LA HISTORIA OLVIDADA (catalanes, no hablamos de vosotros, pero podeis opinar tambien)

[h=3]Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro[/h]
Aquella fría noche del 1 de diciembre de 1868, alguien dejó un pequeño bulto a la puerta de una inclusa en Madrid. El pequeño, recién nacido, llevaba una simple manta que lo envolvía y una nota como única explicación :


"Se llama Eloy Gonzalo García está sin bautizar y es hijo de Luisa García"

Eloy Gonzalo pasó pocos días en la inclusa. Diez días después el pequeño es adoptado por el matrimonio formado por Francisco Díaz Reyes y Braulia Miguel.
Por la profesión del padre, que es guardia civil, el niño pasa sus primeros años entre San Bartolomé, Robledo de Chavela y Chapinería. Dicen las malas lenguas que la pareja lo cuidó hasta que dejó de percibir la renta que recibían mensualmente de la inclusa para su manutención, momento en que fue de nuevo abandonado. Pero lo más probable es que lamentablemente los padres adoptivos murieron y Eloy se quedó otra vez solo.

Aprendió algunos oficios para subsistir, pero finalmente sólo vio una salida en el ejército en el año 1889. Sería aquí donde desarrollaría su carrera, de esta manera en 1891 ya era cabo.
No terminaron aquí sus desventuras puesto que años después descubrió que su novia, cuya boda estaba próxima pues había solicitado el pertinente permiso militar para contraer matrimonio, le era infiel con su teniente, al que amenazó con un arma; el Consejo de Guerra le condena el 25 de Abril de aquel año a 12 años y un día de prisión militar mayor, ingresando en el Presidio Militar de Valladolid.



(Eloy Gonzalo vestido de soldado)

Tuvo la oportunidad de salir de la cárcel poco tiempo después ya que se benefició del Real Decreto que permitía alistar presos, y es que España en esta época necesitaba hombres para su guerra en Cuba.

De esta manera, Eloy fue destinado al Regimiento de Infantería María Cristina núm. 63 y cruzó el Atlántico llegando a la provincia de Camagüey, en abril de 1896, al puesto de Cascorro, formado por unos fuertes que defendían la población con el mismo nombre.

El 22 de septiembre comienzan las hostilidades en este punto, pues el fuerte queda cercado por los mambises (El término Mambises (mambí, en singular) se utiliza para referirse a los guerrilleros antiespañoles de Cuba, soldados que en el siglo XIX participaron en las guerras por la independencia.) 3.000 rebeldes sitiaron a 170 españoles hostigándoles con cañones. El bombardeo era constante y a pesar de la petición por parte del enemigo de que rindieran la plaza, los españoles deciden resistir con su capitán Francisco Neila al frente.


(Poco habituados a las condiciones del clima tropical, especialmente durante el verano, los soldados españoles destacados en Cuba sufrieron numerosas bajas por enfermedades. Merece la pena hacer clic en esta foto de la época.)

El principal problema del asedio es que este se estaba haciendo desde la misma población de Cascorro, algunas casas cercanas pudieron ser destruidas o desalojadas, pero otras seguían siendo el principal foco del ataque, por lo que el Capitán Neila tomó la determinación de pedir voluntarios para incendiarlas.
Para ser el elegido, Eloy Gonzalo aduce ser huérfano y soltero y por lo tanto no tener a nadie a su cargo.

"Soy inclusero y no dejo a nadie que me llore o me precise"


Pidió una lata de petroleo para incendiar la casa y una cuerda para que le atasen y que cuando cayera muerto su cuerpo pudiera ser recuperado por sus compatriotas.

Salió del fuerte corriendo todo lo que pudo mientras las balas silbaban a su alrededor, logró llegar a la casa y utilizar el combustible para provocar un enorme incendio que la devoraría en poco tiempo, aún así pudo salir de aquel infierno y regresar a duras penas al fuerte.

Tal acción hace que la moral de sus compañeros se eleve pese a lo complicado de la situación y provoca un contraataque. Pocos días después una columna española al mando del general Adolfo Jiménez Castellanos liberó la posición consiguiendo romper el cerco de los mambises que tuvieron que abandonar finalmente Cascorro.

Por su valiente acción Eloy Gonzalo recibiría la Cruz de Plata al Mérito Militar pensionada con 7,50 pesetas mensuales y el capitán Neila la Laureada de San Fernando. No por ello dejaron de combatir hasta el final, de tal manera que nuestro héroe moriría en Cuba víctima de la disentería en el Hospital Militar de Matanzas en 1897. Otras fuentes indican que la causa de su muerte fue la malaria, o incluso fiebres tropicales.

Tras la derrota final del 98 sus restos fueron repatriados y fue enterrado en el madrileño cementerio de La Almudena junto a otros destacados militares de las guerras de Cuba y Filipinas.

La gesta de Eloy Gonzalo apenas tuvo relevancia militar en la guerra. Sin embargo, la figura del héroe de Cascorro se hizo muy popular en Madrid probablemente por su condición de expósito y por la necesidad de exaltar un rasgo de heroísmo individual en una guerra.



(Fotografía de la estatua de Eloy Gonzalo de principios de siglo)

En el mismo año 1897 el Ayuntamiento de Madrid decidió homenajear a este héroe. Para ello, le dedicó una calle (la calle de Eloy Gonzalo) y El Rey Alfonso XIII, el 5 de Junio de 1902, descubriría la estatua de Eloy Gonzalo, en la plaza de Nicolás Salmerón, a la que los madrileños no conocen sino por plaza de Cascorro, junto al Rastro.

Curiosidades :

» La estatua es obra de Aniceto Marinas, al que se le pagan 25.000 pesetas, habiendo sido elegido su proyecto en competencia con ocho más. Tiene una altura de 2,30 metros, realizada en bronce donado por el Ministerio de la Guerra. El héroe de Cascorro está vestido con el traje de rayadillo que se usaba en campaña, lleva colgado con una correa del hombro derecho el fusil Mauser reglamentario con bayoneta calada y en esa misma mano una tea para incendiar la casa desde la que los insurrectos cubanos disparaban a su unidad; bajo el brazo izquierdo sujeta una lata de petróleo que descansa sobre la mano de ese brazo y en ella puede verse la cuerda, que también se le enrolla en el cuerpo, y que había de servir para rescatar su cuerpo si llegaba a perecer en acción tan temible y arriesgada. La actitud es aguerrida y valiente.



(Estatua de Eloy Gonzalo en la Plaza de Cascorro de Madrid)

El pedestal, obra de José López Sallaberry (al que se le pagan 12.694,82 ptas.) lo forman tres escaños de granito, sobre ellos va un cuadro de mármol anaranjado y un rectángulo de piedra blanca labrada con recuadros de mármol gris, en dorado se lee:


frente:


“El Ayuntamiento de Madrid a Eloy Gonzalo, 1901″


espalda :


"Cascorro 1897"


En los laterales está el Escudo de Madrid con unos adornos de bronce.

» Con ocasión de esta inauguración diría Mariano de Cavia:


“Nuestro héroe al fin puede contar con una madre, la Diputación Provincial de Madrid; y un padre, el Ayuntamiento, que así dejan patente que no le olvidan”.

» El monumento alcanzó tal popularidad que hasta hubo de ser modificado el nombre de la plaza donde se instaló, entonces Nicolás Salmerón, puesto que los madrileños pasaron a llamarla inmediatamente Plaza de Cascorro, hecho que aconsejó al Ayuntamiento cambiar el nombre de la plaza al actual de Cascorro, lo que se realizó oficialmente en 1913.

» Se llama Eloy, porque ese era el santo del día en que nació.
 


Comienza la aventura

Noval nació en Oviedo un 16 de noviembre de 1887. De profesión ebanista, no pasó demasiado tiempo hasta que entró a formar parte del ejército. «Ingresó en filas como soldado del Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3, de guarnición en Oviedo, el 4 de marzo de 1909. Juró bandera el 11 de abril y ascendió a cabo por elección para la 4ª Compañía del Primer Batallón el 1 de septiembre de ese mismo año», añade Mendizábal.


Sin embargo, y como tantos otros, Noval no disfrutó de una amplia formación, pues su unidad pronto fue llamada para reforzar las posiciones españolas en el norte de África. «El 10 de septiembre de 1909 salió de Oviedo con su Regimiento por ferrocarril con dirección a Málaga, donde llegó el 13, embarcándose seguidamente en el “Ciudad de Cádiz” y desembarcando en Melilla el 14. Ese mismo día marchó con su Compañía (4ª del primer Batallón) al Campamento de Cabrerizas Altas, donde el regimiento se reunía», determina el experto.


Una vez en su destino, Noval participó en varias batallas como la de Taxdirt. «En la meseta de Taxdirt, habiendo estado los soldados españoles sometidos durante horas al fuego de los rifeños, tomó el general Tovar la decisión de relevarlos. En un momento en el que la meseta quedó libre, los rifeños trataron de ocuparla, siendo entonces cuando tuvo lugar la “carga de Taxdirt”, en la que un escuadrón de Alfonso XII, con el teniente coronel Cavalcanti al frente, evitó que la ocuparan», determina por su parte María Rosa de Madariaga.


Tras la batalla de Taxdirt, el militar también estuvo presente el 22 de septiembre de 1909 en la toma del Zoco el Had de Beni Sicar (una zona de gran importancia estratégica ubicada a unos pocos kilómetros de Melilla). No obstante, tras la conquista de la posición se planteó un problema para los españoles: aunque sabían que debían defender a costa de sus vidas el lugar, no disponían de suficientes fortificaciones para rechazar un ataque masivo de los rifeños. Por ello, comenzaron rápidamente las labores de construcción de defensas a sabiendas de que un minuto perdido podía significar la muerte de un gran número de sus compañeros.


A su vez, y para evitar ser atacados por sorpresa, los mandos organizaron varias patrullas nocturnas (también llamadas escuchas) a las que dieron orden de informar ante cualquier peligro. Concretamente, se construyeron alrededor del campamento varios «pozos de tirador» (pequeñas trincheras) como avanzadilla y, además, se estableció que un soldado debería recorrer estos reductos periódicamente para asegurarse de que no habían caído en manos enemigas.
m. p. v.


Estatua en homenaje al cabo Noval en la Plaza de Oriente de Madrid



De esta forma, durante a noche, una mezcla de tensión y miedo sacudía la columna de los vigilantes que, armados únicamente con su fusil y una valentía inigualable, inspeccionaban los alrededores del campamento en un intento de impedir un asalto masivo sobre sus camaradas.


Así, en la noche del 27 al 28 de septiembre, en un turno que en un principio no parecía deparar ninguna novedad, Luis Noval fue seleccionado para patrullar alrededor de los pozos. «Aquella noche el cabo Noval se encontraba en el Campamento de Zoco el Had, encuadrado en la 4ª Compañía que acampaba, junto con la 1ª y 2ª, formando un campamento mandado por el Coronel Molo. Su cometido era realizar la vigilancia y el enlace de 6 puestos avanzados y dobles situados entre flanco derecho de dicho campamento y el reducto al noreste, ocupado por la 3ª Compañía del primer Batallón», añade el militar.
La muerte de un mártir

Sin embargo, lo que en un principio comenzó siendo una noche tranquila cambió radicalmente cuando, aproximadamente a las dos y media de la mañana, Noval llegó a uno de los puestos, el cual estaba defendido -según afirma en el auto el Fiscal redactor del juicio contradictorio preceptivo para la concesión de la Cruz de Orden de San Fernando-, por los soldados Patiño y Fandiño.
Tras alertar a sus compañeros, murió tiroteado por los rifeños



Concretamente, Noval vislumbró de repente que un nutrido grupo de cientos de rifeños avanzaba hacia ellos amparándose en la oscuridad. El cabo no tuvo tiempo de reaccionar pues, casi al instante, los enemigos abrieron fuego sobre el lejano campamento español desde el cual, a su vez, se devolvieron los disparos.


