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No sabeis lo bonito que es enseñar a alguien algo que te gusta y viceversa. Lleno de complicidad y cariño, es lo mas maravilloso que hay. Pero claro para eso hay que ser una persona abierta de miras y no tener miedo de probar cosas nuevas ni de tener ningun tipo de prejuicio.
Desde luego que sí. En eso llevas más razón que un santo, y es de lo que se trata. Sin embargo, cuando la diferencia entre lo que le va a uno y lo que le va a otro es muy grande, cuando uno va por las nubes y el otro va por debajo del suelo es muy difícil que eso se pueda dar. ¿Tú te imaginas a Rubén enseñándole lo que mola Dostoievski a una jenny poligonera que no sabe hacer la o con un canuto y que es incapaz de comprender algo que sea más elevado que los mensajes que se deja en el tuenti con las amigas? ¿Tú te imaginas la cara de por ejemplo la Gata, que tiene un buen gusto musical, si se pone a salir con un cani que le intenta hacer ver lo que mola el chunda chunda maquinero? Pues de eso se trata. Una con la que coincidas en gustos al 100% es igualmente un coñazo, pero una que esté a tu nivel, que le puedas enseñar, qué se yo, a Coltrane mientras ella te enseña por ejemplo a los Pixies, o que le puedas enseñar el reguetón mientras te enseña ese chunda chunda del averno, es lo recomendable. A partir de ahí que cada uno se dé cuenta de en qué nivel está y por dónde está su mercado.
Y, francamente, me gustaría preguntar a El Profeta -enésima reencarnación de quien todos ya sabemos-, él que apuesta por esa desbocada pasión y no sé qué zarandajas que nos intenta vender como lo único que vale, qué cara pondría si mientras él lee ese poema la otra ni siquiera supiera entender de qué habla y le mirara con cara de paisaje. O qué cara pondría si mientras él mira las ruinas del Palatino imaginando el esplendor de la antigua Roma y dejando volar su imaginación y por ella pasara Nerón y Séneca y todos los senadores oye a sus espaldas una voz que, mascando chicle con desdén, dice "joé, k coñazo, vamos a otro lao k aki no ai mas k piedras, k estoi hastalcoño ya, hombreee, kejke no aguanto más". Porque a mí, desde luego, se me caería el alma a los pies y me sentiría descorazonado.
Por cierto, que me acabo de acordar de un día que le dije a mi difunta abuela -que no sabía ni leer ni escribir- que había ido al Museo del Prado, y ella me dijo "Y ahí qué es lo que hay ¿na más que cuadros?" Le dije que sí, y me miró con cara de "pues menuda mierda". Y en una ocasión volvía de comprarme un libro y me dijo "¿Otro libro te has comprado? Pero si ya tienes muchos, ¿para qué quieres más?". No sé, tenía 95 años, había nacido en el XIX, en un entorno que no era el más propicio para cultivarse, entendía que pudiera pensar así... pero ¿os plantearíais algo con alguien que os diera respuestas análogas? Yo, desde luego, no.
Huelga decir que todo esto es en el contexto de una pareja, no en el contexto de un arrechucho pasajero de sábado noche y si te he visto no me acuerdo.