Han Solo

Yo desde que vi que Lando lo interpreta el imbecil de Childish Gambino, decidi pasar de la pinicula. Si eso la vere cuando este en nekflics, en un vuelo o situacion por el estilo.

Sera la primera vez, desde El Imperio Contraataca, que no vere una de la saga en su dia de estreno.
 
Última edición:
Un negro haciendo de Lando... Que sera lo proximo, un Obi Wan transexual feminazi?
 
Un robot femenino, ya no saben qué hacer para que los niños salgan homosexuales.
 
Un colega me dijo hace unos días: "Hay que ver estas películas como si fueran simple ciencia ficción de entretenimiento. Olvídate de Star Wars. Eso ya no existe".

Desde ese prisma, he visto el trailer, y, sin ponerme palote en absoluto, creo que se dejará ver. Sale la dragona, que sí me pone palote, y Woody Harrelson que siempre suma. A pesar de ser vegano, el hioputa.

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Esto solo sirve para sufrir más. Cuanto antes nos acostumbremos a la nueva mierda, mejor.

Centauros del desierto 2 sin John Wayne... joder, que es imposible. Es lo que no se quiere asumir. Pero la pela es la pela, y Solo vende mucho.
 
Esto solo sirve para sufrir más. Cuanto antes nos acostumbremos a la nueva mierda, mejor.

Centauros del desierto 2 sin John Wayne... joder, que es imposible. Es lo que no se quiere asumir. Pero la pela es la pela, y Solo vende mucho.

Me lo encontré de rebote. No voy a ver ni esta película ni ninguna que haga Disney, me sentí suficientemente engañado con el episodio VII y con eso ya se sabe de que pie cojean.

Son innecesarias.
 
Me lo encontré de rebote. No voy a ver ni esta película ni ninguna que haga Disney, me sentí suficientemente engañado con el episodio VII y con eso ya se sabe de que pie cojean.

Son innecesarias.

Si se alinean ciertas estrellas, yo podría acabar yendo a ver la de Han Solo, por razones absurdas.

Si lo hago, vendré aquí a confesarme.
 
Si se alinean ciertas estrellas, yo podría acabar yendo a ver la de Han Solo, por razones absurdas.

Si lo hago, vendré aquí a confesarme.

Bueno, no verás nada extraño, la creación del personaje según dicte el guión de Kashdan con las reglas de Disney, mucho halcón milenario nuevo y robotito para vender, merchandising puro. No será ni buena ni mala, será lo que es, algo irrelevante.
 
Con la base de fans que tiene SW ya pueden filmar al Halcón Milenario dando vueltas a un zurullo en plano fijo durante tres horas, que todos pasaremos por caja. Aunque sea para ponerla a parir.

La única saga que opera a nivel parecido, que se me ocurra ahora, es la de 'James Bond'.
 
Con la base de fans que tiene SW ya pueden filmar al Halcón Milenario dando vueltas a un zurullo en plano fijo durante tres horas, que todos pasaremos por caja. Aunque sea para ponerla a parir.

La única saga que opera a nivel parecido, que se me ocurra ahora, es la de 'James Bond'.

Pues a mi me gusta Star Wars y llevo desde La venganza de los Sith sin pisar un cine, eso ya es según la persona y la capacidad que tenga de que le metan una mazorca por el culo.

James Bond se regenera de manera perfecta, cuando Brosnam empezó a decaer con Muere otro dia rapido le pegaron un giro y vino Craig, el cual está empezando a decaer y marcará el inicio de otra época, ya le gustaría a Disney con SW tener esa capacidad de regeneración.
 
Yo esta película la veré como lo que es: ciencia ficción intrascendente para pasar el rato.

O sea, como la primera de la Guerra de las galaxias.

La primera de La Guerra de las Galaxias fue de todo menos intrascendente. Fue un fenómeno de masas que revolucionó el cine y cambio la relación del espectador con el mismo. No te pases de listillo y sobrado a ver si me voy a cagar en el maricón de tu padre.
 
La primera de La Guerra de las Galaxias fue de todo menos intrascendente. Fue un fenómeno de masas que revolucionó el cine y cambio la relación del espectador con el mismo. No te pases de listillo y sobrado a ver si me voy a cagar en el maricón de tu padre.

Yo hablo de la película, no de lo que supuso. Y el cine lo revolucionó Tiburón, ya que Star Wars se retroalimenta sola mientras que el escualo de Spielberg cambió la forma de estrenar las películas y los blockbusters en general.

Tu ignorancia es desoladora.
 
Como si fuesen cosas separadas la una de la otra. Supuso lo que supuso porque la película no era intrascendente, atontao.



