Como eres un manso y has sido humillado infinidad de veces hasta los límites externos de la humillación masculina, no te costará mucho conseguir quedar con alguna de las mujeres que te convirtieron en el deshecho humano que hoy eres. Siempre quieren más.
La puedes invitar a cenar con la excusa de que has pensado que su amistad es mucho mejor que el sexo, que ella tenía razón, que para hacérselo ver así, la vas a llevar a cenar por todo lo alto. Como amigos. En tu situación es facilísimo conseguir que ella acceda a quedar contigo y remacharte un poco más en el infierno moral que vives por su culpa. Ella, hija de puta, no podrá negarse a cenar en el mejor restaurante de Segovia y pasar la noche en el mejor hotel, en una habitación con dos camas, donde pueda jugar con tu tormento un poco más.
Obviamente, tu eres un hombre que ya ha decidido dar el último paso hacia la purificación, y todo esto es un engaño, un cebo que le tiendes, el manjar que tu sabes por propia experiencia que ella no puede rechazar. La realidad será otra, y esta vez tu serás quien dicte el devenir de los hechos. Ahora eres libre, y ella conocerá al HOMBRE.
No habrá cena, ni hotel. Bueno, no como ella lo espera. Habrás tenido tiempo y FORTALEZA MORAL suficientes para tenerlo todo preparado. Zulo, cadenas, cuchillos afilados, gatos hidráulicos, ácido de batería, alicates, enemas, picadora de carne, un embudo... ¿me sigues? ¿ME SIGUES? Fuego purificador. Actúas solo, no hay cómplices, nadie sabe nada, tienes preparada una coartada, has reservado una habitación de hotel a 200 kn del lugar donde realmente estás, has escapado por la ventana sin ser visto y has regresado justo antes del amanecer. Jamás saliste de esa habitación. Jamás descubrirán las latas de carne, y si lo hicieran, jamas podrían relacionarte con lo sucedido.
Hay un nuevo amanecer. Liberación. Realización. Sublimación. Eternidad.