Sir Ano de Bergerac
La becaria de Aramís Fuster.
- Registro
- 10 Abr 2007
- Mensajes
- 16.256
- Reacciones
- 11.530
Empiezo con una noticia.
Para el que no se lo quiera leer, básicamente habla de que, en el amor se estimulan zonas cerebrales que tienen que ver con las drogas. El amor es una puta droga. Altera tu percepción, engancha y cada vez necesitas un estímulo más fuerte para conseguir el mismo efecto. Esto es así, sino ¿por qué creéis que es así vuestra primera experiencia? ¿alguien ha probado el LSD?
El LSD, te puede abrir la mente, cambiar tu existencia, hacer vivir experiencias increíbles. Pero también te puede dejar tonto y hundirte. No seré yo el que demonifique su consumo, pero aconsejo que se haga con responsabilidad. ¿Os recuerda a algo?
Dejaos de milongas de teleseries baratas, como aquella pareja de ancianitos que se dicen uno al otro que están enamorados como el primer día. Es mentira. El amor real dura unas semanas, meses y en algún caso años, pero nunca eternamente. Con el tiempo se convierte en afecto, complicidad y amistad, pero nunca seguirá siendo como al principio. No digo que lo segundo esté mal, pero llamemos a las cosas por su nombre.
Después de esto, que considero necesario conocer, me pregunto: ¿dónde encontrar el amor eterno?
En ti.
Hay que dejar de intentar complacer y amar a los demás, si primero no sabes hacértelo a ti mismo. Hay que meditar, encontrarse y aceptarse. Es el principio de la plenitud.
Yo, estoy enamorado de mi mismo, sé que voy a estar conmigo el resto de mi vida, y no me agobia, es más, me encanta aceptar este viaje. No soy perfecto, pero como un loco enamorado, adoro mis defectos. Y los que no me gustan, tengo la confianza suficiente como para hablarlo, abordarlo y corregirlo, todo esto sin forzar ni discutir.
Además, no soy celoso, me permito tener amantes, sé lo que duran mis noviazgos, y no tengo miedo de perderme en uno de ellos, me permito darme caprichos. Las mujeres, son eso... amantes, caprichos, aventuras.
Probablemente, tenga un desorden de la personalidad severo. Probablemente esté loco, equivocado y sea un narcisista de cuidado, pero disfruto infinitamente más de mi compañía que de su mujer disfrutan aquellos trabajadores sin espíritu, ahogados en un cuento que les vendieron de niños, del cual no conocen salida. Les vendieron el cuento del amor eterno.
Para el que no se lo quiera leer, básicamente habla de que, en el amor se estimulan zonas cerebrales que tienen que ver con las drogas. El amor es una puta droga. Altera tu percepción, engancha y cada vez necesitas un estímulo más fuerte para conseguir el mismo efecto. Esto es así, sino ¿por qué creéis que es así vuestra primera experiencia? ¿alguien ha probado el LSD?

El LSD, te puede abrir la mente, cambiar tu existencia, hacer vivir experiencias increíbles. Pero también te puede dejar tonto y hundirte. No seré yo el que demonifique su consumo, pero aconsejo que se haga con responsabilidad. ¿Os recuerda a algo?
Dejaos de milongas de teleseries baratas, como aquella pareja de ancianitos que se dicen uno al otro que están enamorados como el primer día. Es mentira. El amor real dura unas semanas, meses y en algún caso años, pero nunca eternamente. Con el tiempo se convierte en afecto, complicidad y amistad, pero nunca seguirá siendo como al principio. No digo que lo segundo esté mal, pero llamemos a las cosas por su nombre.
Después de esto, que considero necesario conocer, me pregunto: ¿dónde encontrar el amor eterno?
En ti.
Hay que dejar de intentar complacer y amar a los demás, si primero no sabes hacértelo a ti mismo. Hay que meditar, encontrarse y aceptarse. Es el principio de la plenitud.
Yo, estoy enamorado de mi mismo, sé que voy a estar conmigo el resto de mi vida, y no me agobia, es más, me encanta aceptar este viaje. No soy perfecto, pero como un loco enamorado, adoro mis defectos. Y los que no me gustan, tengo la confianza suficiente como para hablarlo, abordarlo y corregirlo, todo esto sin forzar ni discutir.
Además, no soy celoso, me permito tener amantes, sé lo que duran mis noviazgos, y no tengo miedo de perderme en uno de ellos, me permito darme caprichos. Las mujeres, son eso... amantes, caprichos, aventuras.
Probablemente, tenga un desorden de la personalidad severo. Probablemente esté loco, equivocado y sea un narcisista de cuidado, pero disfruto infinitamente más de mi compañía que de su mujer disfrutan aquellos trabajadores sin espíritu, ahogados en un cuento que les vendieron de niños, del cual no conocen salida. Les vendieron el cuento del amor eterno.