La decadencia de la mujer, la innegable mediocridad creciente de las féminas, la pérdida de valores... falacias!
No creáis que vosotros estáis al margen en esto, aunque mirando a horizontes diferentes vamos en el mismo barco y el barco se hunde.
Lo que observáis en esta escena es una fantasía, un recuerdo de algo que quizá ocurrió alguna vez y que ahora solo queda en los relatos de nobles ancianas, como mágicos cuentos, reminiscencias del instinto del hombre del pasado.
El valor.
En la película, V pone en peligro su vida por proteger a otro individuo en dificultades, en este caso una mujer, a todo esto haciendo gala de una voz magnánima y de una retórica digna de la antigua Grecia. Se planta una capa y un sombrero de ala ancha que ríete tú del marqués del esquilache. V no teme a nada, lucha contra la inyusticia y da igual como sea bajo esa máscara, a este hombre le limpias la casa con gratitud. Es el hombre con el que todas soñábamos de pequeñas.
¿Qué nos encontramos ahora? Os contaré una historia.
Hace poco acudía con prisa a mi trabajo en la bici. Al pasar por un paso de cebra un hombre con claros signos de embriaguez, un sibarita del mejor sangre de Toro, un tipo con la candidez y delicada apariencia de un criador de cerdos cruzó ante mí relatando
- Putas biffiss, putas bifficletass, HIJA DE PUTA
Mientras me dirigía una mirada desafiante.
Como llegaba tarde desistí del enfrentamiento cuerpo a cuerpo y proseguí mi camino, sin percatarme de que el tipo me seguía hasta la puerta de mi trabajo y aprovechando que me bajaba de la bicicleta me propinó un certero y contundente golpe en la almendra. Por la espalda, RUIN.
Me doy la vuelta e intentado comprender lo que estaba pasando y al punto del llanto hago gala de mi exquisita educación inglesa
- Qué haces gelipoyas!!- No me toques gñeeee!!!. Al tiempo que alzaba mis manitas y trataba de protegerme.
En todo esto que el bandolero no se conforma con esto, su ira se acelera y me remata de un buen tortazo en la cara que me tira al suelo.
Ahí ya rezo por mi vida, miro hacia los adoquines besando una estampa de Santa Gema Galgani y espero el golpe de la cuchilla seccionando el cuello. Pienso en la suerte de Ana Bolena y Maria Antonieta que al menos lucieron hermosos vestidos de seda hasta poco antes de su muerte y solo pido que sea rápido.
Tras varios segundos y viendo que la parca no llega levanto la mirada y compruebo para mi asombro que el individuo ha desaparecido. Miro alrededor y se me hiela la sangre al cerciorarme de que varias personas habían estado observando la escena. IMPASIBLES. La mayoría, hombres.
Uno de ellos se acerca:
- ¿Estás bien? Confía en mí, toma mi mano, te ayudaré a levantarte.
- NO ME TOQUES SUCIA RATA TRAIDORA. - Le espeté-
Me levanté como pude, mareada, tratando de recordar las viejas historias que contaban las ancianas en verano acerca de los templarios, los moros y cristianos, San Jorge y el dragón...V...V de vendetta, v de vendetta aparece en un callejón...
nunca...nunca más.