Darkiano rebuznó:
Terminaré diciendo que aunque unas personas son más estables que otras a nivel emocional, nadie está a salvo de altibajos. Por lo tanto, aprenda de ellos. Ya volverán los buenos tiempos, y cuando vuelva a recaer, sabrá afrontar mucho mejor la situación.
Me he leído entero el ladrillo que ha escrito usted y, básicamente, coincido en todo lo que ha dicho, porque yo mismo he pasado por circunstancias muy difíciles cuando me separé. Es difícil aceptar que la mujer que uno ha elegido como esposa, con quien habías pasado los mejores momentos de felicidad de tu vida como novios, en quien había depositado gran parte de su felicidad, con quien había disfrutado durante años, de pronto se convierte en alguien que te traiciona, que deja de quererte y que prácticamente se convierte en su enemigo psicológico. El transcurrir del proceso en el cual se desarrolló la separación fue lento, penoso y me causó mucho dolor, pero luego lo superé y a día de hoy puedo afirmar que es una de las mejores decisiones que tomé en mi vida. Lo voy a resumir en los pasos que yo viví personalmente y puede que eso, aparte de que algunos os sintáis identificados, os sirva si llegáis a vivir una situación similar:
- Durante semanas y meses no percibes claramente que las cosas no son como eran antes y aunque tienes una ligera intuición de no sentirte igual, lo achacas al estrés, al trabajo, a otras circunstancias. No notas un cambio radical.
- Llega un instante en el que te das cuenta de que la persona que tienes al lado ya no te quiere como antes, te critica, discutes con ella, te apetece menos tener actividades a su lado, la evitas incluso inconscientemente para eludir discusiones.
- Un día, después de muchos meses, surge la idea de una charla en común porque ambos sentís que el barco hace aguas y todo se puede ir al garete. La conversación pone de manifiesto lo que ya intuyes, pero no soluciona nada.
- Tomáis la decisión de prestaros más atención, tener más interés el uno hacia el otro, pero pese al esfuerzo, te das cuenta de que siempre una acusación velada, rencores, resentimiento, tanto por tu parte como por la de ella.
- Un día, alarmados, me convence, a desgana, para acudir a terapia de pareja para tratar de solucionar un gran problema que ella tenía desde hacía ya tiempo. No hay que ser muy inteligente para averiguar cuál.
- La terapia no funciona: las consignas que te dan, los consejos, el autoanálisis no conducen a nada. Terminas por dejar la terapia y sentirte aún peor porque has quemado unos cartuchos que parecían la única solución viable.
- Tratas de cambiar algunas cosas, corregir errores, esperar que la otra persona corrige los suyos propios, pero tampoco hay mejora.
- En breves períodos de tiempo, la situación casi se normaliza y aceptas tu nuevo estado de cohabitación forzosa, de sociedad limitada de 2 individuos. Ella me invita a hacer un curso interesante y pasar una semana fuera y acepto. Es una forma de saber si la echaré de menos y si ella también sentirá algo distinto cuando regrese.
- A los 4 ó 5 meses de volver, me confiesa, imagino que después de darle mil vueltas en la cabeza y pensárselo cien veces por propia culpabilidad o sencillamente para observar mi reacción, que aprovechó la semana que estuve fuera para volver con su exnovio y... sobran los detalles.
- Mi reacción al comienzo es de tristeza absoluta, de vacío, de desconfianza absoluta hacia una persona por la que un año antes hubiera puesto la mano en el fuego. Te sientes totalmente traicionado.
- Como venganza, puede que infantil, pero venganza y necesidad personal, empiezo a hacer lo mismo que ella me hizo, pero con la diferencia de que yo se lo digo a priori, anunciándole cuando me voy y para qué, dónde voy a estar y que volveré a casa para restregárselo cada vez que termine de follarme a otra mujer.
- Ella, sintiéndose culpable por lo que hizo, acepta la circunstancia, pero nuestra vida es ya casi insostenible, aunque, curiosamente, a veces, sabiendo que me voy para engañarla o que vuelvo de hacerlo, es cuando más receptiva y más deseo siente por mí (mujeres!!...) Esta situación se prolonga durante meses.
- Finalmente, viendo que resulta imposible continuar juntos sin hacernos daño, le anunció que me marcho de casa para una fecha determinada.
- Llega el día, hago la mudanza y me voy. Lo recuerdo como uno de los días más tristes de mi vida. Me sentía desubicado, vacío, fracasado, muy triste y sin ganas de nada. Perdí mucho peso. Casi no comía. Sentía que el mundo se caía entero y que había perdido años de mi vida en algo que ya era irrecuperable.
- A las pocos días me llama para decirme que necesita verme. Vuelvo y follamos como hacía meses o años que no hacíamos: con una intensidad que sólo recuerdo de novios.
- Me sigo acercando a verla y paso algunos fines de semana con ella. Incluso me llega a invitar a hacer algún viaje juntos.
- Cuando pasamos algunas horas juntos, ya advierto que todos los monstruos y fantasmas vuelven a aparecer, que la distancia o la separación no ha proporcionado ninguna solución.
- Finalmente, con los meses, me voy sintiendo más y más libre, y empiezo a notar algo fundamental, esencial: noto como si me hubieran descargado de un peso enorme de toneladas de encima y que vuelvo a ser libre para hacer lo que me gusta, sin dar explicaciones a nadie, sin necesidad de justificarme, sin discusiones. Soy libre, estoy soltero de nuevo para ir y venir, para subir y bajar.
- Dejo poco a poco de verla y de hablar con ella, pese a que un día quedamos para tomar unas cervezas y me confiesa que me echa de menos y que le gustaría que volviese a su casa y, obviamente, le contesto que NO, que no acepto una propuesta que sólo nos conduciría a revivir todo lo malo, volver a caer en los mismos errores, pasar por el mismo sufrimiento. Frustrada y triste por mi respuesta, me propone ser "amiguitos" y tampoco acepto.
- Hace meses que no sé prácticamente nada de ella y no la recuerdo en absoluto. Llegar a este punto es el interruptor, la frontera, la clave, a partir de cual sientes que ya no estás vinculado con una persona que lo fue todo en tu vida y de la que no te acuerdas si no es para felicitar un cumpleaños o una Navidad.
Ser "dependiente" de otra persona a la que has querido tanto y dejar de serlo es uno de los golpes más duros que puedas llegar a vivir, pero, aunque sea un refrán manido, el tiempo te permite superarlo todo, con trabajo, con lágrimas, con pasar muchas noches sin dormir, pero sabiendo que tienes que rehacer tu propia existencia sin la otra persona. Sabiendo que te has ahorrado muchos sinsabores. Llega así un día en el que no sólo te sientes libre, sino que además te enorgulleces de haber dado el paso de marcharte o de que te dejen marchar.
Si buscas una mano amiga, sólo la encontrarás realmente al final de tu brazo.