Quién iba a decirnos que el amigo estacas se convertiría en un cadáver foril, derrotado y cabizbajo. En un soldado caído que esconde la cabeza bajo el ala mientras amaga con resurgir de sus cenizas tapa de berenjenas mediante.
Precisamente ahora que la calidad de sus fotos había mejorado, que el forraje que se comía "gratis" se observaba más digerible. Ahora que supuestamente curro le había cubierto las espaldas con su tapa-trampa, esa con la que los supuestos expertos deberían haber advertido que una foto sombría que parecía vómito de restaurante chino estaba elaborada con suculentas verduras frescas del día
Ahora, justamente ahora, en este preciso momento del espacio-tiempo, el soldado estacas se nos desvanece y, exhausto, abandona su cruzada particular no sin antes berrear un poco y repartir cuatro ostias cual perro rabioso y moribundo, como buen cateto provinciano.
Justicia poética, amigos.