En pocos minutos la situación se volvió insostenible, lo que provocó que Noval iniciara la retirada hacia el acantonamiento después de ordenar a Patiño y Fandiño que le siguieran. Sin embargo, parece que la decisión no convenció a este último, pues prefirió esconderse en una trinchera cercana a someterse al fuego cruzado entre españoles y moros.


Con el fuego de fusilería rifeña a sus espaldas, Noval y Patiño iniciaron la carrera hacia la entrada de la fortificación española. No obstante, lo que desconocían era que esta había sido cerrada aquella tarde, por lo que se dieron de bruces con una verja infranqueable. Además, la desgracia no acabó aquí, pues fueron recibidos por los disparos de sus compañeros, los cuales, debido a la oscuridad de la noche, no reconocieron a sus camaradas.


m. p. v.


Placa conmemorativa que recuerda los sucesos acaecidos al héroe de 1909



En ese momento, Patiño consiguió con dificultad superar la alambrada y ponerse a salvo al grito de «no tiréis, soy de la 4ª del 1º», lo cual detuvo brevemente los disparos españoles. Por su parte, y tras observar que los rifeños seguían sus pasos de cerca, el cabo Noval tomó la decisión de bordear la verja hasta encontrar una entrada al recinto.


En cambio, Noval pronto dejó de temer por su vida y empezó a preocuparse por la de sus compañeros cuando observó que varios de los moros que le seguían habían conseguido detener el fuego de los defensores al grito de: «¡No tiréis, que somos españoles!».


Al ver que los militares españoles habían creído la estratagema de los asaltantes, Noval no dudó y vociferó a pleno pulmón: «¡Tirad, que son los moros!». No le importó verse cercado por cientos de enemigos, sino que, a sabiendas de que moriría, dio la voz de alarma para después descargar su fusil contra varios enemigos cercanos. Desgraciadamente, este acto de heroicidad le costó la vida.
Una vida que vale un campamento

Tras una noche de fusil, bayoneta y cañón, los españoles consiguieron definitivamente hacer huir al ejército asaltante, el cual, según datos oficiales, contaba con unos 1.500 hombres. «Se mantuvo un nutrido fuego contra ellos durante toda la noche hasta las 11:00 horas», completa Mendizábal.
A la mañana siguiente tocó llevar a cabo la tarea más dura. «Al amanecer, la 1ª Compañía del primer Batallón realizó un reconocimiento ofensivo que desalojó al enemigo de sus posiciones con numerosas bajas y permitió la recogida del cadáver de Noval por la 3ª Compañía», finaliza el militar. Al parecer, encontraron el cuerpo del cabo abrazado a su fusil cerca de un fallecido moro al que, previsiblemente, había empalado con su bayoneta.
El recuerdo de Noval en Madrid

Algún tiempo después de conocerse su hazaña, se propuso que el cabo Noval recibiera a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando de 2ª Clase, el mayor mérito que podía obtener un militar en acto de servicio. «Sus exequias se celebraron el 19 de abril de 1910 en la catedral de Oviedo. Inicialmente enterrado el 29 de septiembre de 1909 en Melilla, sus paisanos tendrían que esperar siete años para recuperar sus restos, que fueron recibos con todos los honores y depositados bajo el monumento, obra de Víctor Hevia, levantado en el cementerio de el Salvador, donde aún reposan en la actualidad», completa Mendizábal.


A su vez, multitud de ciudades le dedicaron varios homenajes. Entre ellos, destacó el realizado por Madrid, donde se encargó a Mariano Benlliure la creación de un monumento en la céntrica Plaza de Oriente. Dicha escultura, que aún hoy puede disfrutarse, fue inaugurada por Alfonso XIII en junio de 1913.
 
Curro, hijo de mil padres, ve metiendo de poco en poco que nos vas a reventar con los megapost de las batallitas.

El momento en el que dejamos de ser hombres para convertirnos en lo que somos ahora, fue en el 98. El principio del fin.
 
Winner de Lavida rebuznó:
Curro, hijo de mil padres, ve metiendo de poco en poco que nos vas a reventar con los megapost de las batallitas.

El momento en el que dejamos de ser hombres para convertirnos en lo que somos ahora, fue en el 98. El principio del fin.

Yo creo que fue antes, en 1808, cuando los franceses nos dieron por el culo mancillando nuestro suelo al ocuparlo.

Os dejo lectura para el fin de semana, que nos os aburrais.:lol:
 
Que los cerdos de su finca crezcan lozanos y gruñones. :121:121
Hacía tiempo que no me deleitaba con las historias de nuetros padres.
 
Curro y cia, me dais la vida. Dejamos de ser homes por el XIX y los Boborbones. Danke
 
Duplicado. Disculpen. [por culpa del Stºcubata y los putos celulares]
 
Comparándome con los hombres expuestos aquí (y los que quedan) yo dejé de ser hombre antes de nacer.
 
Relato de A. Perez Reverte

Frailes de armas tomar

De vez en cuando me doy una vuelta por los viejos avisos y relaciones del siglo XVII, aquellas cartas u hojas impresas que, en la época, hacían las veces de periódicos, contando sucesos, hechos bélicos, noticias de la corte y cosas así. Con el tiempo he tenido la suerte de reunir una buena provisión en diversos formatos, y algunas tardes, sobre todo cuando tengo un episodio de Alatriste en perspectiva, suelo darles un repaso para coger tono y ambiente. Su lectura es sugestiva, a veces también desoladora –comprendes que ciertas cosas no han cambiado en cuatro siglos–, y en ocasiones muy divertida. Ése es el caso de una relación con la que di ayer. Está fechada en 1634, y se refiere a la peripecia de tres frailes mercedarios españoles que viajaban frente a la costa de Cerdeña. Me van a permitir que lo cuente, porque no tiene desperdicio.

El barco era pequeño y franchute, llevaba rumbo a Villafranca de Nizo, y a bordo, además de los tres frailes españoles –Miguel de Ramasa, Andrés Coria y Eufemio Melis–, iban el patrón, cuatro marineros y cinco pasajeros. A pocas millas de la costa se les echó encima un bergantín turco –en aquel tiempo se llamaba así a todo corsario musulmán, berberiscos incluidos– haciendo señales de que amainasen vela. El patrón se dispuso a obedecer, argumentando que, siendo francés el barco, podrían negociar con los corsarios y seguir viaje a salvo. Pero los tres frailes, súbditos del rey de España, no veían las cosas con tanto optimismo. Ustedes se escapan de rositas, protestaron, pero nosotros vamos a pagar el pato. Por religiosos y por españoles, pasaremos el resto de nuestras vidas apaleando sardinas al remo de una galera, o cautivos en Argel o Turquía. Así que, de perdidos al río, resolvieron cenar con Cristo antes que en Constantinopla. Que el diálogo de civilizaciones, apuntaron, lo dialogue la madre que los parió. De manera que se remangaron las sotanas, se armaron como pudieron con cuatro chuzos, tres escopetas y tres espadas sin guarnición que había a bordo, y amotinándose contra los tripulantes del barco, los metieron con los cinco pasajeros encerrados bajo cubierta. Después pusieron trapos en torno a las espigas de las espadas para que sirvieran de empuñaduras, y se hicieron una especie de rodelas amarradas al brazo izquierdo con almohadas y cuerdas. Luego se arrodillaron en cubierta y rezaron cuanto sabían. Salve, regina, mater misericordiae. Etcétera.

Ahora, háganme el favor y consideren despacio la escena, que tiene su puntito. Imaginen ese bergantín corsario de doce bancos que se acerca por barlovento. Imaginen a esos feroces turcos, o berberiscos, o lo que fueran –veintisiete, según detalla la relación–, amontonados en la proa y en la regala, blandiendo alfanjes y relamiéndose con la perspectiva, en plan tripulación del capitán Garfio. Imaginen la sonora rechifla del personal cuando se percata de que en la cubierta de la presa no hay más que tres frailes arrodillados y dándose golpes de pecho. Y en ésas, cuando los dos barcos están abarloados y los turcos se disponen a saltar al abordaje, los tres frailes –los supongo jóvenes, o cuajados y correosos, duros, muy de su tiempo– se levantan, largan una escopetada a quemarropa que pone a tres malos mirando a Triana, y luego, gritando como locos Santiago y cierra España, Jesucristo y María Santísima, o sea, llamando en su auxilio al santoral completo y al copón de Bullas, tras embrazar las almohadas como rodelas, se meten en la nave corsaria a mandoble limpio, acuchillando como fieras, dejando a los turcos con la boca abierta, perdón, oiga, vamos a ver, aquí hay un error, los que teníamos que abordar éramos nosotros. Con la cara del Coyote tras caerle encima la caja de caudales que tenía preparada para aplastar al Correcaminos. Y así, en ese plan, dejando la mansedumbre cristiana para días más adecuados, los frailes escabechan en tres minutos a doce malos, que se dice pronto, y otros cinco se tiran al agua, chof, chof, chof, chof, chof, y el resto, con varios heridos, pide cuartel y se rinde después de que fray Miguel Ramasa le atraviese el pecho con un chuzo al arráez corsario, «juntándose los dos tanto, que le alcançó el turco a morder en una mano, y acudiendo fray Andrés Coria le acabó de matar». Con dos cojones.

Ocurrió el 21 de octubre de 1634, día de santa Úrsula y de las Once Mil –una más, una menos– Vírgenes. Y qué quieren que les diga. Me encantan esos tres frailes.
 
Muy bueno el tema de los frailes.
A ver si busco algo de las hazañas de españoles por norteamérica del Norte.
Hay historias para olvidar, como la conquista de Miami y otros territorios del sur a base aperreamientos a los nativos :face:
Pero hay historias de franciscanos españoles a fines del XVI y en el XVII que fueron los primeros en conquistar de forma pacífica el Oeste norteamericano.
De ahi vienen esos topónimos: San Francisco, San Antonio, Santa Mónica, etc.

Y como curiosiad de cómo evangelizaron a los indios: Daos cuenta que el indio más famoso del XIX se llamaba Jerónimo, que es un nombre cristiano de origen judío claramente. Lo adoptaron los indios del Oeste norteamericano y se transmitió de generación en generación; se les olvidó con el tiempo la religión, pero quedaron muchos nombres.

Karma y votos.
 
Leyendo este jilo y disfrutando como chancho en lodazal!!!

Aunque conocía lo del asedio a La Coruña por los cabrones ingleses (la figura de maría Pita y tal), desconocía que estaba en el contexto de la ContraArmada......

Gracias sr. Curro y demás gente!!
 
[h=3]En 1547, un grupo de soldados atravesó el río Elba bajo el intenso fuego enemigo para garantizar un paso seguro a sus compañeros[/h]



Cuadro de Carlos I en la batalla de Mühlberg pintado por Tiziano





Según la tradición, la Historia atesora los nombres de los reyes y oficiales, pero nunca los de los soldados que luchan en las batallas. Así pues, para ganarse un sitio en la memoria, los combatientes anónimos tienen que protagonizar alguna proeza que les garantice un hueco en los libros.

Precisamente eso es lo que sucedió en la batalla de Mühlberg –antigua Sajonia- durante 1547, donde el ejército del Sacro Imperio Romano Germánico obtuvo la victoria gracias a once soldados españoles que, arriesgando sus vidas, cruzaron el río Elba bajo el intenso fuego enemigo para garantizar un paso seguro a sus compañeros.


