No es desde que pusieron los pies en la tierra. Es desde que echamos a los judíos y se fueron allí. Ellos hacen lo que los judíos creen conveniente.
En la actualidad (hace un siglo) parece que el judío se dispone a producir el mismo cooperativamente; pero, allí donde esto se manifiesta, es efecto de su instinto de comerciante, para extraer ganancias hasta delas distintas fases de la fabricación. La consecuencia lógica para el consumidor es, naturalmente, no una disminución en los precios, sino su encarecimiento. Es característico de toda empresa hebrea que las reformas y simplificaciones en el proceso de fabricación no resulten jamás en beneficio del consumidor, sino siempre con provecho exclusivo para la empresa. Las mercaderías que experimentaron las más bruscas e inexplicables oscilaciones de precios, fueron siempre aquellas encuyos ramos de fabricación o intercambio poseen mayor influencia los hebreos.
Negocio, según la mentalidad judía, significa dinero. Lo que el judío hace después con este dinero,es algo muy distinto. En este modo de “hacer dinero” no deberá jamás manifestarse ningún motivo idealista. Sus ganancias no admiten nunca sentimentalismos de reforma social a efectos de mejorarla situación de sus colaboradores no-judíos.No se basa este hecho exclusivamente en la crueldad del hebreo, sino más bien en la dureza del concepto que el mismo tiene del negocio. En el negocio se trata de objetos, no de personas. Cuando cae en la lucha un ser humano, podrá el hebreo condolerse de él; pero desde el momento en que también se trate de la casa de aquel ser, no existe para el hebreo sino el objeto negociable. De acuerdo con su mentalidad el judío no sabrá como relacionarse humanitariamente con dicho objeto y procederá por instinto en una forma, que llamaríamos “dura”.
Pero el judío no admitiría en este caso el reproche de “dureza”, pues según su modo de ser y de pensar se trata únicamente del “negocio”.Se explica así la existencia de las “estafas” o “potros” neoyorquinos. Cuando misericordiosas personas compadecen a los desdichados judíos tan vilmente explotados en estos talleres, no saben seguramente que los inventores y usufructuarios de dichas “estufas” son también judíos. Se enorgullece nuestro país de que nadie es perseguido por su raza, color, ni fe, sino que todo el mundo tiene el derecho a la libertad. Quien se haya ocupado en cambio detenidamente de estos asuntos, ha debido comprobar el hecho de que el único trato inhumano que los hebreos sufren en este país proviene exclusivamente de miembros de su misma raza, de sus agentes y patronos y, no obstante, ni el explotado ni el explotador ven en ello un sentimiento inhumano, sino que lo consideran simplemente como “negocio”.
Explotados o explotadas viven en la esperanza de poseer también en su hora tal instrumento de explotación, lleno de pobres seres que trabajen para ellos. Su ansia ilimitada de vivir, y su inextinguible ambición por ascender en la escala social, hacen que cumplan con sus trabajos sin el mínimo sentimiento de ser objeto de explotación o iniquidad, que es siempre, al fin y al cabo lo más acerbo de la pobreza material. Prefiere el judío “reunir todas sus fuerzas para poder zafase de la miseria actual, en vez de reflexionar sobre la tristeza de susituación momentánea”.
Se esfuerza siempre por mejorar desde el punto de vista personal todo esto es de estimar, mas observado desde el ángulo social,es peligroso. Resulto de ahí que hasta hace poco las clases bajas quedaron sin ayuda alguna, entanto que las superiores no hallaron motivo alguno para crear mas ventajosas condiciones sociales. Débese reconocer la participación de grandes hombres de finanzas judíos en determinadas obras benéficas, mas su colaboración en reformas sociales es casi inexistente. Con un estimable sentido de conmiseración para con su personal, entregan a veces parte de sus propios beneficios para paliar aquella miseria que ellos crearon con sus métodos de hacer dinero. Pero jamás se les ocurrió pensar todavía en un cambio radical de los métodos con que amasaron sus riquezas, para disminuir y aun evitar completamente las causas de la miseria. Por lo menos, entre los numerosos judíos ricos “filántropos” no aparece ni uno que se haya esforzado en humanizar prácticamente nuestravida industrial, reformando los métodos actuales y sus efectos sobre el proletariado.
Esto es desastroso, aunque comprensible, y sirve para explicar muchas cosas, que al hebreo leenrostran personas que no le conocen a fondo. El judío puede perfectamente despojarse hasta degran parte de sus ganancias; pero salvo presión exterior, jamás se decidió a entregar nada de susingresos diarios, ni de sus riquezas acrecentadas. Y aunque el efecto social en ambos casos seriaidéntico, hay que decir, empero, que su proceder antisocial no suele nacer generalmente de ladureza de corazón, sino más bien de su innata interpretación del “negocio” como juego de azar.Numerosos proyectos de reforma social parécenle al judío tan ilógicos como si un futbolista, porpura humanidad, quisiera apuntar un tanto al adversario...
El judío internacional.
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Pero que nada, que tardó 3 años en mencionarlos. Encima vas de experto de todo y nada sabes, bufón.
Yo no quise abundar, porque me pareció una perogrullada, pero es un hecho, y los hechos son tozudos.
Es que es desde el origen, solo basta leer mi lucha para ver que el judío es el punto central, que es lo que me pareció a mi, o cuando menos un punto de máxima importancia para cualquiera que lo lea. Es fácil comprender, por otra parte, que, si hace discursos ante trabajadores, en su campaña por el poder, les hable más de lo que les interesa en la inmediatez, de sus derechos sociales, y no de las causas de su falta de derechos, o sea, los judíos, que es algo que comprenderán menos, que les interesará menos.