Bastante cierto, la verdad. En el ligar está la clave de todo. Se ha salido a las discotecas y a los bares de copas porque esa era la arena principal del ligue. Podías ligar en clase, claro, o podía un colega presentarte a su amiga, pero la arena principal era esa, y el tiempo era ese. Hoy ya no lo es, hoy lo es Tinder y otras apps. Por tanto, es de cajón que los bares se vacíen, y es de cajón que las generaciones que han venido al mundo detrás y para las cuales el ligar sea algo que se hace en la pantalla de tu móvil, no tengan las mismas ganas de salir que las generaciones para las cuales esa era prácticamente el único escenario, el único tiempo.
Otros factores son los ya mentados bajones de natalidad -hay menos gente entre los 18 y 30 años hoy que hace veinte años-, el aumento en el coste de las copas -en 1995 se podía salir con mil quinientas pesetas y tomarse uno tres copas y cuatro copas, sal ahora con diez euros y ya verás qué risa-, que la capacidad adquisitiva de la gente es, en general, menor, y que las prioridades han cambiado.
¿Sí? ¿Seguro? Yo llevo saliendo muchos años. Hace veinte años, cualquier garito de Malasaña estaba lleno de veintañeros. Hoy está lleno de tardotreintañeros y cuarentañeros. Y la mayoría de los veinteañeros son guiris, que sí tienen más poder adquisitivo, que sí tienen mayor motivación para salir a la calle porque están en un país extranjero y quieren vivirlo más. A lo mejor es cosa de Malasaña, no sé. O a lo mejor es cosa general, porque pasa lo mismo en casi cualquier otra zona de ocio nocturno de Madrid.
Lo que ofrecía salir, esto es, la posibilidad de ligar primero, la posibilidad de ligar en segundo lugar, la posibilidad de ligar en tercer lugar y luego ya si eso echarte unas risas con tus colegas y hablar con ellos de ligar e incluso intentar ligar, hoy se ofrece en otro lugar, en otras horas y bajo otros parámetros. Salir ya no tiene el mismo aliciente, como no lo tiene cuando estás emparejado o cuando estás soltero.