Frente Negro
Asiduo
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- 16 Mar 2004
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El armario de los heterosexuales
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
La inmensa mayoría de los españoles tienen los ojos marrones. Una minoría, azules. Es cosa de la naturaleza y a nadie se le pasaría por la cabeza discriminar a los ciudadanos de ojos azules. La inmensa mayoría de los españoles son heterosexuales. Una minoría, homosexuales. Es cosa de la naturaleza. Por fortuna, la brutal discriminación de que ha sido víctima la minoría homosexual está ya superada y la ley es igual para todos.
Sentado esto, voy a referirme a lo que me dijo un veterano colega mexicano hace unos días: «Viendo la televisión aquí, da la sensación de que el cincuenta por ciento de los españoles son maricones o lesbianas». Y no le falta razón. El papel de los homosexuales en los medios audiovisuales se ha desbordado. Lo invaden todo. Lo impregnan todo.
Luego, llega el Instituto Nacional de Estadística y ofrece las cifras reales. De once millones de núcleos familiares, sólo 563.000 está constituido por uniones de hecho, sólo 10.400 lo forman parejas del mismo sexo. Gays y lesbianas suponen el uno por mil de los hogares en que se vive en pareja. Los colectivos homosexuales ni dan ni quitan demasiados votos, en contra de lo que creyó Trinidad Jiménez cuando aspiraba a la alcaldía de Madrid.
La familia tradicional formada tras el matrimonio se eleva, en España, por consiguiente, a diez millones y medio de hogares. Frente a esa realidad, hay medio millón de uniones de hecho y poco más de diez mil son parejas homosexuales (6.855 de gays y 3.619 de lesbianas).
Ciertamente, los homosexuales, ellos y ellas, ocupan puestos de especial relieve en el cine, el teatro, la televisión, la moda, el espectáculo. Pero frente a la realidad que quiere representar la pequeña pantalla se alza esta otra realidad, desarrollada científicamente por el INE, de la sociedad española. Hay que respetar, en fin, a las minorías. Pero también a las mayorías. Cualquier día los heterosexuales se decidirán a salir también de los otros armarios para reclamar sus derechos, que empiezan a cuartearse por el alud rosa, al menos en el teatro, el cine y la televisión. El día del orgullo heterosexual está cada vez más cerca.
Luis María ANSON
de la Real Academia Española
La inmensa mayoría de los españoles tienen los ojos marrones. Una minoría, azules. Es cosa de la naturaleza y a nadie se le pasaría por la cabeza discriminar a los ciudadanos de ojos azules. La inmensa mayoría de los españoles son heterosexuales. Una minoría, homosexuales. Es cosa de la naturaleza. Por fortuna, la brutal discriminación de que ha sido víctima la minoría homosexual está ya superada y la ley es igual para todos.
Sentado esto, voy a referirme a lo que me dijo un veterano colega mexicano hace unos días: «Viendo la televisión aquí, da la sensación de que el cincuenta por ciento de los españoles son maricones o lesbianas». Y no le falta razón. El papel de los homosexuales en los medios audiovisuales se ha desbordado. Lo invaden todo. Lo impregnan todo.
Luego, llega el Instituto Nacional de Estadística y ofrece las cifras reales. De once millones de núcleos familiares, sólo 563.000 está constituido por uniones de hecho, sólo 10.400 lo forman parejas del mismo sexo. Gays y lesbianas suponen el uno por mil de los hogares en que se vive en pareja. Los colectivos homosexuales ni dan ni quitan demasiados votos, en contra de lo que creyó Trinidad Jiménez cuando aspiraba a la alcaldía de Madrid.
La familia tradicional formada tras el matrimonio se eleva, en España, por consiguiente, a diez millones y medio de hogares. Frente a esa realidad, hay medio millón de uniones de hecho y poco más de diez mil son parejas homosexuales (6.855 de gays y 3.619 de lesbianas).
Ciertamente, los homosexuales, ellos y ellas, ocupan puestos de especial relieve en el cine, el teatro, la televisión, la moda, el espectáculo. Pero frente a la realidad que quiere representar la pequeña pantalla se alza esta otra realidad, desarrollada científicamente por el INE, de la sociedad española. Hay que respetar, en fin, a las minorías. Pero también a las mayorías. Cualquier día los heterosexuales se decidirán a salir también de los otros armarios para reclamar sus derechos, que empiezan a cuartearse por el alud rosa, al menos en el teatro, el cine y la televisión. El día del orgullo heterosexual está cada vez más cerca.