Aun a sabiendas de que no voy a dar la talla ante tales monstruos del storytelling, voy a contaros algo que me pasó hace algún tiempo, con una historia a la que llamaré:
SEISDEDOS
Todo comienza en Febrero del 2000. El que habla contaba 23 añitos y atravesaba una etapa en la cual mi segundo nombre era jarana. Mi colegui "el adokín" está de Erasmus en una pequeña ciudad francesa. Yo acababa de huir de mi trabajo con la liquidación en la mano y muchas ganas de juerga, ya que el año siguiente empezaba mi andadura universitaria.
A sabiendas de que se iba a liar bien liada, me auto-invité a la kelly de mi colega en la cual estaría 15 días, de los cuales sólo contaré uno de ellos por motivos de tiempo y espacio. Dicho día fue el Día de los cristales rotos.
13 de Febrero, época de exámenes en la citada ciudad. El que les habla y el Adokín se despiertan con ganas de dejar la pequeña y apacible villa sin reservas de alcohol para los próximos 15 años.
Tras una comida típica y socorrida en el mundo estudiantil (espaghettis con nosequé, como no), con un poco de tomate aun entre muela y muela, y una taza de café sobre la mesa, planeamos el día de la siguiente manera:
adokín: Que se hace hoy??
andiko liarla bien liada
adokín: hoy aquí no se hace nada, no sale nadie... está todiós recluído en casa preparando los exámenes
andiko: precisamente... :D
El siguiente paso, recordando aquellos tiempos quinceañeros, donde los pedos vespertinos eran el pan nuestro de cada día, decidimos comprar una garrafa de vino italiano de 5 litros, e irnos a una casa de estudiantes, que por supuesto yo no conocía de nada.
adokín: Esto... hola... qué tal... venimos a haceros una visita
italiano empanao, flipando en colores viendo la garrafa de 5 litros: estoo.... estaba estudiando...si si, pasare
En esto el tío se pone a estudiar... y nosotros allí con el puto vino dale que te pego, hablando de lo divino y lo humano...que si el madrí da asco que si este año no se comen nada... que si el barsa da pena y cada vez va peor...
Por supuesto el tío no fué capaz de estudiar más de 2 minutos seguidos con dos hijos de puta a su lao comiendole el tarro así que a lo tonto a lo tonto, entre los 3 nos soplamos los 5 litros de vino. Que si Inzaghi es un inútil pero que tiene la ostia de suerte... que si es el Julio Salinas italiano... que si vieri está acabao... en esto el tío, emocionao por semejante encuentro internacional futbolero, nos sacó unos licores italianos, una cosa parecida al orujo, de esos que al beber parece que te desgarran la garganta con un tenedor...
A modo de anécdota, decir que ese tío era un personaje de la ostia. El pavo como era bastante desafortunado físicamente, igual que sus compañeros de piso, lo que hacía era después de la época de exámenes, contrataba a dos putas marsellesas a medias con los otros dos colegas del piso, y allí entre los tres, las ponían de verano.
En fin... La tarde cayó entre futbol, política, mujeres, y sobre todo mucho alcohol, y no se muy bien por qué pero el caso es que de golpe y porrazo el adokín y yo nos vimos en la rue con un pedal del quince, y todo esto a las 8 de la tarde.
No se si fue el licor italiano de los cojones, o si satanás hizo acto de presencia en nuestros cuerpos, pero el caso es que el pedo que agarramos fue chunguísimo.
Los dos parecíamos gilipollas de 13 años que se acababan de emborrachar por primera vez y sólo se nos ocurrían maldades. Dando tumbos por la calle, ante la mirada de ciudadanos respetables que debían pensar (y con razón) que no éramos más que chusma, dieron nuestras narices con un BMW descapotable de la ostia.
Ji ji ji, ja ja ja... menudo hijoputa el tío este... el caso es que no se como ni por qué, el adokín saca su navajilla para cortar costo y le pega un tajo a la capota de tres pares de cojones ante mi atenta e insólita mirada.
En vez de pegarle una colleja y decirle lo bruto que es (saben, lo de adokín no es gratuito), lo único que se me ocurrió (en posesión de satanás, recuerden) fue hacerle una Z en la capota del susodicho cochazo.
Con el pedal y el mal instalados en el cuerpo, tomamos al asalto dos bicis (se lo crean o no en aquel apacible sitio algunas bicis no se atan con candado) y continuamos con nuestra andadura, que como comprobarán más tarde, no podía acabar de buena manera.
Llegamos a casa del Adokín para cenar otra vez pasta con nosequé, con una chispa de cojones, haciendo el mongolo, continuando nuestra maratón alcohólica, en este caso bebiendo unos cubatas de 100 gaiteros, y en esto que le digo... joder préstame a mi también una navajilla, no seas perra.
El HIJO DE PUTA me dió una mierda de mini-navaja semi-podrida que daba miedo sólo de verla.
El caso es que ya eran las 11 así que tras arreglarnos para la ocasión salimos a la calle ciegos como verdaderos deshechos sociales... completamente borrachos y con el cerebro vacío...
