Al día siguiente la novia venga a llamarla llorándole, que por qué se iba con un tío a un hotel y yo que cojones más sé. Al principio le digo que se corte un poco, porque está todo el tiempo pendiente del teléfono, pero al final me rindo y me voy al sofá de la suite y paso de su puta cara. No era una estrategia, pero funcionó. Bueno, a medias. La tía viene, se me pone encima. Todo sigue su curso. Pero a la hora de follar, me dice que no. Yo, que no me rindo tan fácilmente, decidí que lo mejor sería hacerle un dedo. Se dejó. Pero el saldo final del día fue de varios dedos, comidas de coño y orgasmos para ella. Y, por supuesto, cero pajas, cero mamadas y cero orgasmos para mi. A decir verdad, como único argumento posible en su defensa, he de decir que se ofreció a hacerme una paja varias veces. Pero las rechacé todas. Era una cuestión de orgullo. No había llegado hasta allí para que me hicieran lo que podía hacerme yo solo. Además, todos sabemos que las tías no saben hacer pajas. Y las lesbianas menos. Su argumento era ''no es que no quiera chupártela, claro que quiero. Pero no puedo chupártela y mañana ir y besarla a ella como si nada. Me sentiría mal''. Obviamente me redimí y me harté. Al día siguiente nos fuimos del hotel y nunca más hemos vuelto a vernos, ni tampoco hemos hablado demasiado.