Pues casi como siempre. Estaba en un bar de vinos leyendo un libro y planificando lo que iba a ver al día siguiente y se me acercó una chica que estaba en la mesa de enfrente, que también viajaba sola y que se estaba tomando un vino. Me preguntó si se podía sentar, cosa que me jodió un poco porque me apetecía mucho leer, pero, bueno, empezamos a hablar. En Inglés porque ella era de Londres. Me contó su vida, que era abogada y acababa de cambiar de trabajo y que se había tomado dos semanas libres antes de empezar, que qué había visto. Yo le comenté a qué me dedicaba y le recomendé ir a ver la Fundación Serralves, que es un edificio maravilloso, pero que tenía una exposición que a mí me dejó indifrente de Ai Wei Wei. Cuando nos íbamos a despedir me preguntó por mi hotel, le dije que era un hostel y ella me comentó que tenía una habitación sola para ella, que me invitaba a un vino allí.
Y me invitó a un vino y todo lo demás.
Polvo normalito, ni para tirar cohetes ni tomates. Al día siguiente me levanté pronto y me duché, ella tenía una excursión programada y yo una moto alquilada para ir a una ciudad cercana a ver unos edificios y, de ahí, al aeropuerto.
Ah, y el desayuno pagado en el hostel, qué coño.