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Tuve un jefe que era rata como su puta madre. Eso sí, traje de gemelos, corbata de seda y coche deportivo. "Somos una consultora" y ristra de palabras de moda. Sólo cogía a gente en prácticas de institutos de FP porque no eran remuneradas, 300€ al mes por enseñar a un ingeniero informático en su primer empleo le parecía un atraco. Luego contrataba a los chavales y, si no eran avispados, les pagaba el salario mínimo. Pero a los clientes les cobraba al precio más caro del mercado.
Era buen vendedor. En el sentido de que prometía cosas imposibles en plazos inalcanzables, convencía a los clientes de lo buenas que eran las condiciones de financiación y en cuanto habían firmado para endeudarse, ya no le veían más. A partir de ahí al teléfono sólo se ponían los que aún no sabían de qué iba la jugada o su "consultor", que era un alcohólico al que las consultoras de su sector ya conocían en gran parte del Levante por convertir en mierda cada proyecto que tocaba, así que se quedaba para poner el culo y aguantar los gritos.
Los programadores de ese equipo estelar del que presumía trabajamos en sillas de 5€ del IKEA mientras las que "estaban pedidas" tardaron 8 meses en llegar. El café Nespresso gratis se acabó en cuanto el dueño ya no paraba por la oficina. A todos al firmar contrato nos contó la mentira de "te ofrezco X (menos de lo que pedías) y a los 6 meses lo revisamos". A los 6 meses nadie daba con él, siempre estaba ocupado.
En cada detalle tenía alguna perla, el hijo de puta.
Tenía un hábito, este empresario de éxito que arriesgó, trabajó duro y valió, de poner una cláusula en el contrato en la que establecía un periodo de preaviso muy superior a lo establecido en convenio, sin contraprestación. Esa cláusula legalmente es inválida, pero se acogía a ella cuando alguien se iba de la empresa dando un preaviso según convenio o incluso bastante superior. Vamos, que hubo varios que se fueron sin cobrar hasta 45 días trabajados, casos especialmente flagrantes por lo bien que dejaron atado todo lo que podía quedar suelto tras su marcha y no supieron del impago hasta que salían por la puerta. Haciendo los números no salía a cuenta denunciar.
Sabiendo esto, cuando recibí una oferta dije a la nueva empresa que mi periodo de preaviso era de 2 meses. Pero en realidad el día que cobré lo que, por cierto, era mi tercer sueldo después de un aumento que peleé como un jabato y solamente logré porque se acababan de ir otros 2, presenté mi renuncia. Salí de la oficina de correos de Valencia de mandar el burofax y con una mascletà preciosa empezaron las mejores fallas que me he pegado.
Obviamente no acabó ahí la cosa, después de ponerme el sueldo más alto de la empresa se lo tomó como algo muy personal, intentando dar ejemplo y teniendo al abogado en tarifa plana, me denunció por lo social. Porque no hay costas, no olvidéis que bajo el traje hay una rata.
Gané, claro. El problema de creerse todas estas cosas de empresarios, a quienes la gente sonríe a la cara y odia por la espalda, es que vives en una realidad distorsionada. Así que recurrió. Volví a ganar y en una decisión que sorprendió incluso a mi abogado, me tuvo que pagar en concepto de costas. 5 meses hace y parece que aún no ha podido juntar 1.000€.
Era buen vendedor. En el sentido de que prometía cosas imposibles en plazos inalcanzables, convencía a los clientes de lo buenas que eran las condiciones de financiación y en cuanto habían firmado para endeudarse, ya no le veían más. A partir de ahí al teléfono sólo se ponían los que aún no sabían de qué iba la jugada o su "consultor", que era un alcohólico al que las consultoras de su sector ya conocían en gran parte del Levante por convertir en mierda cada proyecto que tocaba, así que se quedaba para poner el culo y aguantar los gritos.
Los programadores de ese equipo estelar del que presumía trabajamos en sillas de 5€ del IKEA mientras las que "estaban pedidas" tardaron 8 meses en llegar. El café Nespresso gratis se acabó en cuanto el dueño ya no paraba por la oficina. A todos al firmar contrato nos contó la mentira de "te ofrezco X (menos de lo que pedías) y a los 6 meses lo revisamos". A los 6 meses nadie daba con él, siempre estaba ocupado.
En cada detalle tenía alguna perla, el hijo de puta.
Tenía un hábito, este empresario de éxito que arriesgó, trabajó duro y valió, de poner una cláusula en el contrato en la que establecía un periodo de preaviso muy superior a lo establecido en convenio, sin contraprestación. Esa cláusula legalmente es inválida, pero se acogía a ella cuando alguien se iba de la empresa dando un preaviso según convenio o incluso bastante superior. Vamos, que hubo varios que se fueron sin cobrar hasta 45 días trabajados, casos especialmente flagrantes por lo bien que dejaron atado todo lo que podía quedar suelto tras su marcha y no supieron del impago hasta que salían por la puerta. Haciendo los números no salía a cuenta denunciar.
Sabiendo esto, cuando recibí una oferta dije a la nueva empresa que mi periodo de preaviso era de 2 meses. Pero en realidad el día que cobré lo que, por cierto, era mi tercer sueldo después de un aumento que peleé como un jabato y solamente logré porque se acababan de ir otros 2, presenté mi renuncia. Salí de la oficina de correos de Valencia de mandar el burofax y con una mascletà preciosa empezaron las mejores fallas que me he pegado.
Obviamente no acabó ahí la cosa, después de ponerme el sueldo más alto de la empresa se lo tomó como algo muy personal, intentando dar ejemplo y teniendo al abogado en tarifa plana, me denunció por lo social. Porque no hay costas, no olvidéis que bajo el traje hay una rata.
Gané, claro. El problema de creerse todas estas cosas de empresarios, a quienes la gente sonríe a la cara y odia por la espalda, es que vives en una realidad distorsionada. Así que recurrió. Volví a ganar y en una decisión que sorprendió incluso a mi abogado, me tuvo que pagar en concepto de costas. 5 meses hace y parece que aún no ha podido juntar 1.000€.