“La creciente penumbra hizo que Bran recordara otra de las historias de la Vieja Tata, la leyenda del Rey de la Noche. Según ella había sido el decimotercer jefe de la Guardia de la Noche, un guerrero que no conocía el miedo. «Y ése era su gran fallo, porque todos los hombres deben conocer el miedo.» Una mujer fue su perdición, una mujer a la que divisó desde la cima del Muro, con la piel blanca como la luna y ojos como estrellas azules. Sin miedo a nada la persiguió, la alcanzó y la amó, aunque su piel era fría como el hielo, y cuando le entregó su semilla, le entregó también su alma. La llevó con él al Fuerte de la Noche, la proclamó reina al tiempo que él se proclamaba rey y sometió a los Hermanos Juramentados a su voluntad gracias a extraños sortilegios. El reinado del Rey de la Noche y su cadavérica esposa duró trece años, hasta que por fin el Stark de Invernalia y Joramun de los salvajes unieron sus fuerzas para liberar a la Guardia. Tras su caída, cuando se supo que había estado haciendo sacrificios a los Otros, se destruyeron todos los documentos relativos al Rey de la Noche y hasta su nombre cayó en el olvido”.—Hay quien dice que era un Bolton —terminaba siempre la Vieja Tata—. Otros creen que era un Magnar de Skagos, o un Umber, un Flint, un Norrey… Otros dicen que era un Piedemadera, de los que gobernaban la Isla del Oso antes de la llegada de los hombres del hierro. Pero no. Era un Stark, el hermano del hombre que acabó con él. —Al llegar a ese punto siempre pellizcaba a Bran en la nariz, el chico no lo olvidaría jamás—. Era un Stark de Invernalia, así que, ¿quién sabe?Puede que se llamara «Brandon». Puede que durmiera en esta misma cama, en esta misma habitación.
«No —pensó Bran—, pero caminó por este castillo, donde vamos a dormir esta noche.» Era una idea que no le tentaba lo más mínimo. Como siempre decía la Vieja Tata durante el día, el Rey de la Noche era sólo un hombre, pero la oscuridad le pertenecía. «Y está oscureciendo.»