stavroguin 11 rebuznó:
Por una vez, querido Black, voy a adoptar el partido del cretino de Cachondo.
Los niveles existen. Si uno es feo, entrado en años, solitario y sin las pelas que le mangaron los de Fórum Filatélico tiene las mismas posibilidades de socializarse con mujeres guapas y jóvenes que las que tiene un paria de la India que desatasca alcantarillas con los dientes de llegar a ser reverenciado como Brahman. No nos hagamos los tontos: los niveles existen, están ahí, la vida nos enseña cual es nuestro nivel cada día y las puntuales excepciones que puedan aparecer son eso, excepciones. Los feos y los frikis nivel -7 no pueden acceder a los bollitos nivel 10. Y punto (que diría Fraga).
Convendrás conmigo en que hablando de niveles la vida de las floripondias da bastante juego en ese sentido, su vida es un constante fluir entre rollitos, rolletes, líos de verano, rollo bollo, amigos, follamigos, amigos con derecho a roce y el chaval aquél con el que estuvieron, que significa que se la chupaban. La babuína siempre los enumera orgullosa de sus cacerías, sonriente y chula, luego dicen que no se ponen galones.
Cuando te tienen en alta estima suelen agregar frases célebres como "pero esos no tienen importancia, eran rollos de una noche, no buscaba nada!", porque ellas nunca buscan nada, y en su miopía, sin buscar nada y vagando por la oscuridad, parecen tropezar adrede y caer siempre de boca sobre una buena polla. Pero sabrás tan bien como yo que igual que se ponen los galones también se los quitan rápidamente para golpearse profusamente el pecho exclamando "¡quiero un hombre para toda la vida!", "¡es que sois todos unos cabrones y no queréis una relación", "¡es que no quedan hombres como los de antes!"
Y aquí es donde uno hace saltar la banca, cuestionando ese derecho universal que toda mujer actual cree tener de asociarte a un grupo de conveniencia destinado a la eliminación programada y se entienden las ideas de revancha que se me cruzan por la cabeza cuando ellas desean un futuro estable, un maridito porque ya no se topan con tantas pollas en la oscuridad del que no busca y, sin saber por qué, otras muchas tropiezan con la mía, esa que parecía nunca estar en medio de su camino, excepto cuando era, muy de vez en cuando, un rollo de una noche. De rollo de una noche a hombre para toda la vida se pasa tan pronto como ya no se las piropea en toda conversación, tan pronto como la conveniencia las hace dudar de si el vibrador biológico que les presento bajando la cremallera es renovable pues, de lo contrario, difícil será la compra o substitución en momentos de crisis (sexual).
Quizás es que yo soy más simple que ellas o que no he vivido tanto como vosotros y al final del día, cuando llega su ansiada oscuridad juvenil en forma de madurez, en vez de catalogarlas en tantos conjuntos de conveniencia y niveles artificiosos sólo tengo dos, babuínas feas y babuínas guapas. Ellas a los rollos de una noche jamás los juzgan, no hay tiempo, son sus relaciones de larga duración y sus hombres para toda la vida los que terminan aguantando juicios del tipo "es que son todos unos cabrones". Y yo he aprendido a hacer exactamente lo mismo, paso de juzgar ni catalogar a nadie, si mi tomahawk da su visto bueno despegamos. No me molesto en hacer nada más, ni en pensar en niveles absurdos. Todo eso son detalles. Llega un momento que entiendes por qué prefieres ignorar los detalles, porque un hombre detallista directamente las hunde en la miseria si es sincero, así que aprendes a callar, porque explicarle por qué son unos cabrones te recuerda lo tonto que eres y lo que te estás perdiendo por no serlo ni haberlo sido.