos los güevos llenos de hamol, nos cegamos hasta para vender cupones de la ONCE. Ya lo dice el refranero español, que nunca falla:
Tiran más dos tetas que dos carretas...
Echadle un vistacillo a la película Carmen, de Vicente Aranda, y así recordamos todos lo que es hacer el canelo hasta pasar lo indecible. Pecar de tontos ante el olor de un chocho bonito con curvas es tan humano como comer o cagar. Lo malo es perseverar en el error, continuar cegado, no reconocer la verdad y no enmedallo ni corregillo. La edad ayuda, pero entre la adolescencia y los treinta añillos o algo más, no hay nadie que no se haya librado de los cantos de sirena de una cintura o un culo moviéndose como el péndulo de un reloj de pared.