Pero no digas imbecilidades, me cago en la puta de tu madre.

No. Que quede claro: no soy muy fan de los gafapastas de Jot Down, pero aquí lo bordan y ofrecen argumentos.

La industria actual se lo debe todo a Tiburón

La guerra de las galaxias no nació con vocación de blockbuster veraniego. Aunque parezca mentira sabiendo que barrió las marcas taquilleras de Tiburón y que hoy es el epítome del fenómeno cultural mainstream, su influencia a nivel de mercadotecnia fue y sigue siendo bastante menor que la de Tiburón (excepto, claro, a nivel de merchandising). La primera parte de la saga espacial de George Lucas fue estrenada en relativamente pocas salas, unas cuarenta, y durante la primavera, no durante el verano. Fue distribuida siguiendo tácticas mucho más conservadoras. Incluso el propio Lucas pensaba que su amigo Spielberg, entonces enfrascado en el rodaje de Encuentros en la tercera fase, iba a tumbarle en la taquilla con su nueva película de extraterrestres. Tanto era así, que Lucas le pidió que se cediesen mutuamente un porcentaje de sus respectivos filmes, como manera de no estropear su amistad por culpa de la rivalidad comercial (la inseguridad de Lucas respecto a un posible fracaso es la causa de que Spielberg tenga un 2,5% de los derechos sobre el primer largometraje de Star Wars, sin haber siquiera intervenido en él). La guerra de las galaxias se estrenó pues en menos de la décima parte de salas que Tiburón.

El que La guerra de las galaxias, aun rompiendo todas las marcas establecidas por Tiburón, no hubiese usado su mismo modelo promocional, da buena idea de hasta qué punto Tiburón fue una película revolucionaria. La guerra de las galaxias causó impacto por su magnitud comercial, pero no era novedosa en cuanto a temáticas (aunque mezclaba con habilidad varias fuentes de material, haciéndolas parecer algo moderno y nuevo), ni siquiera era completamente revolucionaria en cuanto a efectos especiales, que ya se habían visto en 2001 o Naves misteriosas. Sí es cierto que aportó algo muy nuevo: el poder del merchandising y la capacidad para meterse en las casas y las vidas de cientos de millones de niños mediante una fabulosa oferta de juguetes y accesorios. Esta táctica comercial, sin embargo, no podía aplicarse con todas las películas. No cualquier film puede recuperar dinero vendiendo juguetes y souvenirs. Se ha intentado muchas veces, claro, pero no siempre ha vuelto a funcionar.

En cambio, las tácticas de publicidad y distribución de Tiburón sí pueden ser imitadas. Lo fueron durante los ochenta, década de explosión del cine palomitero veraniego, y han seguido siendo imitadas hasta hoy. Porque funcionan. Lo de la saga Star Wars no es extrapolable, ya que continúa alimentándose del círculo virtuoso de su propia fama, convertida en cultura pop y objeto de fijación nostálgica de las masas. Eso la hace permanecer ajena a los vaivenes de la industria, funcionando según sus propios patrones. Pero el resto de superproducciones ha continuado usando las tácticas de Tiburón, que fue la madre y el padre de todos los éxitos veraniegos. Hoy, el departamento de publicidad de cualquier estudio tiene un poder enorme y suele consumir cantidades ingentes del prespuesto de cada film. El bombardeo publicitario funciona mejor que el boca a boca (no digamos ya que la crítica en prensa) y esto es algo que el cine descubrió gracias a Tiburón. Para bien, y también para mal, Tiburón fue el padre de todos los blockbusters. Y si me preguntan, insisto, continúa siendo el mejor.
 
No. Que quede claro: no soy muy fan de los gafapastas de Jot Down, pero aquí lo bordan y ofrecen argumentos.

La industria actual se lo debe todo a Tiburón

La guerra de las galaxias no nació con vocación de blockbuster veraniego. Aunque parezca mentira sabiendo que barrió las marcas taquilleras de Tiburón y que hoy es el epítome del fenómeno cultural mainstream, su influencia a nivel de mercadotecnia fue y sigue siendo bastante menor que la de Tiburón (excepto, claro, a nivel de merchandising). La primera parte de la saga espacial de George Lucas fue estrenada en relativamente pocas salas, unas cuarenta, y durante la primavera, no durante el verano. Fue distribuida siguiendo tácticas mucho más conservadoras. Incluso el propio Lucas pensaba que su amigo Spielberg, entonces enfrascado en el rodaje de Encuentros en la tercera fase, iba a tumbarle en la taquilla con su nueva película de extraterrestres. Tanto era así, que Lucas le pidió que se cediesen mutuamente un porcentaje de sus respectivos filmes, como manera de no estropear su amistad por culpa de la rivalidad comercial (la inseguridad de Lucas respecto a un posible fracaso es la causa de que Spielberg tenga un 2,5% de los derechos sobre el primer largometraje de Star Wars, sin haber siquiera intervenido en él). La guerra de las galaxias se estrenó pues en menos de la décima parte de salas que Tiburón.

