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El quid del asunto está en decidir si cambiar o actuar de otro modo por el hecho de que es necesario
Slowhand rebuznó:No os entiendo...
Panete en el cielo rebuznó:Por lo pronto, no cometa el error de generalizar, que en este mismo hilo, y por supuesto en el subforo entero, no todos son como esos 'madelman' que nombra. Yo al menos no me considero superior a nadie. Dicho esto, decirle que es fácil de entender en realidad: Por mucho que se las consideren inferiores, se las desprecie y demás, al final todo se reduce en que las NECESITAMOS, de una forma o de otra, pero no podemos estar sin ellas.
Depende. Yo en el supermercado si veo a un tio o tia con un solo artículo le dejo pasar delante de mi. Eso es caballerosidad. Sin embargo, SI dejo a esa persona pasar delante mio porque pienso que a lo mejor me la voy a follar de esa forma, entonces hablamos de principios de pagafantismo.
Aqui tenemos el problema: No le sale del alma, ha sido adiestrado. A nadie le sale del alma poner a una persona como a un rey o reina siendo esa persona igual o peor que uno mismo y no habiendo hecho nada para alcanzar ese rol excepto tener unos pezones que pueden rallar cristales.
¿Es correcto llevarle el bolso a tu amiga, pesándote a ti lo mismo que a ella, estando a lo mejor tú más cansado que ella, solo porque es "caballeroso"? Ahí te dejo con la pregunta.
Panete en el cielo rebuznó:Por mucho que se las consideren inferiores, se las desprecie y demás, al final todo se reduce en que las NECESITAMOS, de una forma o de otra, pero no podemos estar sin ellas.
Panete en el cielo rebuznó:Sin embargo, hay algo más frustrante todavía, y dificil de digerir, si no se cuenta con la experiencia y la seguridad adecuadas: Le gustas, tienes su atención, hay un buen tira y afloja, un ‘tonteo’ pronunciado…Todo indica que ya está en el bote, solo hay que armarse de valor y lanzarse al ruedo.
Por fín, llega el día; tienes la seguridad de que hay una alta probabilidad de no fracasar en el intento; se lo sueltas todo y…Notas como un martillo de 10 toneladas impacta contra tu careto cuando le escuchas soltar, casi sin rubor, un ‘No’ como una catedral.
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