Era rey entonces del trono hispano un entrado en años –y en achaques- Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico, quién, desde 1519, lucía también orgulloso el título de Emperador. Eran, en definitiva, buenos tiempos para el joven rey, pues había conseguido unir bajo su ornamentado cetro los territorios de la actual Austria, Alemania, parte de Italia e, incluso, Bélgica (Flandes).
[h=4]Un problema celestial[/h] Con todo, y a pesar de que disponía casi de tantas regiones, su Majestad no disfrutaba de un minuto de respiro al tener que velar constantemente por su imperio. Así pues, ya fuera bajando los humos a «la France» en batallas como la de Pavía, o luchando en representación del catolicismo contra los turcos, lo cierto es que este belga de nacimiento siempre viajaba cargado con la espada, la armadura y el escudo.


Carlos I se encontraba también hasta su real bastón de mando de los problemas de culto que, desde Alemania, llegaban a su palacio día sí y tarde también. Y es que, a comienzos del siglo XVI se había extendido a lo largo y ancho de la región teutona el protestantismo, una escisión de la tradicional religión europea (el catolicismo) que rápidamente cautivó a una buena parte de la población germana y provocó varios enfrentamientos contra las tropas del emperador.



Sin embargo, estos pequeños combates no fueron más que el inicio de lo que, con el paso de los meses, se convirtió en una sangrienta guerra a espada y arcabuz entre los príncipes alemanes partidarios de Martín Lutero –el fraile que, mediante su dura crítica a la iglesia católica había motivado la aparición del protestantismo- y su Majestad Imperial.



Finalmente, la situación terminó de recrudecerse cuando los protestantes formaron una alianza defensiva en contra del catolicismo. «La intransigencia de los protestantes imposibilitó todo acuerdo con el Emperador, y la situación escaló cuando en (…) 1530 varios príncipes pro-luteranos se reunieron en la ciudad de Esmalcalda (Schmalkalden) y (firmaron) un tratado (…) que marcó el nacimiento de la llamada “Liga de Esmalcalda”», explica Mario Díaz Gavier en su obra «Mühlberg 1547. El apogeo de Carlos V» de la colección «Guerreros y batallas» editada por «Almena».
No hubo nada más que apuntar. Hasta las fosas nasales como estaba, su imperial realeza declaró proscritos a Lutero, a los príncipes alemanes de la Liga y a todo bicho viviente notorio amante del protestantismo para después pertrecharse e iniciar camino hacia Alemania. De nada valieron los posteriores tratados; Carlos había tomado la decisión de derramar sangre.



«Cuando el emperador estuvo en condiciones de hacer frente a este problema –que hasta entonces sólo había podido atacar con conversaciones y acción política– (inició) una acción militar que pusiera freno a la imparable expansión de Lutero en Alemania. Para ello (…) ordenó la marcha de los suyos, desplegados por todos sus dominios», señala Andrés Más Chao en el volumen titulado «La infantería en torno al Siglo de Oro» de la obra conjunta «Historia de la infantería española».
[h=4]Primeros combates[/h] Para dirigir a su ejército en esta aventura alemana, el emperador seleccionó en primer lugar a su hermano, Fernando I –rey de Hungría y Bohemia– y, en segundo término, al Duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel).



La expedición imperial pisó Alemania varios meses después, aunque no en su totalidad, lo que provocó que el Duque de Alba tuviera que ingeniárselas para plantar cara y espada a los protestantes hasta la llegada de refuerzos. «Alba, nombrado generalísimo, inició una serie de marchas y contramarchas por las orillas del Danubio que consiguieron mantener en continua situación de inferioridad operativa al enemigo, que no se atrevía a presentarle batalla. Tras la llegada de los efectivos de los Países Bajos pasó a la ofensiva, ocupó varias ciudades y mantuvo un continuo hostigamiento sobre los protestantes», destaca Chao. Tal fue la efectividad del ejército de Carlos (formado, entre otros, por varios tercios españoles) que, en principio, los seguidores de Lutero se disolvieron.



Juan Federico, por Tiziano




Con todo, no hubo que esperar mucho hasta que los protestantes dieron de nuevo el arcabuzazo de salida a la guerra contra las tropas del Emperador. Concretamente, fue en 1547 cuando la Liga de Esmalcalda desenvainó de nuevo la espada bajo las órdenes de uno de sus miembros más destacables: el orondo príncipe elector de Sajonia, Juan Federico. Este, consiguió reunir bajo su mando un ejército de entre 20.000 y 25.000 infantes y unos 5.000 jinetes.



Con sus tropas a punto y dispuestas para derramar sangre católica, Juan Federico avanzó sobre los territorios de Mauricio de Sajonia, un antiguo miembro de la Liga Esmalcalda que había traicionado a sus aliados y había acudido a refugiarse entre las enaguas del emperador bajo promesa de tierras, oro y quién sabe qué otras cosas. Fuera como fuese, lo cierto es que, en su marcha, el elector puso en serios aprietos los territorios del bando imperial.



Pero atacar fue el gran error de Juan Federico, pues el emperador, cansado de sus problemas con el protestantismo, enfundó su espada y reunió a su ejército para acabar de una vez por todas con las pretensiones de aquella insistente Liga de Esmalcalda. Carlos se movilizó decidido, esta vez, a no dejar viva a su presa y cortar el problema de raíz con su sable.



Así, entre marzo y abril de ese mismo año, el ejército imperial (en el que se encontraba también el resentido Mauricio) inició la marcha para dar caza a los protestantes en plena Sajonia. Al parecer, esto no gustó demasiado a Juan Federico, quien decidió poner botas en marcha con su ejército e iniciar la retirada desde Meiben (una pequeña ciudad ubicada a orillas del Elba en la zona sur-este de Alemania) a lo largo del cauce del popular río teutón.
[h=4]Los ejércitos, orilla a orilla[/h] Para desgracia del ancho Juan Federico, la huida no tuvo el efecto deseado y el contingente imperial terminó dando caza a los protestantes en Mühlberg, un minúsculo pueblo ubicado en la orilla derecha del Elba (a menos de 8 kilómetros de Meiben). No obstante, la suerte no fue del todo esquiva con el elector de Sajonia, ya que ambos ejércitos se encontraron separados por el ancho río germano.


Con su enemigo en la orilla contraria, el protestante sabía que tendría una gran ventaja en la batalla que se avecinaba, pues si los soldados católicos trataban de cruzar el Elba se verían sacudidos por ráfagas constantes de plomo provenientes de sus arcabuceros. Sin embargo, esta superioridad estratégica no suplía la falta de soldados que sufría el bando luterano.
[h=3]Juan Federico ordenó una veloz retirada ante la superioridad imperial[/h]

«En vísperas de la batalla la desproporción numérica entre los adversarios no podía ser más patente. Mientras queel príncipe elector contaba con 6.000 efectivos de infantería y 3.000 de caballería, el ejército imperial totalizaba 20.000 infantes y 6.000 caballos. Juan Federico había colaborado a crear tal desproporción enviando a la frontera (…) a (varios) contingentes y destacando guarniciones en distintas plazas (…), cayendo así en uno de los errores más fatales para un comandante: querer protegerlo todo con el resultado de dispersar sus fuerzas», explica Gavier en su obra.



Ante la superioridad insultante de los imperiales, el elector de Sajonia prefirió no apelar al honor y continuó con la estrategia que había usado durante las últimas jornadas: el sálvese quien pueda. Por ello, dictaminó en primer lugar destruir todos los puentes cercanos para evitar que los soldados enemigos pudieran cruzar el Elba y, a su vez, ordenó a un contingente de sus mejores arcabuceros tomar posiciones en un dique cercano al río y detener el avance enemigo en caso de que Carlos atravesara el agua con sus hombres.


Por otro lado, dispuso que las carretas de provisiones, la artillería y la infantería iniciaran una huida acelerada en dirección a un bosque cercano, lugar en el que los soldados imperiales tendrían serias dificultades para perseguirles. Finalmente, el orondo Juan Federico dio órdenes de que se desmontara y quemara un puente provisional de pontones que su ejército transportaba.
[h=4]La heroicidad que valió una batalla[/h] El calendario marcaba el 24 de abril cuando el contingente imperial, en el que se destacaban varios tercios españoles, marchó al son de los tambores y flautines en dirección al Elba. Concretamente, las primeras unidades en abrir fuego fueron la artillería y los arcabuceros que, bajo la bandera del águila imperial de Carlos I, avanzaron hasta la orilla del río e iniciaron un bombardeo constante sobre las tropas enemigas ubicadas en la orilla contraria.



En cambio, y a pesar de que este fuego provocó varias bajas entre los protestantes, el bando católico seguía cargando a sus espaldas con un gran problema: era imposible cruzar el río. Y es que, la falta de puentes provocaba que la única forma de atravesar el Elba fuera zambulléndose en sus aguas, lo que suponía morir amargamente ante los arcabuceros enemigos.
[h=3]Varios españoles robaron el puente de pontones protestante[/h]

Fue precisamente en ese momento de incertidumbre cuando varios arcabuceros españoles, haciendo acopio de toda su valentía y gónadas, tomaron una decisión que, a la postre, decantaría la batalla del lado imperial. «Al constatar que el fuego enemigo menguaba (…) once españoles se desnudaron y “con las espadas en las bocas” cruzaron a nado el río, apoderándose de los pontones enemigos tras doblegar a los defensores y apagar el fuego. En medio de la aclamación de sus camaradas, aquel puñado de valientes remolcó su presa a la orilla izquierda, poco después, el puente se hallaba armado un kilómetro aguas abajo», destaca el autor de «Mühlberg 1547. El apogeo de Carlos V».



Así recordaba Carlos I en sus memorias este valeroso hecho: «Entonces el Emperador mandó a su General que hiciese adelantar los arcabuceros susodichos, que él encontró; los cuales luego volvieron al río, donde muchos entraron bien dentro, y se dieron tanta mano en disparar, que los adversarios, pese a la resistencia que hicieron con su arcabucería y artillería, fueron constreñidos a dejar los puentes que algunos arcabuceros españoles, lanzándose a nado con las espadas en las bocas, trajeron a la orilla donde estaban Sus Majestades».
[h=4]Una sangrienta persecución[/h] Horas después, el ejército imperial atravesó en su totalidad el río y, tras acabar con los escasos soldados protestantes que prefirieron combatir y morir por sus creencias a huir, el contingente aliado inició la persecución de Juan Federico. «La vanguardia (…) –integrada por 400 caballos ligeros italianos, y españoles, 450 húngaros, 100 arcabuceros a caballo españoles, 600 lanzas y 200 arcabuceros a caballo de Mauricio de Sajonia y 220 hombres de armas de Nápoles- avanzaba paralelamente un par de kilómetros al este (de los protestantes). En cuanto al grueso imperial, seguiría (…) la ruta tomada por el enemigo», completa Gavier en su obra.



Perseguidos y acosados, sólo era cuestión de tiempo que los soldados de Juan Federico perecieran a manos de la vanguardia católica, por lo que, en un intento desesperado de retrasar el avance enemigo, el elector de Sajonia ordenó a su caballería hacer una última carga contra el contingente imperial. Así pues, con las lanzas en ristre y el convencimiento de que era imposible vencer, los jinetes protestantes se abalanzaron contra los hombres del Duque de Alba y Mauricio de Sajonia. Sin embargo, poco pudieron hacer ante una fuerza superior en número y, tras perecer a cientos de sus camaradas, acabaron girando las riendas de sus caballos y huyendo. Con todo perdido, los restos del poderoso ejército de la Liga de Esmalcalda fueron capturados por los hombres de Carlos I.



Aquella jornada fue, además, infausta para los protestantes, pues tuvieron que llenar entre 2.000 y 3.000 ataúdes con los cadáveres de sus compañeros. Mientras, el bando imperial apenas tuvo que lamentar una veintena de fallecidos y pudo jactarse de haber apresado a casi todos los supervivientes enemigos tras la contienda. Tan abrumadora fue la victoria, que provocó el fin de la guerra entre ambos bandos.
[h=3]El curioso destino del elector[/h] m. p. villatoromadrid
Durante aquella infausta batalla fueron muchos los oficiales protestantes capturados por el bando católico pero… ¿Qué sucedió con el príncipe elector de Sajonia? Una vez finalizada la contienda, y después de que los soldados protestantes fueran capturados y despojados de sus riquezas y armas, Juan Federico trató de salvar la vida huyendo a lomos de su rocín. Sin embargo, su oronda figura se lo impidió.