El que La guerra de las galaxias, aun rompiendo todas las marcas establecidas por Tiburón, no hubiese usado su mismo modelo promocional, da buena idea de hasta qué punto Tiburón fue una película revolucionaria. La guerra de las galaxias causó impacto por su magnitud comercial, pero no era novedosa en cuanto a temáticas (aunque mezclaba con habilidad varias fuentes de material, haciéndolas parecer algo moderno y nuevo), ni siquiera era completamente revolucionaria en cuanto a efectos especiales, que ya se habían visto en 2001 o Naves misteriosas. Sí es cierto que aportó algo muy nuevo: el poder del merchandising y la capacidad para meterse en las casas y las vidas de cientos de millones de niños mediante una fabulosa oferta de juguetes y accesorios. Esta táctica comercial, sin embargo, no podía aplicarse con todas las películas. No cualquier film puede recuperar dinero vendiendo juguetes y souvenirs. Se ha intentado muchas veces, claro, pero no siempre ha vuelto a funcionar.

En cambio, las tácticas de publicidad y distribución de Tiburón sí pueden ser imitadas. Lo fueron durante los ochenta, década de explosión del cine palomitero veraniego, y han seguido siendo imitadas hasta hoy. Porque funcionan. Lo de la saga Star Wars no es extrapolable, ya que continúa alimentándose del círculo virtuoso de su propia fama, convertida en cultura pop y objeto de fijación nostálgica de las masas. Eso la hace permanecer ajena a los vaivenes de la industria, funcionando según sus propios patrones. Pero el resto de superproducciones ha continuado usando las tácticas de Tiburón, que fue la madre y el padre de todos los éxitos veraniegos. Hoy, el departamento de publicidad de cualquier estudio tiene un poder enorme y suele consumir cantidades ingentes del prespuesto de cada film. El bombardeo publicitario funciona mejor que el boca a boca (no digamos ya que la crítica en prensa) y esto es algo que el cine descubrió gracias a Tiburón. Para bien, y también para mal, Tiburón fue el padre de todos los blockbusters. Y si me preguntan, insisto, continúa siendo el mejor.

No hace falta leer ese artículo para saber algo tan obvio. La imbecilidad de Nueces en este caso ya es de vergüenza ajena.
 
No hace falta leer ese artículo para saber algo tan obvio. La imbecilidad de Nueces en este caso ya es de vergüenza ajena.

Pero está bien explicado y es didáctico al ofrecer datos que no tienen que saberse. Aquí otro extracto (Las negritas son mías).

Aunque hoy parezca raro, no era costumbre estrenar en verano, y había buenos motivos para ello. Durante décadas las salas habían carecido de aire acondicionado y a nadie se le hubiese ocurrido estrenar una superproducción en verano, sabiendo que el público no iría al cine para pasarse dos horas sudando entre una multitud. En verano siempre habían funcionado los cines al aire libre y los drive-in, pero estos, por sí solos, no podrían recaudar lo suficiente para justificar un gran estreno; como mucho servían para proyectar pequeñas producciones de serie B o películas de reestreno. Las fiestas navideñas eran la temporada más propicia para los grandes estrenos y además tenían la ventaja de que estarían todavía recientes cuando se otorgasen los premios Óscar, que podían servir como segundo trampolín publicitario para reavivar la carrera comercial de cualquier film. Pero los productores de Tiburón, obligados por su agenda, iban a tomar decisiones muy atrevidas. Confiando en el detalle de que recientemente el uso de aire acondicionado se había empezado a generalizar entre las salas, decidieron arriesgarse y estrenar en pleno verano. El 20 de junio, a dos semanas del 4 de julio, fiesta nacional estadounidense, Tiburón saltaría a las pantallas. Un gran estreno estival que por entonces constituía una rareza. Pero necesitaban hacerlo funcionar.

