El niño al nacer no tiene conciencia de la realidad que le rodea o de sí mismo. Tan sólo siente la estimulación del calor y el alimento, la satisfacción y seguridad que la madre le produce; la madre es calor, es alimento; lo exterior es real en función de sus necesidades. Cuando crece aprende a percibir las cosas, a darles nombre, al mismo tiempo aprende a manejarlas. Siente el amor incondicional materno.
Los niños entre los ocho y medio a los diez años, a esta altura del desarrollo, por primera vez piensan en dar algo sus padres, en producir algo (un poema, un dibujo o lo que fuere). Por primera vez en la vida del niño, nota idea del amor se trasforma de ser amado a amar.
Esto se reduce a lo siguiente "El amor infantil sigue el principio: `Amo porque me ama'. El amor maduro obedece al principio: `Me aman porque amo'. El amor inmaduro dice: `Te amo porque te necesito'. El amor maduro dice: `Te necesito porque te amo'.
Muy relacionado con la capacidad de amar se encuentra la evolución del objeto amoroso. Al principio la relación con la madre es la más importante, ya que
el amor materno es enteramente incondicional.
La relación con el padre es totalmente distinta, significa el otro polo de la existencia humana; el mundo del pensamiento, de la ley y el orden, de la disciplina y de la aventura. El padre es el que enseña al niño, el que le muestra el camino hacia el mundo.
El amor paterno es condicional; “te amo porque llenas mis aspiraciones, porque cumples con tu deber, porque eres como yo”, esto tiene un aspecto negativo,
el amor paterno debe ganarse. El aspecto positivo es,
puesto que el amor de mi padre es condicional, es posible hacer algo por conseguirlo; su amor no esta fuera de mi control, como el de mi madre.
La función de la madre es dar seguridad a la vida, y la del padre, enseñarle, guiarlo en la solución de los problemas que le plantee la sociedad.
Erich Frömm