«El (…) príncipe elector (…) intentó huir (…). Sin embargo, su obesa figura (y la armadura talla extra grande destinada a protegerla) era demasiada carga para su sufrido frisón; en el bosque de Schweinert (…) Juan Federico fue interceptado por una partida de caballería y, tras ofrecer dignamente un conato de lucha durante el que sufrió una cuchillada en la mejilla izquierda, terminó rindiéndose», señala Mario Díaz Gavier en su obra «Mühlberg 1547. El apogeo de Carlos V». Finalmente, el líder de la Liga Esmalcalda fue encarcelado por su traición al Emperador.
 
LA FUGA DE DIEGO QUIÑONES



Los cuerpos estaban colgados muy cerca de La Sublime Puerta como ejemplo y advertencia y llevaban allí, secándose al sol de Estambul más de una semana, y lo que les quedaba.
Como cada mañana camino de las murallas, dónde los turcos nos obligaban a reparar un lienzo, veíamos a nuestros camaradas allí colgando. Y como cada mañana, Alí, nuestro guardián, se choteaba de nosotros: ¡Perros cristianos! -decía- ¡Cani espanioli!-remataba.
Y después nos arreaba un rebencazo en la espalda para no perder la costumbre, el hideputa.


Pero esta mañana es diferente. Distinta. Aunque los cojones se te arrugan lo mismo que ayer, o más, cuando ves a Pedro el malagueño, a Matías de Calahorra y a Vicenzo de Génova allí colgando, resecos y devorados por los cuervos.
Te pones a pensar en cómo quedaría el dogal alrededor de tu cuello y dan ganas de abandonar el plan y de no hacer nada. Pero, ¡pardiez!, después recuerdas que eres cautivo de los infieles, el maltrato y el desprecio diarios, y recuerdas España, el sol, el vino y las hembras y tan sólo sientes deseos de escapar de aquí y que el próximo turco que veas sea sobre las tablas de una galera con su alfanje en la mano, como debe ser.


Por eso dejo de mirar a los ahorcados. Miro a Paco, mi compadre, y él me mira a mí, y miramos ambos a los demás camaradas. Alí, ni se imagina, el pobre, que esta mañana se ha puesto en paz con Dios por última vez.
La populosa Estambul empieza a despertarse y doce cautivos españoles, dispuestos a escapar, vamos camino de las murallas.

Me llamo Diego de Quiñones, arcabucero en el Tercio de Sarmiento y superviviente de Castelnuovo. Cautivo, por cinco años ya, de los infieles sarracenos.


Todo ha salido más o menos bien.
Quedamos vivos nueve, bueno ocho, porque a Ricard de Barcelona le quedan dos Avemarías, puesto que se intenta agarrar, sin éxito, las tripas que se le desparraman sobre la cubierta del falucho que hemos capturado.
Los demás hemos salido más o menos bien parados en el encontronazo con los dos jenízaros. Ya es mala suerte, pero así son las cosas de la guerra y nosotros ahora, estamos en campaña. Españoles, cautivos y fugados en tierra de infieles.

Ya me contarán vuestras mercedes.

Al pobre Alí, nos lo habíamos cargado según lo planeado, quedándose con los ojos muy sorprendidos y la femoral segada por un rápido y certero tajo, preguntándose todavía que de dónde habíamos sacado el cuchillo, que no era, por cierto, sino un hueso humano convenientemente afilado, un húmero creo recordar.
Mi compadre Paco de Larache lo había fabricado. Y él mismo había sido el encargado de usarlo. Frío, sereno, rápido y letal.


El alfanje y la lanza del desgraciado Alí, nos sirvieron para el siguiente paso, matar al centinela que custodiaba los muelles y robar una barca con la que huir por el canal.
Aquí es cuando, por desgracia, aparecieron los dos jenízaros.

Fue vernos y liarse a espadazos todo al tiempo, gritando así como lo hacen ellos que te ponen los pelos del cogote como escarpias. Los camaradas Julián y Santiago, sorprendidos por la aparición súbita de los dos enemigos cayeron abatidos de dos sablazos a las primeras de cambio y después, Klaus un tudesco enorme como un búfalo y con las mismas luces, se abalanzó contra ellos, pero lo atravesaron de parte a parte y allí se quedó el pobre Klaus, soltando chorros de sangre gruesos como brazos, sin embargo con su sacrificio nos dio tiempo a los demás para llegar hasta los jenízaros, y éramos nueve, y muy cabreados.


Cuando embarcamos en el falucho ya teníamos más armamento, hasta un pistolón que llevaba uno de los jenízaros y que no le había dado tiempo a usar. Ahora sus restos estaban esparcidos sobre el muelle, mezclados con los de su compañero. Lástima que hubiesen gritado tanto. No pueden hacerse una idea de cuánto. Y claro, media ciudad corrió curiosa hasta los muelles.


Por eso ahora Ricard se sujetaba las tripas implorando a La Virgen de Monserrat. Los demás aparejábamos a toda prisa la vela del falucho, que apenas cogía viento y miramos atrás, hacia el embarcadero.
Allí el gentío empezó a acumularse y pronto se vieron carreras y se escucharon gritos de al arma en los minaretes. A nuestro alrededor había cientos galeras y galeazas fondeadas, desde algunas, a través de las tablas, podíamos ver las caras mugrientas y sorprendidas de los galeotes y desde arriba, otras caras alarmadas que empezaron a apuntarnos con sus arcabuces y muy pronto, empezaron a llovernos encima pelotas de plomo.
Dos galeras comenzaron a mover sus remos para intentar cerrarnos el paso. La latina sigue sin recoger ni pizca de viento, y solamente hay cuatro remos en la embarcación, que agarramos y empezamos a bogar con fuerza. Otra vez al remo. Aunque ahora bogábamos por nuestras cabezas.

Un cañonazo suena y después otro y cerca, muy cerca de nuestra proa, y se levantan dos columnas de agua, y sobre nosotros cae un enorme roción que nos empapa a todos:
- ¿Qué rumbo…?- me grita, casi en el oído, el granadino Gutiérrez, que se ha puesto a la caña del timón.
- ¡A tierra…! - grito yo, y el camarada me obedece, y así con este gesto, me nombran su capitán.


Cuando alcanzamos la orilla corremos todos a ocultarnos en un espeso bosque cercano. Todos menos el pobre Ricardo, que se sigue intentando sujetar las tripas, que rebosan de entre sus brazos y manchan las tablas de sangre oscura, y nos mira con reproche mientras abandonamos el falucho en la playa y a él dentro. Pero nada podemos hacer por él. Y Ricardo lo sabe y aún así cuesta dejar atrás a un compañero, aunque se sepa que está muerto más que todavía respire y se queje y te mire.


Llega la noche. Nueve españoles ateridos de frío, hambrientos y sin beber una gota de agua desde hace horas. Igual que en campaña, así que nombro las guardias.
Mañana Dios proveerá y si no, nos dará de comer en el mismo cielo –digo:
- ¡Amén…! - me contestan los camaradas.


Por la mañana nos despiertan los gritos agónicos de Ricardo pues una patrulla turca había encontrado el falucho y a él dentro.
Seis hombres la forman y lo más importante, traen seis caballos.
¿Estamos locos?
Parece que nos decimos unos a otros mientras miramos, desde la linde del bosque, hacia donde los turcos se entretienen martirizando al pobre Ricardo.
Dios nos ha dado, pero como a buenos castellanos, no nos ha dado gratis. Hay que ganárselo. La honra y fama de los soldados españoles no desmerece tal trato.


Así que sigilosos y precavidos nos acercamos hasta donde está la patrulla turca, con gestos y señales de milicia nos colocamos muy cerca de ellos y a otra señal convenida, atacamos.
Demonios parece que han visto los turcos salir del bosque, demonios asesinos.
Abatimos a los seis de forma salvaje como una jauría de perros rabiosos y, ¿acaso no somos más que eso?
Lobos acorralados en territorio enemigo. Españoles rodeados de moros.


Ya es tarde para el desgraciado Ricard, pero los demás nos disfrazamos con los uniformes de los enemigos muertos, montamos en sus caballos y salimos de allí como alma que lleva el diablo.


Nuestro pequeño Tercio tiene ya un arsenal numeroso. Alfanjes, gumias, pistolas y hasta dos arcabuces. Me fijo que son españoles, de buena fabricación.
Pólvora de España, la mejor del mundo, oiga. Acaricio el arma como a un hijo pródigo y el tacto de la llave, me reconforta.
Ahora sarracenos, os va a costar un poco más haceros con nuestro pellejo, pienso mientras cabalgo y el aire de la libertad va dándome en el rostro.


Al hacerlo miro a los dos camaradas que llevan sobre las grupas de sus caballos a los compañeros. La escena es casi cómica, digna de un corral de comedias, pero allí, en tierra extraña e infiel, no tenía pizca de gracia.
No era muy normal ver a soldados montados sobre las grupas de otros y la noticia de la fuga de varios cautivos cristianos, ya se abría extendido por toda la región y por todo el imperio turco.


Pero nuestro amado patrón Santiago nos ayudó en la ocasión. Nuestra fuga estaba siendo bendecida, a costa de sangre eso sí, ya solamente quedábamos ocho españoles y a pesar del tiempo transcurrido, recuerdo todavía sus nombres:
El granadino Juan Gutiérrez, Francisco de Larache, José Cortés de Lepe, Blasco Pinzón de Cartagena, Felipo Trozzi genovés, Guzmán de Aljarafe, pícaro sevillano, y un vascongado de nombre impronunciable al que llamábamos simplemente Vizcaíno.
Y éste que les suscribe, claro. Ocho hombres, ocho españoles fugados de las mismas garras de La Sublime Puerta, perseguidos, acosados, prefiriendo morir libres e hidalgos que no cargados de cadenas.


Y lo logramos, guiados siempre por el Apóstol conseguimos alcanzar el Adriático y desde allí tierras cristianas.
Pero eso Señores Soldados, es otra historia que quizás otro día les cuente a vuestras mercedes.

Diego Quiñones.

 
Y hoy vamos a hablar de un canario al que mencey seguro que se le pone la polla dura al escuchar su nombre.

Amaro pargo.

