Lamentablemente, el curso de la Humanidad nos revela que Darwin estaba en un error, y si bien podemos descender de nuestros amigos los chimpancés, lo incierto es que como especie evolucionamos, puesto que las nuevas generaciones de decepcionante chavales y chavalas pinnic poco distan de una futurible remesa de zagales con vestigio de rabo (en el trasero, se entiende).
Pierden la virginidad mucho antes que nosotros, pierden el respeto a sus mayores mucho antes que nosotros, pero sobre todo pierden todo rastro de dignidad inmensamente antes que nosotros.
Antes había un código moral, una chulería legal consistente en el no chivarse nunca, el entender que los alumnos de tres cursos superiores tenían no sólo el derecho sino el
deber de mandar nuestro balón de fútbol MiKasa a Caracas Sur de un patadón por el mero pecado de cruzarse en sus andares, el quedar en el recreo sólos y sin pistolas, y en no perder la compostura ni derramar una lagrimita de agua salada aunque nos reventasen las bolsas escrotales.
"¡Vais a ir a a seño!"
"Dá igual, la denunsiamos por pedofilia"
Hoy, la chulería es muy superior, el respeto por los pelos en las pelotas nimio, el complejo de inferioridad referente a la juventud falta de experiencia vital, nula; razones todas ellas por las que más de una vez que estos botarates buscan gresca, reciben por respuesta humanitaria y aleccionante un bofetón en el carrillo o un puñetazo en la sien.
Y en vez de encajarlos como hombres y jurar odio eterno hasta derivarlo en homicidio vengativo al cabo de los años como haría cualquiera con dos dedos de madurez, ahora la moda es tirar de victimismo y recurrir al "
es que soy menor y me ha pegado",

es decir, el clásico chivatazo del niñato mediomierda de toda la vida, digno de nuestra repugnancia y ansias de mandoblazos a palmas abiertas.
Conozco varios casos de profesores jóvenes anonadados al recibir amenazas de sus alumnos de la índole de "jódete que
soy menor, y como me dé la gana te denuncio", y chavales arquetípicos tocapelotas que van molestando en los medios de transporte público y cuando son premiados con la pedrea en forma de hostia bendita, van a acurrucarse en las faldas de sus amigotes acneoseborreicos que espetan con sus chillidos repletos de gallos adolescentes amenazas de querella en pro de sus menos de 18 años.
Antes, sabíamos ser barriobajeros y maleducados.
Post Data: hay que matarlos a todos. :pla