Pero ¿qué padres esperábais? Sois todos una panda de cuarentones crecidos en la España cañí. Demasiadas películas americanas habéis visto, gilipollas.
Mi padre no me dio un abrazo en su puta vida, no digamos un beso. Hostias las justas, como buen hombre ecuánime y civilizado.
Lo que un padre ha de inculcar a sus hijos son unos valores cívicos, una educación y un sentido del orden que os faltan a todos porque sois unos hijos de puta mimados a los que mamá y la modernidad mal entendida han convertido en auténticas maricas.
Si yo puedo cavar las rectísimas zanjas que cavo hoy en día es gracias a las incalculablemente valiosas enseñanzas que mi hierático viejo me transmitió a base de caricias en el lomo, gestos solemnes de aprobación o cara de repugnancia, según conviniese.