kalkulon
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- 30 Mar 2007
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Hace unos días mi compañero de cervezas me comentó que el bar que frecuentábamos lo ha cerrado la policía porque han pillado a menores con bebidas alcohólicas dentro. Fuimos a hablar con el camarero y nos contó que la cosa olía mal, que probablemente le tendieron una trampa.
A los días fuimos a un bar en el que estaban otros conocidos y nos contaron que se cree los viejos que vivían en las inmediaciones pagaron dinero a chavales para que pidieran cervezas para que acto seguido el jubilado llamase a la policía y chapasen el local. Según dicen, los viejos al ser una zona universitaria estaban hasta los cojones de los chavales de la calle ya que no les salio bien el plan de alquilar sus propios pisos por cifras bastante altas y con ese dinero irse a vivir de alquiler a la playa.
Al principio, me sentí malhumorado y maldecí a los jubilados por hacerle esa jugada a nuestro camarero favorito (un enano divorciado putero con gafas que solo sonríe y pocas veces habla), pero poco a poco empecé a sentir admiración hacia esos jubilados y lo comprendí.
Yo cuando sea mayor también quiero se así joder, jodería a la juventud, juventud que nunca volverá. Ya que la que no la volvería a volver a disfrutar jodería la de los demás, sería una especie de jubilado villanoparásito de juventudes. Cuando me esté comiendo la papilla que me acaba de hacer la latinoamericana gorda que se lleva mi pensión sonreiré sabiendo que todavía puedo seguir haciendo algo en la vida, el mal. Un jubilado no tengo muy claro como puede hacer el bien, pero se me vienen a la cabeza mil maneras de hacer el mal, un mal que nadie les reprocha, son las vacas sagradas de la sociedad.
Los admiro y odio la misma vez, dedicarse en su tiempo libre, que es todo, a joder a la gente desequilibrando su zen aprovechando su posición de jubilado es admirable. Larga vida a los jubilados!
A los días fuimos a un bar en el que estaban otros conocidos y nos contaron que se cree los viejos que vivían en las inmediaciones pagaron dinero a chavales para que pidieran cervezas para que acto seguido el jubilado llamase a la policía y chapasen el local. Según dicen, los viejos al ser una zona universitaria estaban hasta los cojones de los chavales de la calle ya que no les salio bien el plan de alquilar sus propios pisos por cifras bastante altas y con ese dinero irse a vivir de alquiler a la playa.
Al principio, me sentí malhumorado y maldecí a los jubilados por hacerle esa jugada a nuestro camarero favorito (un enano divorciado putero con gafas que solo sonríe y pocas veces habla), pero poco a poco empecé a sentir admiración hacia esos jubilados y lo comprendí.
Yo cuando sea mayor también quiero se así joder, jodería a la juventud, juventud que nunca volverá. Ya que la que no la volvería a volver a disfrutar jodería la de los demás, sería una especie de jubilado villanoparásito de juventudes. Cuando me esté comiendo la papilla que me acaba de hacer la latinoamericana gorda que se lleva mi pensión sonreiré sabiendo que todavía puedo seguir haciendo algo en la vida, el mal. Un jubilado no tengo muy claro como puede hacer el bien, pero se me vienen a la cabeza mil maneras de hacer el mal, un mal que nadie les reprocha, son las vacas sagradas de la sociedad.
Los admiro y odio la misma vez, dedicarse en su tiempo libre, que es todo, a joder a la gente desequilibrando su zen aprovechando su posición de jubilado es admirable. Larga vida a los jubilados!