Para el entonces terreno ignoto del verano, necesitaban medidas de efecto. Una fue la de estrenar a la vez en muchas salas. Esto suponía romper con otra costumbre muy arraigada, la de estrenar una película por etapas. Por lo general, un gran estreno se proyectaba primero en unas pocas salas de Nueva York o Los Ángeles. Al ser dos ciudades grandes con enorme tradición cinematográfica, optaban a un amplio público ansioso de estrenos, evitando la mala imagen que dan las butacas vacías. También en aquellas dos metrópolis se concentraba lo más granado de la crítica. Cuando el eco publicitario del éxito en las dos todopoderosas capitales llegaba al resto del país, se iba estrenando la película en otras ciudades. Más adelante, para terminar de aprovechar el tirón, se estrenaba en zonas suburbanas o rurales. Todo de manera gradual. Los departamentos de publicidad de los grandes estudios eran bastante pequeños y la parte de presupuesto que se usaba en promoción era modesta. Los motivos de esta forma de actuar, que hoy parece tan rara, tenían su lógica: la publicidad en televisión era demasiado cara como para hacer un uso extensivo. La publicidad en prensa escrita era más barata, pero solamente llegaba a los adultos. Así pues, para captar la atención del público juvenil se confiaba en el boca a boca. Un estreno por etapas parecía lo más seguro. Aunque hoy nos sorprenda este detalle, por entonces estrenar una película en muchas salas a la vez era la señal de que no se confiaba en su carrera comercial, porque se intentaba captar a un público incauto antes de que el boca a boca o las malas críticas se extendiesen y la gente perdiese el interés. Pero ¿una buena película? Esta sí podía estrenarse poco a poco, porque todo el mundo terminaría queriendo ir a verla, ya fuese el día del estreno o tres meses después. Lo de gastar fortunas en promoción era un riesgo que los estudios rara vez querían tomar.

Esto había empezado a cambiar en 1972, cuando la película El Padrino se había estrenado simultáneamente en cuatrocientas salas de cine. Esto constituyó una estrategia insólita, más producto de la necesidad que del cálculo; se había previsto que El Padrino se estrenase durante la Navidad de 1971, pero algunos contratiempos hicieron que se retrasara hasta primavera de 1972. La primavera era «temporada baja», así que se decidió estrenar en muchas salas para compensar lo extemporáneo del estreno. Y funcionó. El Padrino fue un gran éxito, y precisamente abrir en muchas salas a la vez le permitió pulverizar las marcas iniciales de taquilla de la competencia, lo cual aumentó el revuelo publicitario. Pero claro, la calidad de la película era enorme y al poco de haber sido estrenada muchas voces la situaban ya a la altura de cualquier obra maestra del pasado. Esto no pasa a menudo, y todo el mundo quería comprobar in situ si de verdad El Padrino era tan buena. Era pues un fenómeno único, un film de altísimo prestigio, así que la idea de copiar sus tácticas resultaba dudosa. ¿Podía algo como Tiburón imitar esa estrategia? Dado que sus pases previos daban a entender que la segunda película en celuloide de Spielberg no solo era divertida, sino artísticamente grandiosa, tomaron el riesgo de imitar la táctica comercial de El Padrino, e incluso la llevaron todavía más lejos. El segundo largometraje de Spielberg (sin contar Duel) se estrenó de golpe en el doble de salas que El Padrino (aunque no se llegó al número previsto, ¡cercano al millar!). Para redondear la jugada, se apoyaron en una campaña publicitaria nunca vista, que aprovechaba de lleno la televisión aunque esto supusiera un gasto enorme. Esto fue un golpe revolucionario. La retransmisión repetida del tráiler por televisión despertó un enorme interés. Además, el tráiler trasladaba a la gente un ambiente de misterio (planos subjetivos, la música de John Williams, etc.) que vendía la película como algo más basado en el suspense que en los casi ausentes efectos especiales. En esto, el tráiler no engañaba a nadie. Eso era justo lo que la película ofrecía: suspense. Pero resultó ser también lo que el público quería. Hollywood tenía por fin a su nuevo Hitchcock.

Tiburón fue, pues, la primera película en utilizar de manera plena y consciente toda una nueva estrategia comercial que consistía básicamente en dinamitar aquello que la industria había considerado seguro y sensato. Era una gran producción estrenada en una época insólita como el verano, que gastaba ingentes cantidades de dinero en publicidad, que se proyectaba en muchas salas a la vez (arriesgándose a pegarse el batacazo del siglo si las salas quedaban vacías), que confiaba en el poder adquisitivo del público juvenil… y todo esto le permitió romper todas las marcas de taquilla habidas y por haber. De hecho rompió las marcas que El Padrino había conseguido poco antes y que a su vez serían batidas por La guerra de las galaxias, que gozó del añadido de convertirse en un fenómeno social gracias a los juguetes.
 
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