Siempre he visto la oración como algo muy íntimo.
Por eso las oraciones del Islam me parecen una aberración. Eso de tener que hacerlo públicamente y siguiendo unos pasos estrictamente establecidos, hasta con los movimientos totalmente programados, a unas horas determinadas, me parece la antítesis de la oración.
Orar es algo íntimo como digo, personal, para hacer en soledad y en el momento en que realmente nos salga sinceramente.
El propio Jesús, al que yo no sigo, lo decía: cuanto quieras orar, entra en la intimidad de tu cuarto y allí dirígete a tu Padre, sin necesidad de hacer ostentación ni tener que demostrar a los demás que eres un hombre piadoso.
El no va más del exhibicionismo islámico en el tema de la oración es el callo que muchos llevan con orgullo en la frente.
Es un callo que se hacen de tanto dar con la cabeza en el suelo.
Tener el callo lo más grande posible indica que eres un hombre que reza mucho.
O quizás demuestra que eres un grandísimo hipócrita que toca mucho la cabeza en el suelo para que los demás piensen que eres muy piadoso.