Filimbi
Muerto por dentro
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HARTAZGO rebuznó:Ni quito ni pongo rey, pero os voy a hablar de mi libro.
Tenía yo unos 24 años y era muy amigo de una golfa. Ella me gustaba mucho no, muchísimo. Realmente me pillé aquella vez como un adolescente. Ella tenía novio de años atrás, arquitecto para más señas, y yo le conocía. No era amigo mío, no me caía ni siquiera bien, pero le conocía y había tratado algo con él. El pobre llevaba más cuernos encima de los siquiera pudiera sospechar. La chica era buena chica, pero pésima novia y muy movidilla. Era habitual que cuando salía de marcha con sus amigas acabara desaparecida con algún malote, y yo cuando me enteraba después sufría más que si fuera el novio. No por él, sino por mí, que como he dicho era muy amigo de la furcia y me había “enamorado”. Me refiero a un enamoramiento de esos de adolescente, de esos tontos sin sentido que son los que más joden.
Una noche llegó mi momento. Salimos los dos solos de farra y la muy puta se me insinuó e intentó que nos enrolláramos. Me salió la vena digna. Le dije que en el mus se juega a la grande y los pares, que ir a por la chica es perder directamente la partida. Vamos, que o rompía con el arquitecto cornudo e intentábamos algo con más sentido, o que pasaba de la historia de comernos los mocos y de ser uno más de su lista.
Han pasado más de 15 años, casi los mismos que hace que no la veo. Qué queréis que os diga, yo me arrepentí de aquello. Tenía que haberme olvidado de mi “amor platónico”, de su novio y de mi dignidad. Y que luego saliera el sol por Antequera.
Todas putas. Locas y putas.
Una corrección de un jugador de mus habitual : lo que más suma en el mus es el juego, y esa era lo que estaba haciendo, jugar