¿Escucháis la radio? ¿Qué sois, viejas?
Ah, que escucháis la radio. Escuchar la radio es deprimente, como tener la tele encendida de fondo para que haga compañía. No es lo mío eso de escuchar la radio.
No vais muy desencaminados, queridos hijosdeputa.
El típico Señor Rafael, emigrante andaluz, que vive solo, ya viejo, que fuma en la cama y escucha la radio (sin auriculares) para poder dormirse. Todos los vecinos lo oyen, todos lo quieren matar.
¿Cómo llegó a ésa rutina, y por qué?
Yo voto por:
-Insomne
-Intento de acallar la cháchara, fantasmas y remordimientos que no le dejan conciliar el sueño.
-La soledad; por ésto es tan importante que el pograma sea en directo, "hay gente al otro lado, aquí, ahora"
Sois jóvenes, esbeltos y exitosos y por eso no lo podéis entender.
Tuve una época de insomne en la cual descubrí la radio como lenitivo; a las tres de la mañana el mayor talento humorístico del país haciendo ejercicios asombrosos de improvisación y creatividad; unos desgraciados llamando a la SER a contar sus poblemas a una locutora-madre de la caridad que les daba su comprensión aunque éstos declararan ser Jitler o Joseph Fritzl o las crónicas negras de Juan Antonio Cebrián que harían las delicias de Verruga.
Terminada esa época, también la escucho algún rato por las mañanas de camino al moridero que llamamos trabajo.
Me gusta escuchar a los intoxicadores profesionales que tratan de insuflar propaganda a los oyentes. Qué oratoria despliegan, qué juego hacen.
Durante un tiempo escuché a primera hora a Carlos Herrera y sus formas de trilero elegante.
Pero la mala hostia es más adictiva que la droja, y me pasé a Fidirico, que es un Yoyas, un Polveteador profesional y un cómico excelente. Los de la SER y Rgñé son sosos y me duran poco en el dial. Que yo no pongo la radio para informarme.
Lo que más escucho es Radio3, de vez en cuando algún hallazgo hay, pero los locutores cada vez me parecen más chupis y maricones.
Tú lo que necesitas es Fibergrán. FI-BER-GRÁAAAAN!