Nació el 3 de Mayo de 1678 en La Laguna (Tenerife), se mantuvo soltero hasta el dia de su muerte, el 4 de octubre de 1747 a la edad de 69 años. Tuvo un hijo con la cubana Josefa Mª del Valdespino, hijo natural llamado Manuel de la Trinidad Amaro. Esta señora habia vivido como amante y sin palabra de casamiento. Doña Josefa era una mujer pudiente, pues tenia dos casas, algunos esclavos y joyas valiosas. El capitan Amaro Rodríguez Pargo vivia con ella cuando se quedaba en la Habana. Pagaba sus deudas, llevaba al pequeño Manuel consigo cuando visitaba a sus vecinos e iba a su barco, y por la general se le reconocia como su padre. Sin embargo, cabe destacar que nunca prometio unirse con doña Josefa, y cuando los vecinos de su localidad describian su relacion, la clasificaban como “ilicita”. Con el tiempo, el capitan Amaro Rodríguez Pargo se embarco de regreso hacia Tenerife. A pesar de que ocasionalmente enviaba a doña Josefa algunas prendas de lana y y otros articulos para vender y mantener a Manuel, nunca volvio a Cuba. Sus relaciones se terminaron cuando escribio a doña Josefa para pedirle que enviara a Manuel a vivir con el. Al negarse, el capitan interrumpio todo contacto, y, cuando murio, se nego a reconocer a su hijo. Conforme transcurrieron los años, doña Josefa agoto todos sus recursos en la manutención de Manuel, y, cuando este solicito su legitimación a los veintiséis años, aseguro que su madre “estaba ciega y en la mas extrema pobreza”.
“Amaro Pargo” muy pronto dejo a sus padres y dio rienda suelta a sus afanes de aventura. Trasladándonos al siglo XVIII, donde el capitán lagunero incrementaba su fortuna, viajando mas allá del Atlántico con productos salidos, principalmente, de la tierra cultivada con el sudor de los hombres que estaban a su servicio. Era propietario de una extensa y productiva tierra, ganaderías y haciendas. Ejerció como terrateniente y cacique… El padre de Amaro Rodríguez Felipe se mostró satisfecho porque su hijo, al cumplir los 14 años de edad, tuviera bastante juicio y capacidad para regirse y gobernarse, como lo muestra el ingenio para adquirir bienes, “tratando y contratando por mar y tierra y haciendo diferentes navegaciones”. Exporto-entre otros productos-vino de malvasia de sus cosechas o el aguardiente de fabricación propia. Rumbo a La Habana y La Guaira en sus desplazamientos marítimos…..El primer viaje documentado que realizo, lo hizo año 1701, cundo tenia 23 años a bordo del navío “Ave Maria”, alias “La Chata”.En aquel entonces nuestro personaje era alférez. En el primer navío que se embarco, fue abordado y aconsejo al capitán que simulara una rendición para sorprender luego al enemigo y lograr el triunfo, arrebatándole el botín.
Los capitanes de los dos barcos comenzaron a pelearse, aprovechando la confusión salta Amaro al barco para tapar los agujeros de los cañones enemigos y al hacer fuego resultara inútil, mientras da aviso a su barco que disparen, pues conocen la estratagema. Llevándose todo lo que habían robado. En señal de agradecimiento el capitán regalo a Amaro Pargo su primer barco, con el que se independizo y dio sus primeros pasos en el mundo corsario y comercial.

ORIGEN DE SU NOMBRE Y SU DESTINO HACIA MAR ADENTRO

Amaro Pargo, destaca con este nombre, relacionado con un pez. Este pez pudo cautivar al corsario y recordarlo junto a su nombre en sus ataques y asaltos navales. Un hombre caracterizado por sus ansias de aventura y libertad…. El mar es el camino universal. Permite llegar a todos los lugares. Quebrantar tu libertad de movimiento en el mar para robar, asesinar o intimidar, forma parte de la manera de actuar del pirata, corsario o truhán. En la inmensidad del mar te das cuenta de lo vulnerable que es todo. El pirata se aprovecha de esta debilidad. Seres ignominiosos que se dedican a este oficio siempre los ha habido y siempre los abra, porque el mar es tan inmenso y tan lleno de rutas por donde transportar riquezas, como extensos son los lugares de refugio donde esconderse y guardar los botines.

El comercio con Europa y América reporto grandes beneficios que llenaron el arca de caudales que poseyó Amaro Pargo. Entre ellos la propiedad de cuatro navíos, más los compartidos con otros capitanes.
El Clavel, cuyo hundimiento tuvo lugar en las costas de Cuba en septiembre de 1728 cuando iba hacia el puerto de San Cristóbal de La Habana. “Fortuna” “Ave Maria” “Ntra. Sra. De los Remedios” y “El Blandon” “La Isabela”…A veces la travesía a bordo de estas naves se hacia monótona, un dia y otro día. Cielo y agua, agua y cielo. Tempestades y calmas. La brisa, cantando en las jarcias. Entonces se improvisaba o recurría al trabajo de los músicos o aficionados que estaban a bordo, que por otra parte no era ninguna sinecura, ya que todos los tripulantes tenían derecho a pedir una tonada. Y el corazón aullando en el pecho como un lobo esperando la acción.

Reflexiona muy cabalmente cuando apunta sobre la fuerza naval o el arte de navegar:

Considero que el poder naval era el principal elemento que marcaba diferencias entre las distintas naciones y le confería el grado de fuerza entre los estados modernos. También entendía que todo aquel que no dispusiera de grandes fuerzas en los mares, estaba expuesto a constantes peligros. Por ello, aconsejo siempre a los pueblos, que quisieran dominar o gozar de un respeto, que pusieran mucho empeño sin descuidarse en ningún instante en organizar sus escuadras navales.

RASGOS

Queremos imaginarlo, frisando los setenta, cetrino y de gran fortaleza, con facciones profundas y pálidas por el insomnio de sus correrías, de mirada vehemente y de labios afinados por las culpas acalladas. Austero…un tanto valiente y violento, pero siempre sabiendo lo que tenia que hacer…hombre inquieto y aventurero…en algunas ocasiones estaba lacerado por sus remordimientos y tristezas constantes…A veces sintió la melancolía como un sentimiento extraño para el, pero se preguntaba.¿tiene algo que ver la melancolía con la vida de un pirata? Y entendía que si, a pesar de ser una vida azarosa, precaria, llena de riesgos y sin tiempo para la introspección, ni para ese sentimiento auto indulgente y momentáneo llamado regocijo……quizás preludiaba su destino duro y fatal por un lado. Sin embargo, por otro lado, era hombre que captaba voluntades, pues hablaba con palabras primordiales y hermosas.
Se distinguió además por varios motivos, bebía poco, era un ordenancista riguroso, no admitía a ninguna mujer a bordo de su nave. Tampoco toleraba las apuestas a los naipes o a los dados, todas las querellas debían resolverse en tierra. Amaro no estaba dispuesto a tolerar ninguna pelea entre su tripulación a bordo.

HAZAÑAS

El mozo salvo un día de los piratas la galera del rey que hacia la ruta entre el Caribe y Cádiz. Tras resistir durante un par de horas el ataque de un barco ingles, finalmente fue abordado y tomado por Amaro. Los pocos supervivientes fueron ahorcados. La mayoría eran bandoleros de mar de procedencia inglesa, holandesa etc. Todos enemigos de la católica majestad hispánica. Por eso el rey lo nombró “señor de soga y cuchillo” una institución medieval.

Se hizo rico tras muchas y arraigadas aventuras. Amaro con asombrosa intrepidez, se abrió paso entre las naves hasta encontrar la más cargada, a la que ataco y abordo, su presa contenía entre su mercancía cincuenta mil monedas de oro y una cruz de diamantes destinada a una reina o rey europeo. Seguidamente capturó un barco holandés, y tres días después uno ingles…

En cierta ocasión Amaro se topo con el famoso Barbanegra, al que saludo fogueando sus cañones. Este cumplido hecho a un jefe pirata por otro fue cortésmente devuelto y luego siguieron durante varios días “reciprocas urbanidades” entre ambos capitanes y sus tripulaciones; estas urbanidades tomaron la forma de un soberano hostigamiento en una tranquila cala de la costa, altercado del que Amaro logro escabullirse.

En otra ocasión el corsario persiguió y capturo un gran navío que venía de Jamaica, la batalla fue violentísima, Amaro abordo la nave y una pavorosa lucha cuerpo a cuerpo tuvo lugar entre el capitán y el corsario, armados de sables y pistolas. El capitán del barco asaltado resulto gravemente herido y Amaro escapo con solo un corte en los dedos.

UN INCIDENTE MILAGROSO EN PUERTO

En una ocasión y luego de emprender un saqueo contra una hueste de bucaneros que merodeaban en unas de las costas caribeñas, se libro de la muerte que un hombre creyó haberle dado tirandole un puñal. Los hechos ocurrieron una vez llegaron a puerto y confiados haber dado fin a su misión. Arropado por unos cuantos de sus hombres y en una céntrica calle de tabernas y prostíbulos, salieron le al paso una manada de cafres rezagados y vengativos atacando a traición. El capitán tuvo que enfrentarse con tres el solo y su sable, casi resultando herido de muerte al asestarle uno de ellos, el más bravo, repetidas puñaladas, logrando salvarse de una en el corazón por llevar un cobertor, (pieza ceñida al cuerpo junto a la carne, prenda de una Santa de la cual era devoto).
AmaroPargo.jpg

  • Retrato del corsario Amaro Pargo.
ENFRENTAMIENTO CON EL TURCO

Se cuenta que en unos de su regreso a Tenerife, con su tripulación, a bordo de la nave “Fortuna”, y trayendo una carga muy importante, la serenidad del viaje fue interrumpida por el grito del gaviero. “Buque pirata con bandera sarracena”. Amaro Pargo añadió: “Los Afortunados a las armas”.

Juntos los barcos, después los garfios, se produjo el abordaje y un violento enfrentamiento cuerpo a cuerpo, sin tregua ni cuartel, con predominio de los turcos que vencían a las fuerzas del corsario, pero mientras sucedía el combate el esclavo Cristóbal en compañía de varios hombres liberaron a un grupo de prisioneros cristianos, que habían sido capturados en unas de las razzias frente a las costas europeas. Siéndoles útiles en su apoyo para la victoria. Confortado el capitán corsario, sus marineros lo siguieron con terrible denuedo, y la bandera enemiga se arrió en testimonio de rendición y vasallaje. Quedaron los turcos prisioneros, y el corsario continuo su marcha con la presa obtenida.

UN ELEGIDO

En una ocasión, cuando Amaro Pargo regresaba de combatir contra los piratas, para eliminar su presencia en la ruta de las Americas se salvo gracias a la intervención de Sor Maria de Jesús (monja de su devoción de la cual portaba dicha reliquia), tirando una parte del brazo del cilicio que forma una cruz ( objeto de cuero u otro material que se usaba para la penitencia) al mar para que se calmara, la tempestad… sin naufragar…sucedió lo siguiente; la sacudida de una ola derribo al corsario sobre la cubierta, y por un instante tuvo la sensación de precipitarse a las profundidades.
La borrasca se desencadenaba por encima de su cabeza, y, a veces, lanzaba al chocar contra el aparejo un largo aullido que le hizo temblar de pies a cabeza. El mar lo perseguía despiadado, haciéndole pegar enormes saltos y el oleaje barría la cubierta de punta a punta. Acto seguido, intento mantener el rumbo y se encaramo al aparejo, luego trepo hasta la gavia sin temor a las espantosas sacudidas, interrogo al horizonte por el suroeste con una mano encima de los ojos, y jadeante con el rostro surcado por el sudor, arrojo al mar el cilicio que portaba encima adherido a su cuerpo, tomo de nuevo posesión del timón, luego se hizo un intervalo y contemplo en el silencio de las aguas un relámpago que ilumino por un instante la lontananza. De esta manera puso a salvo las vidas de quienes navegaban con el.

FANATICO RELIGIOSO

Siguiendo con estas apasionantes revelaciones de la vida del corsario, podemos curiosear en los versos del sarcófago donde reposa el cuerpo incorrupto de la monja Sor Maria de Jesús. Sarcófago que dono Amaro Pargo ornamentada con orlas que enmarcan cinco composiciones poéticas, en una de las cuales el corsario oculto su sobrenombre Pargo, que se puede encontrar si se unen las primeras letras de cada verso…(Este sarcófago es abierto cada 15 de febrero, con tres llaves que giran en diferentes sentidos. En un principio se guardaba en secreto la apertura de dicho sepulcro pues las llaves estaban ocultas en diferentes establecimientos religiosos y una tercera la custodiaba Amaro Pargo, como devoción para las ocasiones que se ofreciera abrir dicha urna)

Añadir a estos datos las inscripciones aparecidas en las puertas de la iglesia de El Socorro (Tegueste-Tenerife) con su nombre grabado, tal vez en agradecimiento por los costes que asumió en sus obras…

Intervino en el proceso de profesión de fe( educación religiosa) de su sobrina Sor Beatriz, hecho que tuvo que afrontar el corsario para que la joven pudiera entrar en el monasterio. Para profesar como religiosa de coro y velo negro necesito de una dote de 1.000 ducados. Al no disponer Amaro Pargo de dicha cantidad al contado, se obligo a pagar al monasterio,para ello, ofrecio sus bienes como garantia para saldar la deuda contraida .

