Es magnífico como el orden de las cosas se regula solo, como las aguas vuelven siempre a su cauce y los ciclos vitales de la naturaleza se reajustan. Y nosotros, que somos parte insignificante del cosmos y por tanto estamos sujetos a sus designios, también nos vamos decantanto y ocupando el lugar que nos corresponde según nuestra masa molecular y nuestra capacidad de intercambio catiónico.
Solo un necio puede apostar todo a la suerte, confiar en ella, encomendarse a la "buena" y huir de la "mala". La suerte al igual que la injusticia no existen, son conceptos creados por la mente humana para responder rápidamente a preguntas a las cuales no se les encontraba una explicación racional.
Si alguien cree que El Viejo de la Montaña trabaja de segurata por puro azar; yerra. Si alguien cree que el haga más horas que un reloj en su trabajo es una injusticia; yerra. Si alguien cree que merece otra cosa; se equivoca. Porque como he dicho, las aguas tienden a su cauce, y El Viejo solo puede aspirar a un trabajo como el que tiene. ¿Y por qué, Verruga, tú que todo lo sabes? Pues mirad, pequeños discípulos cegatos, porque El Viejo es un ser mediocre. Un ser gris cuya única habilidad es existir, sin más. Por eso hace tantas horas, porque su trabajo consiste en estar, en existir. Y que esa existencia se ubique en un lugar determinada, y con eso ya está hecho su trabajo. Por eso puede trabajar horas y horas, porque no tiene que hacer nada, solo estar.
De igual manera que un viejo árbol adorna un parque por el mero hecho de estar, sin tener que hacer nada más, su mera presencia en aquel lugar ya le da valor. Pues de igual manera es la labor social que hace El Viejo, estar en en lugar que vigila es suficiente. No tiene que añadir ningún valor más, no necesita más virtudes ni dotes. Podrías sustituirle por un espantajo realista con movimientos mecánicos, o por un mastín, o por unas cámaras de seguridad disuasorias; y la labor sería la misma.
¿Cuál es el valor añadido que El Viejo aporta al foro? Ninguno, simplemente está registrado y punto, sin más. Pues igual en su vida, en su trabajo, en su familia, en su relación con su eterna novia con la que nunca se casará. Él simplemente está, y esa es su única virtud; existir.