La calle parecía el puto desierto de gobi en agosto: NI UNA PUTA ALMA. Ni chochos, ni pollas, ni nada... todos los locales chapaos, y los que no estaban chapaos, completamente vacíos.
Tras instalarnos en la barra de uno de ellos, sólos como dos putos borráchos que éramos, bebiendo y contando historias, salimos a la calle llenos de ira juvenil contra una sociedad que no nos daba aquello que necesitábamos: chuminos y marcha.
El caso es que haciendo una vez más el mongolo, cagándonos en dios y al grito de MIERDA DE CIUDAAAAD, decidimos verificar la presión pneumática de un vehículo estacionado, es decir, le metimos una chorada a las ruedas con descojonamiento general. Parecíamos dos críos haciendo maldades... el caso es que tras introducir mi navaja en el neumático del coche, mi ira se iba calmando, y notaba que una sensación de bienestar se apoderaba de mi borracho cuerpo.
Con cada PSSSSPPSsssssss s s s de los neumáticos me iba sintiendo mejor, así que en una acción de caridad sin precedentes, dimos empleo a todos los talleres de neumáticos de la ciudad, dejando para los restos unas cuantas decenas de neumáticos.
Como dios existe (y ustedes lo saben), el que les habla, en aquellos momentos ciego de eufórica destrucción para calmar su ira contra una sociedad adormecida, recibió su justo merecido, siendo así que en una de las estocadas al traicionero neumático, la mini-navaja de los cojones se cerró completamente, con la pequeña particularidad de que en esos momentos mi dedo pulgar se encontraba en algún doloroso lugar entre el filo y el mango de la navaja.
Una descarga de dolor recorrió mi espina dorsal, a pesar del tremendo cebollazo (imagínense, pues, lo grave de la situación). La infame navaja cayó al suelo, y mi dedo pulgar fue a parar debajo de mi axila, que yo apretaba y apretaba al grito de MECAGOENDIOSSSSS
Mi borracho amigo adokín, como cualquier amigo, y como cualquier borracho, se puso bastante pesao:
"A ver q te vea eso, a ver, tío, qué pasó, a ver joder enseña eso ya, coño"
Para desgracia de mi estómago, el cual me dió un vuelco, lo que encontré al retirar mi pulgar de la axila fue mi dedo pulgar seccionado en dos, pasando mi mano derecha a tener, al menos técnicamente, seis dedos.
La uña había sido perfectamente seccionada, y la puta navaja se había abierto hueco hasta el mismísimo hueso, el cual, según palabras de mi amigo, se podía ver si se ponía un poco de atencíon.
Derrotado, con un sudor frío que me había hecho bajar el pedo casi de repente, me fui a casa, no sin protagonizar una estúpida discusión con mi amigo.
El muy HIJO DE PUTA, como todo borracho pesado, se empeñaba en llevarme a urgencias. El que les habla, con un picor interior en el dedo de la hostia, y la imagen de una rechoncha enfermera, apretando la lengua entre los dientes, con un alicate en la mano, retorciéndome la uña para quitarla, se negó en redondo en ir a ver cualquier matasanos, hasta el extremo que casi hay hostias con el dedo cortado y todo, al ponerse muy pesao el pesado de mi amigo.
Al llegar a casa del adokín, sólo pude ahogar mis dolores con más 100 gaiteros (agradecí a dios que hubiese quedado más de media botella), al tiempo que su amigo rociaba de todo tipo de mierdas la herida, léase agua oxigenada, betadine, agua... gracias al enorme cebollazo que tenía el dolor fue mínimo.
El dedo fue vendado, pero la infame borrachera no me quería dejar dormir (debían ser las 3 de la mañana, aún), así que lleno de odio, ira y energía por todo el cuerpo, le propuse salir a mi amigo una vez más.
Íbamos a dar un calmado paseo por la villa, cuando satanás puso en mi radio de visión un martillo que descansaba cerca de la puerta de entrada de la casa de mi amigo. Lo cogí. Salí a la calle gritando PUTA TODO YA HOMBREEEE me avalancé sobre un mercedes clase A, y le rompí tres lunas con el martillo.
Mi amigo me metió a empujones en el portal, me metió en la cocina, me quitó el martillo y me dijo: "vete a sobar, HIJO DE PUTA".
Como un niño regañado por su madre, me fui a dormir, pensando en lo gilipollas que había sido, la cantidad de subnormalidades que había hecho, lo poco moral de mis acciones... pero sobre todo...
LO MUCHO QUE ME HABÍA REÍDO Y LO BIEN QUE LO HABÍA PASADO
Desde aquel día, no he vuelto a probar un vino italiano en mi vida.
En el próximo capítulo:
"Yo y el adokín en una rave de tercera clase llena de alemanes: crónica de una muerte anunciada".
Ahora si son tan amables, mírenme atentamente a los ojos. Noten como mi mirada penetrante y mi rictus incorrupto hacen mella en su voluntad. Perciban cómo ustedes sienten una gran atracción por mi. Quieren que yo les ordene. Yo soy su amo. Mi tercer ojo les domina y ustedes desean que guíe sus vidas.
Ahora por fin lo he conseguido. Son ustedes mis perrillas.