Nueces rebuznó:
Justo después viene la del tío que está en un bar, rodeado por el Ministerio de Igualdad (hasta ocho mujeres a su alrededor), y empieza a ahogarse. Ninguna hace nada útil, ninguna sabe qué hacer, salvo una. Una heroína anónima que se le ocurre lo mejor para esos casos: llamar al único HOMBRE para que salve el día. Es que me cago en todo.
Mal ejemplo.
Mi señora madre en una ocasión le salvó la vida a un hombre que se había atragantado con un trozo de comida. Aclaro que ella trabaja en sanidad y sabe como actuar en estos casos.
Lo que quiero decir, es que ni el 15% de la población sabe aplicar primeros auxilios básicos. Esto no es tanta culpa femenina, como sí de la sociedad estúpida que estamos creando, compuesta por personas incapaces de valerse por sí mismas y que exigen presencia inmediata de ambulancias, policías y bomberos en milésimas de segundos. Por no hablar de que si intentas ayudar y fracasas, los familiares de la fallecida víctima te llevarán al juzgado a desposeerte de todos tus bienes. Tan absurdo como que le metas una hostia al chorizo que te está atracando y encima le tengas que pagar una indemnización por lesiones. Nadie quiere jugársela.
Por lo demás, completamente de acuerdo. Me viene a la cabeza otro concepto feminista
higualitario:
los observatorios. Si es que el nombre lo dice todo. En las torres más altas y fortificadas, con unos telescopios de gran aumento, las mujeres divisan y alertan de peligros y amenazas. Desde la seguridad que les brindan las murallas (hechas por hombres, evidentemente), señalarán a los rufianes para que los mismos hombres que construyeron el castillo tomen las armas y carguen contra ellos. Acabada la batalla, las cobardes féminas se pondrán todos los méritos que puedan,
no sin antes poner a caldo a todos los varones en su conjunto (incluyendo a quienes las defendieron), por machistas y heteropatriarcales.
Heroicidad (masculina) = Invisibilidad de género.