3 horas y algo de conciertazo sin un puñetero descanso, con una fuerza de la naturaleza irrepetible, una apisonadora musical con un virtuosismo y unos recursos musicales prácticamente ya ilimitados en base a 50 años de fusión con su banda. Este hombre es, ya hace tiempo, el número 1 indiscutible de la historia del rock en directo, y ahí se quedará, porque lógicamente nadie le va a arrebatar esa posición.
Ni presentación, ni prólogo, ni pollas, salen todos al escenario y suelta su tradicional "Hola Madrid" y el primer "one, two, three, four" de los 30 que vendrían después. Sonaba un tema ideal para abrir, "Lonesome day", que no en vano abría el maravilloso "The Rising". Primer tema y primera sorpresa que repetiría muchas veces a lo largo del repertorio; el propio Bruce toca los riffs principales de guitarra de los temas. Luego mete el mítico (je, como si no lo fueran casi todos) "Cover me" que une con "Night" y "Trapped". En estos primeros cuatro temas, como suele ocurrir, aun están ajustando el sonido y la cosa suena regulera, incluida la voz del Boss. Como le conozco como si lo hubiera parido, los 74 tacos hacen mella en que simplemente tarda algo más en "entrar". Recuerdo en 2012 que el primer tema me sonó rarísimo pero al segundo ya la cosa estaba donde debía. En este caso, en el quinto tema, en el cojonudérrimo "Ghosts", se activaron ya todos los resortes y aquello entró como un cañonazo en todos los sentidos, tanto vocal como musical. Que por cierto ya lo voy cagando, para mí ha sido de los conciertos que les he visto, y esto es decir muchísimo, donde con un nivel más colosal he escuchado a la banda. Qué absoluto locurón de hijos de puta. En especial se ha hecho un auténtico coloso el sobrinazo, el puto Jake Clemonds, vaya presencia, vaya control de las dinámicas cuando tiene que tomar el primer plano, vaya química con el Boss, que es obvio que se ha hecho su ojito derecho... acojonante.
Una retaila de 5 temas algo menos habituales con la especial sorpresa del "Letter to you", que funciona en directo mucho mejor de lo que yo hubiera pensado, aunque con este cabrón funciona bien hasta una sardana de mierda. Curiosidad: para algunos temas en las pantallas se muestran subtítulos, como el caso de este track de la carta.
Pero la ametralladora de clásicos te empieza a machacar sin piedad cuando suena el "Working on the highway", con vestido de arreglos nuevos, que empieza con una virguería de acústico con guitarra para desatarse con la banda al completo al par de minutos. La puta locura, nos tiene a todos cogidos por los huevos porque nos ha ido haciendo salivar lo que le ha salido de las narices. Con otro "one, two, three, four" enlazamos con "Hungry heart", y yo ya estoy con una mano en la polla directamente, con este tema todo el que no estuviera rendido a este tío tiene que claudicar, miro a mi alrededor y los que no son especialmente aficionados están atónitos, flipando, una amiga me dice "joder, tenías razón, este tío es la rehostia, no he visto nada igual". Una pava que hasta hace un mes decía que no le gustaba demasiado. No te creas que esta primera ráfaga ha terminado, que baja el tempo del concierto pero ojo, con "My hometown" y "The River". Para bajar el tempo. Dos temazos del copón para bajar el tempo. Esto sólo lo puede hacer este pavo.
Salto al 2022 con uno de los momentos que más me han sorprendido, el "Nightshift", tocado con una elegancia y con unos arreglos que te dejan boquiabierto, metiendo a los negros del coro con un rollo gospel que de verdad, se te caen los huevos al suelo al final del tema. Qué burrada, qué gusto, qué clase...
Con el poco conocido "Last man standing" nos pone a todos tontorrones porque cuenta en el único "speech" del concierto, que es un tema dedicado a un compañero de la primera banda donde él estuvo de guitarra, con 15 años, que falleció y le hizo darse cuenta que él, Bruce, es el único superviviente que queda de aquella banda. Este tema lo une al "Backstreets", enésimo track dedicado a su New Jersey natal.
La locura se apodera otra vez, si es que se había ido en algún momento, del estadio cuando suelta otro trallazo, el "Because the night", la hostia puta cómo funciona ésto en directo, majos. De nuevo baja el tempo con una sutileza pasmosa con el maravilloso "I´m on fire", para terminar de coger aire para la bestia traca final con "She´s the one".
Los últimos 50 minutos de esta salvajada son, atención, no perdáis detalle porque lo que leéis/véis/escucháis a continuación NO lo tiene ningún artista vivo, y casi diría que muerto tampoco. De una tirada, sin la más mínima pausa y con la vaselina de las dos horas previas bien untada, nos mete "Wrecking Ball" (con unos arreglos del copón), "The Rising", "Badlands", "Thunder Road" (nudo en la garganta aquí, joder), "Born in the USA" (a tomar por culo el que aún estuviera sentado, todo Cristo de pie ya), "Born to Run", "Bobby Jean", "Dancing in the Dark", "Tenth Avenue" y... "Twist and Shout" para terminar con no se cuántos coros repetidos porque todo el estadio estaba entregado bailando y coreando.
Este hombre no da conciertos, da palizas. Pero palizas sadomasoquistas, de esas que cuando te las dan sientes un placer tremendo. A mí de estas dame todas las palizas que quieras. Se va uno a casa más feliz que en mucho tiempo. Porque de eso va ésto, chavales.
Tras despedir a la banda uno a uno y quedarse a oscuras el estadio, el Boss vuelve él solo para tocar un pequeño bis, el precioso "I´ll see you in my dreams" con guitarra y armónica. Y gracias y hasta otra. Ahí te quedas, que había que amansar a las bestias para terminar.
Qué más decir. Nah, pa qué. Tan sólo que a nivel sonido, empezando porque en los estadios la acústica suele ser de aquella manera porque son cajas de resonancia, como decía antes a partir del cuarto tema la cosa sonó bastante bien, diría que mejor que la última vez que le vi en el Bernabéu. Y me dejó anonadado que este puto extraterrestre iba cantando cada vez mejor conforme avanzaba el concierto, de hecho la última hora es de un nivel colosal, atreviéndose sin contemplaciones con agudos y rompiendo la voz un par de veces, incluso falsetes, que no recuerdo habérselos escuchado nunca. Una cosa sobrehumana.