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El pobre debe estar racionalizando todo lo que le ha pasado e intentando resumirlo con menos de mil millones palabras. Debe ser terrible ser Cuellopavo.
Estará tan pancho. Para mí que está en el ajo y ya tiene otros planes asegurados.
A ti sí?¿Te has preguntado alguna vez por qué no te han dado el premio Nóbel de lo que sea?
¡No! Madre mía.
Voy a denunciar al verrugo cualquier día de estos que me tiene harta, encima se va del foro y vuelve bravucón.
Y a maxdemian por... Porque sí.
Miliu cuenta lo de los 20 euros (un menú).
Miliu cuenta lo de los 20 euros
En el año 2015 Violeta vivía en Sevilla y Errejón paró por allí. La llamó para echar un polvo pero como no quería que la viesen con él le hizo dar vueltas con un taxi hasta darle la dirección exacta del hotel.
Cuando Violeta llegó al hotel, en el centro de la capital sevillana, se coló, subió por las escaleras y tocó la puerta de la habitación. “Me había insistido mucho en que nadie podía saber que nos estábamos viendo”, explica. “Llegué a la habitación con mucha ansiedad y extremadamente nerviosa. No podía ni moverme”. Lo sabe porque Íñigo Errejón tuvo que ayudarle a ponerse los zapatos de tacón que le había pedido que llevase para el acto sexual, “por lo que él era completamente consciente de mi estado”. A pesar de ello, él “siguió adelante” con el acto sexual. Ella estaba en una situación de shock y paralizada y a pesar de ello, él continuó.
Por muchos intentos que Violeta ha hecho, no puede recordar lo que sucedió exactamente durante los siguientes minutos en esa habitación. Intentar recordarlo le genera mucho malestar. Sin embargo, sí recuerda lo que sucedió después. “Ni me miró, se puso a leer un libro y me dijo que era alguien importante que tenía mucho trabajo y que la notoriedad que estaba adquiriendo le gustaba mucho. Hizo como si no estuviese allí, me trató con un profundo desprecio”. Por entonces Iñigo Errejón ya había empezado a participar asiduamente en las tertulias de la Sexta Noche.
“Entendí que quería que me fuera y, al vestirme, me di cuenta de que me había dejado 20 euros en la mesilla de noche para el taxi de vuelta. Me sentí culpable, porque ni siquiera llegó a decirme para qué estaban ahí, era implícito, como si buscase humillarme”, narra todavía afectada.
Para el taxi, dice la boba esta.
Y eso de "me había dejado"En el año 2015 Violeta vivía en Sevilla y Errejón paró por allí. La llamó para echar un polvo pero como no quería que la viesen con él le hizo dar vueltas con un taxi hasta darle la dirección exacta del hotel.
Cuando Violeta llegó al hotel, en el centro de la capital sevillana, se coló, subió por las escaleras y tocó la puerta de la habitación. “Me había insistido mucho en que nadie podía saber que nos estábamos viendo”, explica. “Llegué a la habitación con mucha ansiedad y extremadamente nerviosa. No podía ni moverme”. Lo sabe porque Íñigo Errejón tuvo que ayudarle a ponerse los zapatos de tacón que le había pedido que llevase para el acto sexual, “por lo que él era completamente consciente de mi estado”. A pesar de ello, él “siguió adelante” con el acto sexual. Ella estaba en una situación de shock y paralizada y a pesar de ello, él continuó.
Por muchos intentos que Violeta ha hecho, no puede recordar lo que sucedió exactamente durante los siguientes minutos en esa habitación. Intentar recordarlo le genera mucho malestar. Sin embargo, sí recuerda lo que sucedió después. “Ni me miró, se puso a leer un libro y me dijo que era alguien importante que tenía mucho trabajo y que la notoriedad que estaba adquiriendo le gustaba mucho. Hizo como si no estuviese allí, me trató con un profundo desprecio”. Por entonces Iñigo Errejón ya había empezado a participar asiduamente en las tertulias de la Sexta Noche.
“Entendí que quería que me fuera y, al vestirme, me di cuenta de que me había dejado 20 euros en la mesilla de noche para el taxi de vuelta. Me sentí culpable, porque ni siquiera llegó a decirme para qué estaban ahí, era implícito, como si buscase humillarme”, narra todavía afectada.
Para el taxi, dice la boba esta.
No seas vaga y léete el artículo completo, que mola.
En el año 2015 Violeta vivía en Sevilla y Errejón paró por allí. La llamó para echar un polvo pero como no quería que la viesen con él le hizo dar vueltas con un taxi hasta darle la dirección exacta del hotel.
Cuando Violeta llegó al hotel, en el centro de la capital sevillana, se coló, subió por las escaleras y tocó la puerta de la habitación. “Me había insistido mucho en que nadie podía saber que nos estábamos viendo”, explica. “Llegué a la habitación con mucha ansiedad y extremadamente nerviosa. No podía ni moverme”. Lo sabe porque Íñigo Errejón tuvo que ayudarle a ponerse los zapatos de tacón que le había pedido que llevase para el acto sexual, “por lo que él era completamente consciente de mi estado”. A pesar de ello, él “siguió adelante” con el acto sexual. Ella estaba en una situación de shock y paralizada y a pesar de ello, él continuó.
Por muchos intentos que Violeta ha hecho, no puede recordar lo que sucedió exactamente durante los siguientes minutos en esa habitación. Intentar recordarlo le genera mucho malestar. Sin embargo, sí recuerda lo que sucedió después. “Ni me miró, se puso a leer un libro y me dijo que era alguien importante que tenía mucho trabajo y que la notoriedad que estaba adquiriendo le gustaba mucho. Hizo como si no estuviese allí, me trató con un profundo desprecio”. Por entonces Iñigo Errejón ya había empezado a participar asiduamente en las tertulias de la Sexta Noche.
“Entendí que quería que me fuera y, al vestirme, me di cuenta de que me había dejado 20 euros en la mesilla de noche para el taxi de vuelta. Me sentí culpable, porque ni siquiera llegó a decirme para qué estaban ahí, era implícito, como si buscase humillarme”, narra todavía afectada.
Para el taxi, dice la boba esta.
A ti sí?
No. Pero tampoco me lo pregunto. Jij.
Hasta los chinos saben ya que lo que se cuece en occidente.Oye @FUMANCHU ¿tú le cuentas estas bizarradas de la política española a tu mujer?¿No te dice que no podemos estar más gilipollas teniendo a quien tenemos gobernando?
Se saca el nabo, le lame las tetazas y...
y aquí estoy, con dos cojones, todo superado y feliz.
Es que la escribió para echar un polvo, ella fue pallá a echar un polvo y echaron un polvo. VIOLACIÓN
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