INQUIETUDES ESPIRITUALES

Entre los prisioneros de unas de sus incursiones había un clérigo protestante, con quien entablo una gran amistad, surgió entre los dos una fraternal simpatía, hablando del alma, de la mística y de las diferentes impresiones e interpretaciones teológicas de las enseñanzas y el mensaje de Cristo…Amaro Pargo compartía y simpatizaba con las propuestas e ideas masónicas, ser caritativo, dispuesto a socorrer a los menesterosos etc. La palabra francmasón, significa; constructor gobernado por si mismo. (En sentido metafórico espiritual, hacerse digno de alcanzar la purificación y liberación del alma del apego material, es decir lo que hay ruin en su ser).
Los francmasones quedan obligados por juramento, a considerarse como hermanos, a prestarse ayuda mutua- cualquiera que sea su nacionalidad-, a guardar el secreto de los saludos y de los símbolos y ceremonias de su logia. Fue iniciado en una Logia española adquiriendo el grado de “compañero” .La francmasonería tiene por objeto el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes, y el ejercicio de la beneficencia. Tiene como principio la absoluta libertad de conciencia y la solidaridad humana o la redención final de la Humanidad.

SOLIDARIO

Devoto y generoso, prestaba ayuda a los pobres, se le valora la caridad y su interés en cambiar la pobreza… Amaro Pargo fue un hombre de profundas ideas religiosas, quizás viendo su muerte próxima, encomendó su alma a Dios. Al formalizar su testamento, ante el correspondiente escribano, no pensó en sus días de gloria, felicidad y riqueza, sino elevo su alma, al enviar su cuerpo a la tierra de la que, según preciso, “fue formado para que de ella sea reducido…” El corsario no se olvido nunca de los necesitados, como los niños expósitos de La Laguna (Tenerife), quienes, de no tener herederos el capitán y en ultima instancia, se beneficiarían. También destino dinero para los encarcelados.

La preocupación por la situación económica de los pobres en el siglo XVIII, motivo que Amaro Pargo participara en una de las sesiones del Cabildo (Tenerife), solicitando un nuevo tipo de moneda ( introducción de los cuartos y los ochavos bajo la estimación de 4 y 2 maravedíes, para limosnas) que mejorara el problema que presentaba la sociedad lagunera en aquella época. En la sesión no intervino como capitán sino como sencillamente en calidad de vecino y comerciante, dejando plasmado en su acta su firma.

PERSECUCIÓN Y DETENCIÓN

Fue muy perseguido pero siempre se escapo de la justicia. En cierta ocasión fue detenido Amaro Rodríguez por parte de los oficiales de la Casa de Contratación de Cádiz, al impedir que revisaran su navío “El Blandon”. El expediente alude en primer lugar a la consulta del 29 de marzo de 1719. El consejo de Indias puso en conocimiento del rey el haber dado cuenta que, el gobernador de Caracas, con un oficial real del puerto de La Guaira, fue a realizar la visita obligada antes de zarpar, según disponían las leyes. El capitán Amaro Rodríguez Felipe no quiso que se efectuara la inspección y se puso más de legua y media fuera de la artillería. Se dio orden el 18 de abril del mismo año de 1719, a francisco de Varas, para que luego que llegase a España, el expresado capitán, se le pusiese en prisión. El 3 de noviembre acudieron a su casa para que declarara y después de prestar juramento y en respuesta a lo preguntado, dijo que tenia 45 años, que era vecino de Tenerife y que ignoraba la causa de su prisión.

En otro orden de cosas, señalo que había venido de Veracruz como capitán de “El Blandon”, fabricado en Campeche. Un navío con el que, según añadió, salio en abril de 1718 de La Guaira con rumbo a Veracruz, transportando cacao.

El corsario informo que el gobernador deseaba actuar en contra de el, es despique del antiguo rencor y odio que le tenia, pues estaba receloso de que Amaro Pargo pudiera informar del abuso de su autoridad, la poca eficacia de su administración y la corrupción patente.

SU CODICIADO TESORO

Se sabe del constante saqueo de su casa en Machado (El Rosario-Tenerife) lugar estratégico de vigía hacia el horizonte atlántico…en busca de su tesoro que ciertamente existió, aunque a algunos les parezca increíble, (cofre que guardaba en el camarote y era como la caja fuerte en la que se guardaba documentos, objetos preciosos y dinero…) Pues señala en su testamento dicho ajuar, el cual estaba formado por plata labrada, joyas de oro, perlas y piedras de valor, porcelana china, ricas telas y cuadros, añadiendo que lo tenia catalogado en un libro forrado en pergamino y marcado con la letra D…( del que se desconoce su paradero)… Tesoro del cual solo se ha verificado y constatado una pequeña parte. Casa de Machado, donde vigilaba la llegada de barcos enemigos…o el deambular de las naves comerciales que recorrían esta zona …. Es conocida la rocosa de la cueva de San Mateo (Punta del Hidalgo-Tenerife)que servia para esconder sus botines….También dentro de este mapa de misterios están los míticos Roques de Anaga, en la parte geográfica este de la isla de Tenerife, donde se divisan restos de embarcaciones hundidas por los piratas o quizás al buscar refugio en algunas de estas calas del agreste Norte de la isla, debido seguramente a los vientos de alguna tormenta , tenían que navegar cerca de la costa y contar con los peligros que conlleva fondear frente a estos arrecifes…

En lugares donde la tierra no era nada generosa, tierras estériles, los lugareños no tenían otro medio de subsistencia que ir al mar a buscarse la vida en las ciudades, y sobre todo en los poblados mas pequeños del interior isleño, excepto los situados en ricas vegas regadas con el agua de sus barrancos, muy a menudo faltaban los productos mas imprescindible para sobrevivir. Para su suerte descubrieron que frente a sus narices paseaban, a menudo, naves cargadas de riquezas y alimentos. Por tanto si conocían el arte de navegar, y disponían de una ligera embarcación y armas, de una forma natural, se les incitaba a la piratería. Al latrocinio en el mar.

TITULO DE NOBLEZA

Obtuvo el titulo de noble, consiguiendo la real certificación de Nobleza y Armas, en Madrid el 9 de enero de 1727.

SU TESTAMENTO

Su fortuna quinientos mil pesos fuertes, cifra fabulosa cuando la isla, bucólica y pastoril aun conservaba su encanto natural y prerromántico….Amaro Pargo hizo su primer testamento en 1734 y el definitivo el 19 de junio de 1746, con un codicio posterior el 1 de octubre de 1747, realizando numerosas disposiciones, cambios y escrituras de fundación. Todo ello anotado en cientos de páginas cosidas en valiosos tomos con tapas de piel.

Amaro Pargo puso por condición que todos los que sucedieran en el vínculo y mayorazgo fueran hijos legítimos, nacidos y procreados de un confortable matrimonio o por subsiguiente legitimados, debiendo casarse con personas nobles y de limpia sangre.

El animo que le movió a hacer el vinculo y mayorazgo, fue el de conservar la memoria de su linaje y que los sucesores que lo representaran tuvieran caudal para vivir decentemente –“absteniéndose- preciso –de procederes indecorosos que le desluzcan”

Manuel de la Trinidad Amaro, hijo ilegitimo, presento por medio de su abogado un recurso de apelación el 28 de febrero de 1714 sobre una parte de la herencia, a lo que se opusieron los herederos.

SU MUERTE Y ENTIERRO

Murió el 14 de octubre de 1747. (La Laguna-Tenerife)

Durante el traslado del entierro, se hicieron ocho pausas en la calle. El sepelio fue por la mañana y en los documentos se hace constar que fue muy solemne.

El capitán Amaro Rodríguez Felipe fue enterrado en el sepulcro de sus padres, al lado derecho al entrar el templo Santo Domingo , bajo el coro. La losa de mármol tiene grabado el escudo de armas de la familia Rodríguez Felipe, en el que no faltan símbolos de fuerza como el guerrero saliente con armadura, los puñales y los cañones. Y para reforzar el espíritu corsario, al pie del sepulcro aparece una calavera guiñando el ojo derecho y el izquierdo abierto, sin faltar las dos tibias cruzadas.

Su esclavo moriría unos meses después el 17 de enero de 1748 enterrado en un convento anexo donde fue enterrado Amaro Pargo. El documento añade que era libre y de unos 80 años de edad. El entierro paro cuatro veces en su recorrido por la ciudad y acompañado de cuatro capellanes. Mucho mas importante es aun lo que dijo de este esclavo Amaro Pargo en su testamento, dando a conocer su apellido Linche y disponiendo que, por parte de sus herederos, nunca le faltara comida, vestimenta ni atención cuando estuviera enfermo, así como que fuera enterrado en su sepultura, es decir, en la de la familia Rodríguez Felipe.

Sus herederos estaban obligados por testamento-anualmente antes del 10 de noviembre-a ofrendar en el sepulcro del corsario 1 fanega de trigo y un barril de vino, debiendo cantar los religiosos el oficio de vigía, misa y responso que se acostumbraba.Mil treinta y cuatro misas regladas por su alma donde durante la función debería estar encendidas cuatro hachas en un hachero sobre su sepulcro.

https://www.laprovincia.es/vida-y-e...pirata-espanol-amaro-pargo-revive/575852.html
 
[h=1]LA HERENCIA ESPAÑOLA EN LOS SÍMBOLOS DE EEUU [/h]



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Entre las grandes hazañas protagonizadas por España en el pasado y que los españoles de hoy ignoran, está la exploración y conquista de muchos de los territorios que hoy comprenden los EEUU. Y es que mucho tiempo antes de que ningún otro europeo pusiera un pie en tierras estadounidenses, los españoles ya habíamos clavado nuestra bandera en dichos confines. Durante más de tres siglos, nuestros hombres fundaron ciudades, fortificaciones, misiones y poblados a lo largo y ancho de todo el territorio americano, desde las sureñas tierras de Texas hasta la mismísima Alaska, donde hoy sigue habiendo ciudades como Valdez o Cordova que recuerdan nuestra gesta y donde dejamos un legado imborrable que abarca gran parte de la costa norte del Pacífico, llegando hasta los confines de la actual Rusia.
Durante el tiempo que transcurre del siglo XVI al XIX, nuestros hombres tuvieron tiempo de ser los primeros europeos en cruzar el río Misisipi, atravesar el desierto de Nevada, avistar el Gran Cañón del Colorado o fundar ciudades tan importantes como Los Ángeles, San Francisco o San Agustín (en Florida, la ciudad más antigua de los EEUU que aún conserva nuestra preciosa fortaleza, con la bandera española aún hoy ondeando en lo alto). Asimismo, mucho antes de que los ingleses comenzaran la gran masacre de indígenas americanos, y siglos antes de que Hollywood rodara sus primeras películas del “Far West”, los españoles ya tomamos contacto, combatimos y pactamos con las grandes naciones y tribus indias de Cheyennes, Sioux, Arapahoes o Navajos. Incorporamos a nuestro Virreinato de la Nueva España territorios tan conocidos como Arizona, California, Nuevo México, Texas, Luisiana o la Florida, y le dimos su nombre a las islas canadienses de San Juan, López, Fidalgo y Cortés.
Nuestros antepasados combatieron, exploraron y conquistaron inmensos territorios contando con una escasísima capacidad y recursos, dejando un legado hoy casi desconocido para muchos pero que debemos esforzarnos en recuperar con orgullo en el nombre de nuestra historia y de nuestro país, que ha sido grande como ninguno. Nombres gloriosos como los de Cabeza de Vaca, Menéndez de Avilés, Vázquez Coronado, Hernando de Soto, Ponce de León, Fray Junípero Serra o Juan de Oñate estarían grabados a fuego en la cabeza de todos los ciudadanos del país si en lugar de haber nacido españoles hubieran sido ingleses o estadounidenses…Los españoles, ¡a veces tan poco agradecidos con nosotros mismos y con nuestro pasado!
Porque poca gente sabe que Madrid no es solamente la capital de España, sino que en Estados como Alabama, Nebraska, Iowa, Nueva York o Virginia, también hay ciudades que llevan su nombre. Tampoco es conocido por muchos españoles el hecho de que el emblema de Castilla siga luciendo a día de hoy en lo alto del mismísimo Capitolio de Texas. Pues bien, éste artículo pretende datar brevemente, con nombres y apellidos, los principales símbolos oficiales relacionados con España que aún perduran en la actualidad en los Estados Unidos y que hacen honor a nuestro legado. Hay muchos más, pero quiero recordar los que considero principales. Son los siguientes:
SÍMBOLO DEL DÓLAR
Poco antes de que los españoles descubriéramos América, el Rey Fernando el Católico había adoptado para el emblema de la nueva España las Columnas de Hércules, que entrelazó con una cinta sobre la que escribió la frase “Non plus ultra” que significa “nada más allá” y que hacía referencia a que ya no había nada más allá (del mundo conocido). Pero cuando Cristóbal Colón conquistó el nuevo continente, aquel lema se modificó, cambiando al “Plus Ultra” que nos ha acompañado hasta hoy y que indica que sí había algo más allá (América).Una vez incorporado este escudo a la oficialidad de nuestro Reino, y cuando tras las primeras conquistas los españoles fuimos acuñando moneda a lo largo y ancho de América, el símbolo de las Columnas de Hércules empezó a estar presente en todas las monedas acompañando a la figura de nuestros sucesivos Reyes. Siglos después, y aunque ya no conservemos la soberanía sobre dichos territorios, muchas naciones americanas conservan el españolísimo símbolo como representación de sus monedas. Entre ellos, los EEUU.


