Herrumbre
Forero del todo a cien
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- 10 May 2013
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Que dices lombrices, Churchill entró tras intrigas palaciegas y cambiar de partido varias veces y siendo visto como eso, un arengador, pero un político bastante regulero y amortizado. Lo dejaron ese tiempo porque en mitad del fregao nadie quiere dar la cara, como pasaría ahora mismo si Sanchez le dijese a Casado, ponte tu chato, son situaciones donde vas a perder por un lado u otro. De todos modos los mismos ingleses lo devolvieron a toriles tras la guerra, que luego hayan vuelto a recuperaro como simbolo de un papel más glorioso del que merecieron es otra historia.
Pero es que es así como funcionan los políticos. Donde no hay partidos estatales lo que guía a los políticos es la voluntad de poder. De hacer lo que piensan que es lo que hay que hacer. Churchill se dio cuenta (un poco tarde, eso sí) de lo que suponía el fascismo y el nacionalsocialismo para el Reino Unido y el Mundo; y triunfó donde Chamberlain fracasó. En esa época Hitler y Mussolini tenían muchos admiradores incluso en EEUU. Leí en un libro de Thomas Sowell que Bertrand Russell, que pertenecía a la sociedad fabiana, pedía la desmilitarización del Reino Unido. Imagínate. Desmantelar barcos y aviones de guerra. Imagina que la RAF hubiera tenido la mitad de aparatos o que la marina no hubiera podido mantener el dominio del mar. Les habrían invadido.
Lo que quiero decir es que en política lo importante son los resultados y no los motivos. Una vez ganada la guerra los británicos ya no necesitaban a Churchill y le dieron la patada. Eso está bien. En España debido al sistema de listas los votantes no pueden elegir nada. Como los cargos políticos dependen de la voluntad de los jefes, esos cargos tienen que obedecer a quienes les colocaron. Y por eso la clase política española es ridícula y todos parecen gilipollas. Los méritos de los políticos no son el conocimiento ni la honradez ni nada bueno que se nos pueda ocurrir. El mérito del político en España es la obediencia al jefe y el objetivo de todo es aumentar el poder del partido.