Neutral Malvado
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Lo del pagafantas era un concepto casi inexistente antes de la llegada de internet, pero ha medrado hasta lo insospechado dentro de la psique del hombre moderno. En este foro, basta con mencionar la palabra pagafantas o gusiluz para que se manifieste una legión de foreros cabreados profiriendo invectivas misóginas y propósitos de enmienda: "A partir de ahora, a esas putas, ni agua".
También he tenido la oportunidad de comprobar, charlando con amigos no tan versados en los neologismos de internet, que al describirles el perfil de pagafantas, inmediatamente se identifican con el personaje y reaccionan de manera agresiva: se les tensa la musculatura, se les inyectan los ojos en sangre y seguidamente estallan en una retahíla de palabras atropelladas, visiblemente alterados, insultando a las mujeres (todas putas) y declarando que jamás caerán en la trampa. Es decir, se cabrean porque se identifican con el pagafantas.
Pero la pregunta es: ¿Nos identificamos con el pagafantas porque todos lo hemos sido alguna vez? ¿O el pagafantas es una vivencia intrapsíquica concebida con posterioridad a un desengaño amoroso? ¿Hemos sido pagafantas en la realidad o en la imaginación?
Según estudios científicos, muy pocos hombres han sido pagafantas en el sentido estricto del término. En realidad, todo el mundo, después de una relación de amor no correspondido, tiene tendencia a creer que dio más de lo que realmente dio y que la otra parte implicada fue más egoísta de lo que realmente fue. La sensación de haber sido un pagafantas nace a posteriori, durante las amargas noches de soledad en que uno revive la relación y sólo recuerda lo mucho que dio y lo poco que recibió a cambio. Pero son recuerdos parciales impregnados de victimismo e indignación.
Si haces un repaso frío y exhaustivo de una relación en la que no fuiste correspondido, lo más probable es que te encuentres con que:
1. No te gastaste tanto dinero en invitarla, ya que ella solía rechazar tus invitaciones.
2. Tampoco hiciste tantos desplazamientos para ir a verla.
3. Nunca fuiste tan bondadoso ni albergaste tantos sentimientos nobles hacia ella. En realidad, la odiabas a muerte por no corresponderte, si bien tratabas de soterrar los sentimientos negativos por miedo a perderla.
4. Ella llevaba tiempo avisándote por activa y por pasiva de que no estaba interesada, pero tú cometiste los errores masculinos clásicos frente al rechazo femenino: estoicismo, obstinación, ceguera. Los hombres, no sé si por razones culturales o biológicas, no solemos concederle valor a un "no" femenino. La intuición nos dice que una mujer puede decir "no" cuando realmente está diciendo "quizás". Tenemos tendencia a creer que al final conseguiremos doblegar la voluntad de la fémina y que ella se dará cuenta de que no hay hombre en el mundo que la quiera más.
5. Tampoco fuiste nunca un amigo desinteresado que se alegrase de que ella fuera feliz con su novio. En realidad, cada vez que se follaba a un tío que no eras tú, te sentías castrado y aniquilado como hombre y a ella la veías como a una zorra sin escrúpulos. Probablemente hasta te masturbabas con la idea de que ella se follaba a machos más dotados que tú mientras a ti te usaba como esclavo. Es decir, que en muchos casos, el masoquismo femdom se puede confundir con el verdadero amor. No hace falta decir que cuando ella intuye que su amigo gusiluz es en realidad un pervertido que la está usando para potenciar sus fantasías masturbatorias, siente asco y trata de evitarle.
Y un largo etcétera...
En resumen, es importante desterrar la creencia que tenéis algunos de que el pagafantas es un hombre generoso y benévolo manipulado por una zorra sin escrúpulos. El pagafantas no es más que un santurrón, un hipócrita, un manipulador, un pervertido, un onanista pasivo-agresivo, en suma, un ser tan despreciable como la zorra que se aprovecha de él. Lo digo porque he visto por estos lares a muchos chiquilicuatres que pretenden beatificar la figura del pagafantas como si se tratara de un santo y mártir.
En conclusión, para el hombre moderno podría ser de vital importancia entender que el pagafantismo es una ideación masculina, una vivencia ficticia, concebida a posteriori, tras una relación fallida. Nunca habéis sido unos pagafantas en el sentido estricto. Y las pocas veces que habéis incurrido en un comportamiento de cariz pagafantoide, no ha sido por bondad ni por nobleza, sino por hipocresía y pusilanimidad. Sólo a través del redescubrimiento de la propia dignidad masculina (la cual nunca habéis perdido pues nunca habéis sido pagafantas) y de la comprensión del retrato psicológico del pagafantas, un auténtico dechado de falsas virtudes, podréis liberaros del resentimiento hacia el género femenino e iniciar una nueva vida sexual.
