No se enoje señor Estacas, si la cosa va palante le invito a que se una a mi viejo y a mi en esa orgía de porros y cigalas.
Sea como fuere, sobre lo de publicar un libro con mis relatos... Si eso llegara a hacerse posible y encima fuera un éxito (que lo dudo muchísimo fuera de esta santa casa), yo me lo montaría rollo Thomas Pynchon. Me pondría una bolsa del Metadona en la cabeza (en honor al señor Perrino) para las entrevistas o solo aceptaría entrevistas por escrito.
Bien, voy a relatar a continuación el día en que apalizaron al pedobear en Sevilla 1, ya que veo que lo ha pedido más de uno.
La gente andaba revuelta. Se comentaba que fulano había entrado a cumplir dos años por producción y tenencia de material pedrofilo, y flotaba en el aire un ambiente como de que iba a pasar algo. El que haya estado preso lo sabrá. Antes de la tormenta siempre hay truenos y/o relámpagos, y allí dentro se perciben perfectamente aunque no ande revuelto el gallinero. Todos hacen su vida normal, nadie la lía más de la cuenta, todo normal. Sin embargo, sabes que algo va a pasar. Yo personalmente nunca hablé con este tío. Le veía en el comedor, en el patio, y yendo y viniendo de su destino (curraba en la cocina), pero nunca intercambiamos una sola palabra.
Un día, estando en las duchas, estalló la bomba. Siempre suele haber un funcionario cerca por lo que pueda pasar, no está allí mirando pollas fijamente, pero suele estar cerca. Pues ese día le hicieron la cucamona bien hecha. Dos reos montaron el paripé de que se estaban peleando fuera de las duchas.
- Me debeh un paquete tabaco maricona! Que ereh una maricona!
- Yo no te debo ná! Kehtá ablando?!
- Ve al economato ara mihmo y tráeme un paquete güihton!
- Te ví a traé un caraho!
- Ke kiereh, que te pinshe?!! Eh, eh?!!
El funcionario fue a poner orden, y en menos que canta un gallo se le echaron encima como diez tíos. Le pusieron la zancadilla, le empujaron y le tiraron al suelo. Una vez allí, le patearon a traición, y en cosa de segundos empezó a sangrar como un cochino. Los de fuera (los que hacían de gancho) se dieron unas tortas (pactadas) para que el funcionario no volviese a las duchas al oír el griterío. Si se montan dos peleas y hay un solo boqui, este boqui se queda en la pelea que le coja más cerca a menos que vea un apuñalamiento o algo que revista una cierta gravedad.
Los separó amenazando con meterles un parte y volvió a las duchas. Esta escena duraría un minuto y medio aproximadamente; tiempo más que suficiente para partirle varias costillas a patadas al pedobear, arrancarle varios mechones de pelo, saltarle dos dientes, reventarle los dos labios y "darle un besito". Dar un besito es que un menda se mete una cuchilla en la boca (hay que ser todo un maestro para hacer esto), y en un momento dado, gracias a movimientos extremadamente complejos realizados con la cavidad bucal, la cuchilla es sostenida con los dientes frontales. Entonces el individuo se acerca a la víctima, la agarra del pelo o del cuello y "le besa" en la cara. Le hicieron un siete desde el pómulo hasta la barbilla. Yo me quedé petrificado con tal espectáculo. Nunca había presenciado algo asín.
Como era de esperar, nadie había visto nada y nadie sabía nada. Al tipo se lo llevaron a la enfermería y no le volvimos a ver por el patio. Lo refugiaron en otro módulo con otros pedobears y violetas. Nunca más supe de él.
Antes, los violetas estaban refugiados sí o sí, pero ahora, si el caso no es mediático, suelen mezclarlos con los comunes. Ya según cómo se sepa defender el nota vivirá mejor o peor, pero los pedobears están muertos. Bajo ningún concepto se acepta en el código carcelario semejante delito. Puedes matar, robar, traficar, estafar, incluso maltratar a la puta de tu mujer. Pero como toques a una niña o a un niño estás bien jodido. A no ser que seas una mezcla entre Brus Lí y un sicario jefe de Pablo Escobar las vas a pasar pero putas. Y ni aún así diría yo.