No, si ahora resulta que una ciudad en la que si no tienes un apellido, no ya una nacionalidad, una raza, no, un apellido que no es de la tierra eres de segunda no eres cateto ni nada. Ahora resulta que el que mira mal al forastero por ser forastero, (y les basta con que seas de dos provincias más allá, y esto lo determinan por el apellido y por hablar en catalán), es un cosmopolita de tres pares de cojones.
Y simpático. Gentes abiertas y sonrientes, de simpatía sin par. En Europa no hay ciudad más dicharachera que Barcelona, donde la risa, el humor y el jolgorio campan a sus anchas por doquier, donde los camareros te cuentan un chiste mientras te toman nota y otro más mientras te cobran, donde las tías se desviven por alegrarte la noche. Venga, coño, simpáticos. En Barcelona son más simpáticos que en Madrid (que en el resto de Europa, de hecho), y en Coruña la oferta cultural le gana a la de aquí por goleada.