Por cierto, se les ve bien. Que la haga el Junqueras y eso que gana (o pierde).
La verdad es que si a estas personas no se les libera de forma inmediata es que no hay justicia ni ley en este país ni en este mundo.
Debería hacerlo personalmente Felipe Sesto en un magnánimo gesto de gracia soberana, como en los cuentos infantiles, y sin esperar a juicio alguno, pues así es la nobleza de espíritu.
Están rejuvenecidos, han perdido kilos de grasa sobrante, hasta la línea de implantación capilar ha ganado unos milímetros, desde aquí lo veo claramente, por no mencionar ese semblante que tienen todos de infantil inocencia, como en esa típica foto que a todos nos han tomado de niños cuando estábamos con los hamijitos haciendo cabañas en los solares de la calle.
Sí, éstos chicos ya han pagado, en la cárcel han lavado esa mirada de diablillos independentistas y alborotadores, en esta foto yo sólo veo amantísimos padres de familia, pilares de la convivencia en sus barrios, personas que estructuran para bien la sociedad donde viven.
Buena muestra de lo que digo es Jordi Turull, que tiene esa expresión beatífica de serenidad y callada sabiduría típica del que ha comprendido que es mejor dejarse de fútiles y vanas diatribas políticas y dedicarse a aquello que dijo el poeta de
Collige rosas.
Ha llegado el momento de cultivar el jardín, ver crecer a los nietos, leer, junto a la chimenea, aquellos libros que nunca pudo al calor del fuego amistoso y lento de un viejo leño, llamar a las tres de la mañana a Ana Gabriel a Suiza, y gritar al teléfono lleno de ira y desesperación ASQUEROSA, PIOJOSA, GRANDÍSIMA HIJA DE PUTA TE MATARÉ.
Esas cosas.