En plena efervescencia beatleiana foril, dos disquitos. Luego vendrán más; es que son muchos.
The Beatles: Help (1965)
Influidos por la concepción lírica de
Dylan y también por el bagaje de varios años ya en primera fila -no es lo mismo vivir, por ejemplo, diez años que vivir el mismo año diez veces (cual friki obeso frente al monitor)-, los
Beatles pasan de las letras más o menos simples a profundizar en materias, digamos, más serias. No es el único cambio de rumbo que se ve reflejado en este disco: también amplían su abanico de estilos musicales, adentrándose con gran maestría en el folk, los arreglos de cuerda,... incluso en el country.
Help es, para mí, la primera gran obra maestra del cuarteto de Liverpool. Las canciones suenan más maduras, más sólidas, más curradas y más experimentales. De todas ellas, destacaría obviamente la quintaesencial
Yesterday -que cuenta con más de 5.000 versiones y que catapultó a
McCartney al mismo Olympo que
Beethoven,
Mozart y
Cía-, la maravilla de
Help -traducida en España como
Socorro-,
I Need You -un grandísimo temazo de
Harrison, la Santísima Trinidad formada por
It's Only Love,
You've Got To Hide Your Love Away y
I've Just Seen a Face -muy en plan
Dylan pero sin perder un ápice de las personalidades de los genios
Lennon y
McCartney- y, cómo no,
Ticket To Ride.
The Beatles: Rubber Soul (1965)
Help aún acaparaba el puesto número uno en los charts cuando los
Fab Four sorprendieron a dios sacándose de la manga una obra maestra todavía superior a aquél. Sólo habían pasado unos meses desde el lanzamiento del mítico
Help y ya tenían fresquito y reluciente
Rubber Soul –a ver quién tiene cojones de sacar dos discos como estos en el mismo año-. En
Rubber Soul aumentan las filigranas: desaparece eso de uno canta y el resto hacen los coros –ahora se superponen las voces de cada uno cuantas veces hagan falta-, aparecen el sitar, el armonio y el clavicordio –simulado, pero clavicordio-,
George Martin se parte los cuernos para sacar un sonido más nítido y brillante, las armonías vocales alcanzan la consagración... En fin, que estilísticamente hablando supone otro paso adelante.
Pero, claro, son las canciones las que le dan fundamento a la cosa; mucha filigrana y mucha innovación de nada sirven si no están al servicio de algo superior. Y en
Rubber Soul hay tres canciones que valen más que la discografía entera de miles de grupos –y no necesariamente malos-:
Girl,
In My Life y
Michelle –eternas, insuperables, perfectas, cósmicas y divinas-. Luego, varios escalones por debajo, también tenemos los megaclásicos
Norwegian Wood –donde aparece por vez primera el sitar en el Rock;
Paint It Black aparecería meses después-,
Nowhere Man –con una letra bastante existencialista y currada- y
Drive My Car –un temazo de Rock’n’Roll primigenio y directo al corazón; como diría el insufrible
Mike Ríos-. Luego están maravillas como
Wait,
Think For Yourself,
I'm Looking Through You...
¿Qué más se puede decir de este disco? Pues que su portada es mi favorita de los
Beatles :D ; que a partir de aquí ya empezaron a sopesar seriamente lo de dejar las giras –porque el money no les faltaba precisamente-; que sus letras son aún más comprometidas y profundas que las de su predecesor; que, por su sonido y la imagen del grupo, y junto con el genial
Revolver, fue la Biblia para todos los grupos de garaje norteamericanos de mediados de los 60’s –
Blues Magoos,
Sonics, etc.- y el britpop 90's; que fue el principio del fin de la salud mental de
Brian Wilson; que ya empezaron a meterse de todo; y que, si de verdad quieres a alguien, tienes que regalárselo.