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- 21 May 2009
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Durante casi dos años estuve follándome a la mujer de un camionero, de esos que solo llegan a casa los fines de semana. La conocí en Badoo, donde tenía varias fotos falsas en su perfil y una tasa de actividad bastante baja. La cuestión es que después de trabajármela durante un par de meses debí caerle en gracia, le gustó mi foto o yoquesé y quedamos a un café. La tía estaba en mitad de los 40, pero es de esas mujeres que llama la atención: alta, delgada, buenas tetas, de las que caminan con elegancia y aparentan indiferencia aunque se saben observadas. Con dos hijos ya mayores y mucho tiempo libre. Era poco comunicativa conmigo, hasta el punto de ser casi arisca, pero en la intimidad era una máquina para el sexo. Para la edad que tenía tenía un cuerpo sublime, espigada, con la grasa justa para unas formas sugerentes y rotundas. Una piel tersa y un coño depilado y pulcrísimo que no me cansaba de lamerle... Después de las presentaciones llegamos a tener encuentros cada 15 días en hotelitos que íbamos rotando para no ser previsibles. Durante esos meses, en tres ocasiones me comentó que asistía a algún acto público con su marido, y yo me acercaba allí de incógnito, para intercambiar miradas que me ponían burrísimo justo al lado del cornúpeta... Decidió que dejáramos de vernos hace algo menos de un año, sin explicaciones que tampoco quise pedir. A día de hoy de vez en cuando aún intercambiamos algún whatsapp protocolario para preguntarnos cómo nos va, pero no pierdo la esperanza de volver a zumbármela...
Fotos y eso no tienes, no? Tapándole la cara a la moza, porsupu.