No me acuerdo si lo he dicho alguna vez, pero a mí me gusta la manera directa que tienen de decir las cosas, ese "ir al grano" que hace que no se pierdan en largas charlas interminables que al final no van a ningún sitio.
A mi personalmente, salvo ciertas excepciones, me inspiran más confianza que mis compañeras de sexo. Casi nunca una confidencia hecha a un hombre ha salido a recorrer mundo, no así como las hechas a alguna supuesta amiga, que acabó siendo cantada por un pregonero incluso, de pueblo en pueblo. Y no pretendo con esto echar piedras sobre mi propio tejado, es que es lo que veo cada día.
Sigo confiando en ellos, y eso que alguno que otro me ha traicionado, engañado, mentido, pegado, ido con alguna amiga...(no el mismo, hombres distintos). Pero no por eso voy a decir que todos son así, amigos machos tengo y he tenido (sin atisbo de tensión sexual por ninguna de las dos partes) que me entienden, que cuando hablo están atentos a lo que digo y que dentro del conocimiento que Dios les dio, aconsejan sabiamente en la mayoría de los casos.
Lo que más me asusta de las relaciones es, más que el hecho de que me puedan ser infieles, que podría llegar a perdonar, el hecho de que se enamoren de otra persona, que encuentren en ella cosas que yo no tengo.
Me asusta el hecho de que el contacto físico cotidiano llegue a desaparecer, limitándose al contacto de la cópula. Que los tocamientos por debajo de la mesa, los besos de buenas noches y las miradas cómplices lleguen a sepultarse bajo la losa de la cotidianeidad.
Fracasé por la inseguridad, por el miedo a perderlos, que me hizo estar demasiado pendiente de ellos, y atosigarlos con pesadeces mil. Fracasé por celos infundados. Fracasé por ser aburrida. Por la distancia.
En realidad no son monstruos, al menos una parte de ellos.