Yo una vez le metí una pieza de Lego a mi hermana por el ojal y nunca más la volví a ver, a la pieza digo, no a mi hermana.
Resulta que era verano y ella estaba en el sofá tumbada boca abajo y a mí me dio por jugar con su ano (cosas de niños), total, que me quedé fascinado al ver como su ojete se abría y se cerraba paulatinamente, quedando al descubierto cada vez que se abría una zona oscura y recóndita. Así que en una de las ocasiones en las que el ojete se abrió tiré en su interior una pieza de Lego de las más pequeñas, de esas planas y de un único encaje. Le dije lo que había hecho pero ella no me creyó hasta mucho más adelante cuando nos dio por volver a motar el castillo y se dio cuenta de que faltaba una pieza; -¿dónde está la pieza que falta?- me dijo. - ¿Pero no te dije que te la había metido por el ojete?- le contesté.