Edito: Hasta la marca Fanta se ha basado en la figura del pagafantas para su último anuncio publicitario:
Pero os hago la pregunta a vosotros que tanto habéis vivido y follado: ¿El pagafantismo es una realidad o un arquetipo concebido por la mente masculina?
También he tenido la oportunidad de comprobar, charlando con amigos no tan versados en los neologismos de internet, que al describirles el perfil de pagafantas, inmediatamente se identifican con el personaje y reaccionan de manera agresiva: se les tensa la musculatura, se les inyectan los ojos en sangre y seguidamente estallan en una retahíla de palabras atropelladas, visiblemente alterados, insultando a las mujeres (todas putas) y declarando que jamás caerán en la trampa. Es decir, se cabrean porque se identifican con el pagafantas.
Pero la pregunta es: ¿Nos identificamos con el pagafantas porque todos lo hemos sido alguna vez? ¿O el pagafantas es una vivencia intrapsíquica concebida con posterioridad a un desengaño amoroso? ¿Hemos sido pagafantas en la realidad o en la imaginación?
Según estudios científicos, muy pocos hombres han sido pagafantas en el sentido estricto del término. En realidad, todo el mundo, después de una relación de amor no correspondido, tiene tendencia a creer que dio más de lo que realmente dio y que la otra parte implicada fue más egoísta de lo que realmente fue. La sensación de haber sido un pagafantas nace a posteriori, durante las amargas noches de soledad en que uno revive la relación y sólo recuerda lo mucho que dio y lo poco que recibió a cambio. Pero son recuerdos parciales impregnados de victimismo e indignación.
Si haces un repaso frío y exhaustivo de una relación en la que no fuiste correspondido, lo más probable es que te encuentres con que:
1. No te gastaste tanto dinero en invitarla, ya que ella solía rechazar tus invitaciones.
2. Tampoco hiciste tantos desplazamientos para ir a verla.
3. Nunca fuiste tan bondadoso ni albergaste tantos sentimientos nobles hacia ella. En realidad, la odiabas a muerte por no corresponderte, si bien tratabas de soterrar los sentimientos negativos por miedo a perderla.
4. Ella llevaba tiempo avisándote por activa y por pasiva de que no estaba interesada, pero tú cometiste los errores masculinos clásicos frente al rechazo femenino: estoicismo, obstinación, ceguera. Los hombres, no sé si por razones culturales o biológicas, no solemos concederle valor a un "no" femenino. La intuición nos dice que una mujer puede decir "no" cuando realmente está diciendo "quizás". Tenemos tendencia a creer que al final conseguiremos doblegar la voluntad de la fémina y que ella se dará cuenta de que no hay hombre en el mundo que la quiera más.
5. Tampoco fuiste nunca un amigo desinteresado que se alegrase de que ella fuera feliz con su novio. En realidad, cada vez que se follaba a un tío que no eras tú, te sentías castrado y aniquilado como hombre y a ella la veías como a una zorra sin escrúpulos. Probablemente hasta te masturbabas con la idea de que ella se follaba a machos más dotados que tú mientras a ti te usaba como esclavo. Es decir, que en muchos casos, el masoquismo femdom se puede confundir con el verdadero amor. No hace falta decir que cuando ella intuye que su amigo gusiluz es en realidad un pervertido que la está usando para potenciar sus fantasías masturbatorias, siente asco y trata de evitarle.
Y un largo etcétera...
En resumen, es importante desterrar la creencia que tenéis algunos de que el pagafantas es un hombre generoso y benévolo manipulado por una zorra sin escrúpulos. El pagafantas no es más que un santurrón, un hipócrita, un manipulador, un pervertido, un onanista pasivo-agresivo, en suma, un ser tan despreciable como la zorra que se aprovecha de él. Lo digo porque he visto por estos lares a muchos chiquilicuatres que pretenden beatificar la figura del pagafantas como si se tratara de un santo y mártir.

En conclusión, para el hombre moderno podría ser de vital importancia entender que el pagafantismo es una ideación masculina, una vivencia ficticia, concebida a posteriori, tras una relación fallida. Nunca habéis sido unos pagafantas en el sentido estricto. Y las pocas veces que habéis incurrido en un comportamiento de cariz pagafantoide, no ha sido por bondad ni por nobleza, sino por hipocresía y pusilanimidad. Sólo a través del redescubrimiento de la propia dignidad masculina (la cual nunca habéis perdido pues nunca habéis sido pagafantas) y de la comprensión del retrato psicológico del pagafantas, un auténtico dechado de falsas virtudes, podréis liberaros del resentimiento hacia el género femenino e iniciar una nueva vida sexual.
Edito: Hasta la marca Fanta se ha basado en la figura del pagafantas para su último anuncio publicitario:
Pero os hago la pregunta a vosotros que tanto habéis vivido y follado: ¿El pagafantismo es una realidad o un arquetipo concebido por la mente masculina?