BANDERA CONFEDERADA
La bandera confederada, diseñada por el congresista americano William Porcher Miles y utilizada básicamente en operaciones militares, ha sufrido cambios a lo largo de la historia pero siempre ha estado vinculada a España (inicialmente estaba compuesta de tres franjas horizontales con los colores de nuestra bandera), y hoy lleva con orgullo sus trece estrellas de los Estados del sur americano, apoyadas sobre el Aspa de San Andrés, símbolo de la antigua bandera de España

BANDERA DE LA FLORIDA
Se trata de la última de varias banderas que ha tenido La Florida a lo largo de su historia. Ésta, diseñada en 1900, incorpora el escudo del Estado sobre la antigua bandera imperial española, la Cruz de Borgoña o Aspa de San Andrés, sobre fondo blanco. Señalar que en el fuerte de San Agustín, primera ciudad y primer fuerte construidos por los europeos en todo Estados Unidos, aún ondea nuestra bandera en lo alto de su torre del homenaje.


BANDERA DE ALABAMA
La actual bandera del Estado de Alabama, también fundado por nosotros, fue aprobada el 16 de febrero de 1895. En ésta ocasión, los de Alabama quisieron conservar simple y llanamente la bandera que había dominado sus destinos durante tres siglos. Sin modificaciones. La antigua bandera imperial de España con el Aspa de San Andrés sobre fondo blanco.


BANDERA DEL ESTADO DE ARIZONA
En este caso, la bandera de Arizona incorpora una estrella de color bronce en su centro en recuerdo de su pasado minero. Pero en la franja superior, que es la que nos interesa, vemos las trece barras que representan a las 13 colonias originales fundadas en el Estado, que llevan los colores rojo y gualda, en honor al Imperio Español y a nuestros conquistadores.


BANDERA DE NUEVO MEXICO
Los ciudadanos de Nuevo México también quisieron honrar a España con su bandera. Y es que dicha bandera, que incorpora en su centro uno de los símbolos indígenas de la tribu neomexicana “Zía”, también lleva los colores rojo y gualda de nuestra bandera en honor a nuestros exploradores, a España y a su Rey.


BANDERA Y ESCUDO DE MONTANA
El lema del Estado, que figura en la bandera y el escudo de Montana, originalmente vinculada a la Luisiana española, hace referencia, en español, al pasado minero que introdujimos los españoles en la región. Literalmente dice “Oro y Plata”


ESCUDO DE TEXAS
El escudo de este importantísimo Estado americano también tiene presente a España. Y es que incorpora las 6 banderas de las 6 naciones que han ejercido su soberanía sobre dicho territorio. En ésta ocasión, nuestra bandera moderna con el escudo de la época, luce en su parte superior derecha.


ESCUDO DE LOS ANGELES
El escudo de la ciudad de Los Ángeles, que tantas veces hemos visto en las películas de Hollywood, también tiene reminiscencias claras de nuestro legado fundador. En su cuartel inferior izquierdo, vemos claramente el emblema de Castilla y León, que representa su fundación como ciudad española, y en la parte baja vemos reseñado el año de su fundación por España.

ESCUDO DE PUERTO RICO
El escudo de este Estado Libre Asociado, tan cercano en su amor y fidelidad a España, botín de guerra de los EE.UU en la guerra hispano-norteamericana de 1898 y territorio no incorporado a los EE.UU -pertenece a los EE.UU pero no forma parte de ellos-, es plenamente hispánico. El escudo de Puerto Rico fue otorgado en 1511 por la Corona Española, y es el más viejo del Nuevo Mundo. Fue adoptado nuevamente en 1976 por el gobierno del Estado Libre Asociado de Puerto Rico”.

ESCUDO DE ALABAMA
Por último, varios de los escudos utilizados actualmente en el Estado de Alabama, también recuerdan a nuestra patria, pues en su cuartel superior izquierdo nos tienen presentes a través de nuestro escudo de Castilla y León, como patria fundadora que fuimos.
 
curro jimenez rebuznó:
ESCUDO DE ALABAMA
Por último, varios de los escudos utilizados actualmente en el Estado de Alabama, también recuerdan a nuestra patria, pues en su cuartel superior izquierdo nos tienen presentes a través de nuestro escudo de Castilla y León, como patria fundadora que fuimos.

En el superior derecho está el emblema de la casa de los Borbones.
 
Leido barra. Danke Paleto y cia. Muy bueno
 
.
Gracias Curro por tus masunos en este hilo :wink:


Bela_Lugosi rebuznó:
En el superior derecho está el emblema de la casa de los Borbones.
Efectivamente, pero de los Borbones afrancesados.

El escusón, que es el escudo dentro del escudo, la pieza azul que contiene en su interior las tres flores de lis de color amarillo, aparece sin orla roja, por lo que representa la Casa de Borbón en Francia. El escudo de la Casa de Borbón en España, tiene una orla roja (bordura lisa de gules y rojo) que distingue a los Borbones españoles (Borbón-Anjou) de sus parientes franceses.

Todo esto lo aprendí gracias al AS :lol:
 
CURRO, YO TE INVOCO.
Deléitanos con la Guerra de África y el General Prim. Y si te sobra tiempo nos cuelgas algo de éste hombre:

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Trisómico rebuznó:
CURRO, YO TE INVOCO.
Deléitanos con la Guerra de África y el General Prim. Y si te sobra tiempo nos cuelgas algo de éste hombre:

Nqhq4YE.jpg

Y quien es ese? Es que estoy con el movil y no me deja ampliar la foto.

De África mejor hablar de la campaña de Prim, por que si hablamos de Annuan....

Enviado mediante señales de humo
 
Creo que es de obligado cumplimiento el recordar, ponderar y honrar a la soldadesca española masacrada en Marruecos. Degollados, castrados, violados, sometidos a inhumano tormento por cumplir órdenes de una oficialidad corrupta e inepta. La España de hoy retratada hace 90 años. La potencia de chichinabo saliendo por patas de África. True story.

 
Hablaba de a campaña Prim, excelencia. Y el de la foto es Diego de León.
Le dejo a vuecencia el honor de ilustrarnos. :121
 
La madrugada del 9 de agosto de 1780, Luis de Córdova, director general de la Armada española, estaba a punto de hacer historia con 27 navíos y algunas fragatas, en un golpe logístico que ha quedado como el mayor sufrido en toda la historia por la Royal Navy. Acechando uno de los más grandes y ricos convoyes que partió de Portsmouth en el siglo XVIII logró la presa con una precisa mezcla de astucia y audacia sumadas a las dotes de gran navegante.


Todo había empezado semanas antes, con los espías españoles en la capital inglesa, que se hicieron con los datos de salida de un gran convoy. Inglaterra necesitaba en ese momento reforzar militarmente y avituallar a sus mejores unidades, que estaban luchando en ultramar, en las postrimerías de la guerra de Independencia Norteamericana, además de la expansión del Imperio en la India. Pero Gran Bretaña acababa de vivir, en el verano de 1779, con un terror desconocido desde tiempos de la Grande y Felicísima Armada de Felipe II, el acoso de la Armada combinada a las costas británicas. Era la primera acción importante después de que los Pactos de Familia pusieran a España en guerra con Inglaterra, un acoso por el que la población británica había abandonado incluso las localidades costeñas. Luis de Córdova capitaneaba la escuadra española y hubiera invadido Inglaterra aquel verano, pero las dudas continuas del almirante francés, Luis Guillouet, y una acción combinada del escorbuto y una epidemia de tifus echaron al traste esos planes y los obligaron a retirarse a Brest.



Luis de Córdova




Cuando la información del convoy llegó al conde de Floridablanca, este alertó a la Armada comandada por Luis de Córdova, que contaba entonces 73 años. A sus fuerzas de 27 navíos se había sumado una flotilla francesa de 9 navíos y una fragata. A los franceses no les parecía nada bien el mando de un hombre tan mayor, pero lo cierto es que Floridablanca lo defendía como uno de los más válidos marinos de la época: “El viejo ha resultado más alentado y sufrido que los señoritos de Brest”, escribía el secretario de Estado al conde de Aranda apenas un año antes, cuando fracasaron los planes por la indecisión francesa.


Luis de Córdova estuvo acechando desde el Estrecho para encontrar el rastro del convoy. Y se aprovechó de que Londres, como consecuencia del ataque del año anterior que había detenido el comercio y parado la bolsa, ya no permitía a su flota alejarse del Canal de la Mancha. A la salida del Canal, el convoy quedó con la mínima escolta, apenas tres buques, y el resto volvió a defender las islas. Tratarían de alejarse de las rutas sabidas y confiarían su suerte a la noche y el viento.



Mientras tanto, las veloces fragatas españolas escrutaban grandes superficies alrededor de la flota, que se movía con prudencia en los primeros días de agosto de 1780. Pero todos sus esfuerzos dieron fruto en la madrugada de aquel dia 9. Poco después de la medianoche, desde el “Santísima Trinidad”, el Escorial de los mares, Luis de Córdova pudo ver cómo una lejana fragata, adelantada a barlovento para rastrear la zona, lanzaba una señal, disparando sus cañones. Sin embargo, por la extrema lejanía, no se pudo contar el número de disparos que indicaba el de velas avistadas.



¿Sería el convoy? Debieron ser momentos de gran tensión hasta que la fragata, siguiendo la ordenanza y avistando numerosas velas ya en el horizonte, y no de la escuadra combinada, repitió la señal y desde el “Santísima Trinidad” pudieron contarse los disparos.


En ese momento el navegante ordenó a virar a su escuadra y calculó el rumbo para lograr que se llegase a un punto en el que, al amanecer, se encontrarían con el convoy. A su dominio de la navegación añadió una añagaza: dejó un farol en lo alto del trinquete, el palo de proa, del “Santísima Trinidad”, que confundió a los del convoy hasta el punto de dirigirlos directamente a la trampa tendida.


