Yo una vez tiré una cebolla podrida que me había encontrado a una pareja de panchitos que iban paseando a su hijo en el carrito a las 12 de la noche en un parque de Madrid.
Fué de esa clase de proyectiles que dejan una estela tras de sí, esa clase de proyectiles que siguen una trayectoria rectilinea, uniforme, consistente que sabes de antemano a donde iba a golpear y que donde lo haga lo hará con contundencia.
Golpeé a lo que parecía la hembra, aunque por el bigote que tenía y tal me parecían los dos hombres.
Ahora que lo pienso, si. Golpeé a la mujer en la cabeza con la cebolla podrida, porque el sudaca me llamó hijo de puta, así a lo lejos ... Yo había salido corriendo cobardemente de la escena del crimen.
Pero advierto. Lo hice sin querer. Yo quería dar al carrito.
¿ Somos hamijos filimbi ?