Yo tendría 18 años, ella 16, y estaba super ilusionada conmigo. Era una chica pequeñita, delicada, de porcelana. Insistió mil para que conociese a su madre. Eran familia numerosa: padre, madre, abuelo ciego (trabajaba en la ONCE, por eso había pasta a raudales en esa casa), y dos hermanas, una mayor y una menor, vamos, que yo estaba con la del medio.
El padre era un borracho, culé acabado y que pasaba de sus hijas cosa mala. Su madre era buena mujer, pero estaba gorda como una cenobita. Las hermanas eran un misterio... conocía algo a la mayor, pero bueno.
Allá que voy, la chavala super feliz, supongo que se sentía orgullosa, no sé de qué, porque mi pinta para aquella pobre criatura era como si juntaras a la Preysler con el Príncipe Gitano.
La llegada fue un drama, subiendo las escaleras me encuentro a la madre y a las dos hermanas mirándome, como si fuera un puto pingüino en el desierto. Subí la escaleras hacía mi ejecución, con una sonrisa forzada.
- Qué tal. Soy Empty...
- Jajaj, pues claro, ya lo sabemos.
De repente, escucho desde atrás
- A ver este chico que viene a visitarnos...
Era el abuelo ciego, lo de "a ver" no sé si era lol o que mierda era. A parte de ciego tenía como la cara llena de cráteres, no sé, suerte que no se podía ver en el espejo, pero era un drama. Me alargó la mano y con todo el asco del mundo se la di, joder, que cosa más rasposa, parecía la de un negro. Decir que una vez me follé a su nieta a dos metros de él. Los ciegos dan mucho juego. Bueno, que asco de la mano, además que yo soy cantidad escrupuloso con toda esa mierda y lo de tocar a gente chunga.
Bueno, entro, y al pasar noto los ojos inquisidores de sus hermanas en mi cogote. Como ya todos sabemos, las mujeres entre ellas se comportan como putas cuando hay felicidad, imagios entre hermanas. La grande tenía pinta de subnormal, así que no me preocupaba. La otra era un zorrón desorejado, se le veía, y su media sonrisa estaba esperando el escarnio, la humillación, la sentencia a muerte. Le tenía ganas a su hermana, se notaba, y yo era el chivo expiatorio.
Entro al comedor, y estaba el padre sentado mirando no se qué mierda de documental. La suegra dijo,
- Mira Pep, ha vingut l'amic especial de la nena.
El Sr. Pep me miró de arriba abajo, y siguió viendo el partido. Vi que mi novieta se fue al lavabo, y no a mear no, a llorar. La siguió la hermana subnormal. Me quedé ahí con el padre, la madre y la hermana puta. De repente agacho la cabeza al sentir un intento de agresión. Un puto loro volando libre por ahí, se fue a posar en el hombro del Sr. Pep, y los dos se me quedaron mirando.
El Sr. Pep, le abre la jaula, y el loro se mete solo soltando alaridos, que bicho más insoportable e hijo de puta. Pero era mi oportunidad.
- Me encantan los animales.
Nadie contesta, pero yo cojo el loro por los cuernos, y me acerco a la jaula del bicho alado, estaba llena de yogures vacíos (luego me enteré que el puto loro era aficionado a follarse botes de yogurt vacios). Empiezo a chascar los dedos, y a decir gilipolladas.
- Bonito, bonito, cómo se llama, ven bonito.
Le acerco el dedo a la jaula, y el hijo de puta en un ataque sin parangón me engancha el dedo con su pico de mierda y me lo retuerce. Saco el dedo y por detrás oigo risas y jolgorio. Me giró con media sonrisa y sudores fríos, jijijaja, que simpático animal. Escondo el dedo, lo miro de reojo y lo tenía sangrando, para no hacer más el ridículo me pongo las dos manos detrás, pero notaba como la sangre fluía por todos lados mientras el loro no paraba de gritar, supongo que en su idioma de bestia algo así como "jodete hijo de puta, i win, me voy a follar al yogur de limón".
Vuelve mi chica, al ver el percal, todo el mundo riendo, y yo ahí rojo como un tomate, me pregunta qué pasa, el padre, se ríe y dice que el loro me ha picado. Ella viene y me pregunta como estoy, "bien bien, solo ha sido un pellizco", sus muertos, tenía el pantalón lleno de sangre; me coge la mano, y ve el percal y la herida, soltando sangre. Las hermanas, la puta y la subnormal partiéndose el coño de risa, la madre fue a la cocina a por un trapo... en fin, una estampa, y no había hecho más que comenzar la velada. La madre me trae un trapo de la cocina con más mierda que la jaula del loro, os acordáis de que soy escrupuloso, pues a la mierda todo, covid old school. Le digo que no quiero trapo, y para hacer la gracia le digo que he hecho un curso de primeros auxilios y que me voy a lavar la herida con agua... nadie entiende nada y me voy al lavabo.
Empieza la comida. Aquello era demencial. Pollo, morcillas, embutido... y a mí no me entraba ni el puto aire. Tenía el estómago cerrado. La puta de la hermana vio el percal y fue a por mí, sin piedad. ¿Te gusta el pollo?
- Claro, tiene buena pinta, cuando en realidad quería decir "Cómo a ti las pollas, cerda".
¿quieres más?, y venga a echarme pollo, y venga pollo, y venga pollo. La cara de mi chica era un poema, porque veía que lo estaba pasando muy mal, quería irme de allí. Intentaba comer a pellizcos como las anorexicas a ver si me entraba algo, pero no podía, me daban nauseas. Ella suplicaba que me dejaran en paz, y yo, no no, todo bien, me encanta el pollo. Joder, que puta rabia, venga come, come, come, quieres más, come, no comes? qué pasa... joder que PUTA AGONIA!!!!!!!!!!! La suegra me retira el plato
- Aquest noi no menja res.
Pero quedaban los postres. Una tarta asquerosa con unos cachos de no se que mierda, una especie de bizcocho con una masa deforme requemado. ¿te gusta el pastel? sí claro, pues toma un buen cacho que has comido poco.
Le doy el primer mordisco, y zas, los trozos de zanahorias y no sé qué mierda más empezaron a crujir en mi boca, asqueroso, había cachos de gelatina y mierdas de todos los colores que prefería no saber qué eran. No podía, iba a vomitar, a esto que el dedo era una masa deforme de grasa y me estaba ardiendo como el coño de Barbara Rey con 20 años.
El debate se centró en que yo no comía, en que me estaba poniendo rojo, y todo dios venga a reír, ya no puede más y agaché la cabeza derrotado. Que no me gustaba nada, que vaya con el tío este que no come... vamos, un puto serial killer hubiera tenido más comprensión que yo en aquel momento.
Al final mi chica me cogió de la mano y me sacó de allí. Al salir a la calle se puso a llorar y a pedir perdón por lo mal que se habían portado conmigo. No pasa nada, vamos al Opel Kadett que te voy a repasar las amígdalas a pollazos.
Tardé meses en volver a ir antes de lanzar la bomba de humo.