Amanece el día 9. A las 4:15 de la madrugada se avista una vela en el horizonte. Inmediatamente le siguen muchas más, todas se encaminan a la luz del farol que camufla su suerte inmediata. Ellos creían que se trataba de una señal de su propio comandante.


Cuando ya es tarde, descubren su error y viran en desbandada. Luis de Córdova comienza a cañonear de manera selectiva a los aterrados ingleses para que se detengan y ordena una caza general para capturar y marinar las presas con dotaciones inmediatamente.


El Santísima Trinidad



A las 5 de la mañana ha capturado 26 buques con 10 navíos, pero la caza continúa durante toda la jornada, aciaga para el inglés, trepidante para la combinada. Al anochecer cuentan 41 naves. Solo se escapa un bergantín chico por el Este y seis o siete pequeñas embarcaciones por barlovento, de las que solo se podrá dar caza a una más tarde. Lo hará la fragata “Nereyda”. El recuento, acabado el día 10 será de 51 naves capturadas. A las huidas hay que sumar la huida del único navío, de 74 cañones, y las dos fragatas que escoltaban el convoy. ¡Y qué convoy!



Cuando los españoles empiezan el recuento apenas pueden dar crédito a lo que ven su ojos. Se trata de un convoy doble, apresado antes de separarse. Una mitad iba a las Antillas inglesas, con el fin de reforzar a las tropas que combaten en Norteamérica, y la otra mitad se dirigía a la India, con un valiosísima carga. Luis de Córdova, que además comprende enseguida el valor estratégico del material militar apresado, ordena a Vicente Doz que escolte las presas a Cádiz, en cuyo puerto fondean el 20 de agosto. Allí van los buques que además de pólvora en gran cantidad y armas, uniformes y vituallas para miles de soldados, portaban lingotes de oro por valor de un millón de duros (para comprender la dimensión, piénsese que el valor de tantas naves no pasaba de 600.000).


El mayor desastre logístico de la historia británica incuía 37 fragatas, 9 bergantines, 9 paquebotes; sumaba 294 cañones; portaba 1692 hombres de equipajes, 1159 hombres de la tropa de transporte y 244 pasajeros, entre ellos algunos importantes. De las fragatas había algunas de 700 toneladas, muchas de 400, más de 10 de 200 y el resto de 300 toneladas. Tres de ellas pasaron a la Armada española con los nombres de “Colón”, “Santa Balbina” y “Santa Paula”.



Las noticias de la captura hicieron caer la bolsa de Londres. El toma y daca se repetirá, varias veces casi en las mismas aguas durante los siguientes 25 años, hasta Trafalgar, pasando por las batallas del Cabo de San Vicente y la del de Santa María. En la última, en 1804, un año antes del desastre de la Armada combinada en Trafalgar, estalló por los aires la “Mercedes”, tan célebre desde hace unos años por culpa del expolio de los cazatesoros de Odyssey.
 
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"Los españoles entrando a sangre y fuego en cataluña y violando a las mujeres..."

"if they don't allow us in the EU, let's invite the Chinese navy to station nuclear weapons in the port of Barcelona"


Me juego mis orocs a que este maromo es forero.
 
Trisómico rebuznó:
CURRO, YO TE INVOCO.
Deléitanos con la Guerra de África y el General Prim. Y si te sobra tiempo nos cuelgas algo de éste hombre:

Vamos con Prim y su famosa arenga a los voluntarios catalanes antes de tomar tetuan.

[h=1]MORIR POR MI BANDERA.VOLUNTARIOS CATALANES[/h] No voy a narrarles una historia erudita de nuestra bandera; está al alcance de cualquiera y escrita por expertos vexilólogos o historiadores de renombre. Esta es otra historia, la de los sentimientos que los soldados han ido grabando en cada uno de sus pliegues, en cada tono cambiante de luces y sombras que muestran sus brillantes colores cuando el sol la ilumina y el viento la flamea.


Hasta hace poco la bandera fue un instrumento militar que se llevaba al combate, aunque su significado y utilidad pasó, desde los tiempos más remotos, de ser una simple referencia para el combate a tener un profundo sentido espiritual.




Morir y vivir por ella, verla inmortal y vencedora, enhiesta siempre aunque todos vayan cayendo, la convirtió en algo sagrado, el signo del sacrificio otorgado con un beso, el de sus soldados que han jurado defenderla incluso con la vida. Sus colores y atributos llevan la identidad de los individuos a los que representa. Son los sentimientos imprescindibles para el amor y respeto a nuestra historia que se plasman en la palabra soberanía. España cuenta con una larga y gloriosa historia que nos ha llevado a levantar nuestra bandera en cualquier rincón del mundo. Y bien lo saben los que quieren dividir atacando, antes que a otra cosa, a la bandera, usándola como símbolo de enfrentamiento y engañando a las futuras generaciones sobre sus orígenes e historia.


Son muchas las glorias y sufrimientos de nuestra bandera, que no hay honor sin sufrimiento. Transmitir estas sufridas glorias, contar su historia y transmitirla desde el amor y el respeto, hacen grande a una Nación. Una gran Nación, España, que nadie desde los rencores y falsos pronunciamientos conseguirá deshacer, desunirla o empequeñecerla, porque está unida bajo su bandera a través de siglos de historia y sangre por ella derramada. Así será pese a quien pese y pase lo que pase.


La bandera siempre fue el símbolo que representaba los sentimientos del soldado y era el abanderado un veterano de confianza que convertido en alférez daría su vida antes de rendir su enseña. Nunca la bandera se puso en manos de quien no hubiese acreditado el valor y el honor suficiente para llevarla.

Enseña de guerra, señal para atacar o retirarse, signo distintivo que entre el humo de la batalla debería permanecer flameante y enhiesta como muestra de ir venciendo. Famoso fue el linaje de los Aldana y entre ellos Juan de Dios Aldana, alférez del rey de Portugal en la batalla de Toro. Portaba el estandarte en una mano mientras con la otra combatía con su espada. Perdida la mano de la espada siguió en primera línea flameando su bandera hasta que perdida la otra mano recogió la enseña con los sangrientos muñones de sus brazos manteniéndola en alto con su boca hasta caer acribillado a estocadas.





Nuestra historia está repleta de heroicos ejemplos de sacrificio y valor por nuestra bandera.
Cuando está a punto de comenzar el año 2014 en el que se conmemora el bicentenario del nacimiento de Antón Joan Pau María Prim y Prats, el General Prim, Conde de Reus, Marqués de los Castillejos y Vizconde del Bruch les expongo uno de esos relatos que él y sus tropas protagonizaron. Un catalán universal, un patriota comprometido con su española catalanidad, de amor profundo a su patria y las libertades de los españoles. En octubre de 1859 España estaba en guerra con Marruecos. Las fuerzas de reserva estaban mandadas por el general Prim. Se le encargó que con sus tropas abriese un nuevo camino al ejército para avanzar hasta Tetuán. Iba así a comenzar la conocida como Batalla de los Castillejos. Habían llegado al campamento los Voluntarios Catalanes, unos 500 hombres, vestidos al uso del país, con calzón y chaqueta de pana azul, barretina, botas amarillas, canana por cinturón, chaleco listado, pañuelo de colores anudado al cuello, manta a la bandolera, y fusil con bayoneta.

Los mandaban D. Victoriano Sugrañes, un Comandante que a pesar de su juventud, ostentaba tres cruces de San Fernando, y con él algunos oficiales que habían hecho la guerra de Crimea. Prim, como su paisano, pidió que los agregasen a su cuerpo de ejército, y ellos solicitaron marchar en vanguardia en la batalla del día siguiente.


Prim, vestido como casi siempre, con ancho pantalón encarnado, levita azul, kepi de paño; con su sable curvo, montado en un caballo árabe, se presentó ante ellos y delante de miles de soldados les dirigió en catalán la siguiente arenga:


<< Catalanes: Acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido, en el ejército de África, cuyo renombre llena ya el universo. Vuestra fortuna es grande, pues habéis llegado a tiempo de combatir al lado de estos valientes. Mañana mismo marchareis con ellos sobre Tetuán.



Catalanes: Vuestra responsabilidad es inmensa; estos bravos que os rodean y que os han recibido con tanto entusiasmo, son los vencedores en veinte combates, han sufrido todo género de fatigas y privaciones; han luchado contra el hombre y contra los elementos; han hecho penosas marchas, con el agua hasta la cintura; han dormido meses eternos sobre el fango y bajo la lluvia: han arrostrado la tremenda plaga del cólera; y todo lo han sufrido sin murmurar, con soberano valor, con intachable disciplina. Así lo habéis de soportar vosotros. No basta ser valientes: es menester ser humildes, pacientes, subordinados. Es menester sufrir y obedecer sin murmurar. Es necesario que correspondáis con vuestras virtudes al amor que yo os profeso, y que os hagáis dignos con vuestra conducta de los honores con que os ha recibido este glorioso ejército, de los himnos que han entonado las músicas en vuestro loor, del general en jefe a cuyas órdenes vais a tener la honra de combatir; del bravo general O´Donnel, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios…



Pensad en la tierra que os ha equipado y os ha enviado a esta campaña; pensad en que aquí representáis el honor y gloria de Cataluña; pensad en que sois depositarios de la bandera de vuestro país…y que todos vuestros paisanos tiene los ojos fijos en vosotros para ver como dais cuenta de la misión que os han confiado. Uno solo de vosotros que sea cobarde, labrará la deshonra de Cataluña…



Y si así no lo hacéis; si alguno de vosotros olvidase sus sagrados deberes y diese un día de luto a la tierra en que nacimos, yo os lo juro por el sol que nos está alumbrando: ni uno solo de vosotros volvería vivo a Cataluña…>>
¡Adelante, catalanes! ¡Acordaos de lo que me habéis prometido! ¡Adelante!, les gritaba en catalán.






Los voluntarios catalanes se encaramaron por las murallas y penetraron por las troneras de los cañones, fieras más que hombres, vengando a sus hermanos asesinados en aquella laguna pantanosa y entre ellos a su intrépido comandante Sugrañes, muerto en los primeros momentos de empeñar la acción.


El General Prim, poco antes, había protagonizado una acción que le había otorgado fama y prestigio entre sus soldados. En el fragor de la batalla vio ondear el estandarte de España y lanzándose sobre la Bandera la coge entre sus manos y la tremola, como si quisiera identificarse con ella, dirigiéndose hacia el enemigo. Envuelto entre sus soldados les grita enfurecido: << ¡Soldados! Vosotros podéis abandonar a esas mochilas, porque son vuestras; pero no podéis abandonara esta bandera, porque es de la patria… ¿Permitiréis que el estandarte de España caiga en poder de los moros? ¿Dejareis morir solo a vuestro general? ¡Soldados! ¡Viva la Reina!>>



Cataluña podía mostrarse orgullosa de sus hijos, de sus Voluntarios Catalanes y de aquél intrépido General que siempre decía que el soldado que dormía una noche en su campamento, no le abandonaba nunca. Él, que siempre durmió en campamentos de intrigas, aprendió a saber el valor de la libertad y ya nunca la abandonó. Porque el soldado que duerme una noche junto a los horrores de la guerra nunca abandona la libertad. Eso le llevó a decir en sede parlamentaria: “No olvidéis la sangre derramada por vuestras disputas políticas”. Hoy sus palabras se pueden leer en Madrid escritas sobre bronce en el mismo lugar donde fue asesinado. Parecen un aviso pero son una gran herencia.





Un patriota que como catalán, hombre de Estado y de bien, amaba una España unida y fuerte bajo una única Bandera , la misma bajo la que lucharon sus “Voluntarios Catalanes” en la batalla de Castillejos, la bandera de España.
 
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