Welcome to Saint Michael´s College.

Por cierto. Vistas desde del colegio.


No, no es la campiña inglesa, es algo totalmente distinto pero sin embargo impresionantes
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Al profe de literatura le toco la lotería contigo, no solo le dabas por culo con el tema Huescar, y le respondías con tus "lo de pueblo es mas y mejor", si no que encima le tiraste en lo alto un portón gótico de 200 kilos.

No te digo que no me hubiera descojonado escuchando al urbanita profe de literatura debajo de la puerta llorar como una perra, pero es que no se os puede sacar.
 
Última edición:
Me parece que en las cuevas no hay puertas, hay cortinas, de ahí la dificultad de nuestro héroe para sacarla de las bisagras; tuvo que recurrir al comodín del Manolo (siempre hay un manolo del que tirar )

K♂rma bronxtoleña por la nariz.
 
A ver cojones. Que yo llevaba allí tres días, era gallo en corral ajeno. Estaba callado como una puta.

Fue el profesor que era un hijo de puta, con su pinta de seminarista virgen, el que nos tiraba a muerte.
 
Bueno, bueno, hijos de puta. Continúo con mi historia con el día a día en el colegio, con lo que vendría a ser una semana normal en el colegio.

La rutina.

Sí hamijos, una vez desempacada (me ha quedao tan sudaca que me dan ganas de bailar bachata) mi Samsonite azul, ordenados los calzoncillos en la habitación de mi cutre casa, y con el uniforme lavado y planchado por la viuda con la que vivía (ya hablaremos de ella cuando toque el asunto de las host families o familias anfitrionas), tocaba prepararse para el día de colegio. Una paja, algo de lectura y a dormir a las once y poco. No había wifi de aquella.

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1998, amigos.

Despertador a las ocho menos diez, bajar downstairs con un rasca que pela y echar el orín. Café de mierda compuesto de agua caliente a la que previamente había que pasar por una jarra con filtro antical y calentado en la omnipresente kettle*, café chungo y un poco de leche o un sustituto mierder en polvo que atendía al nombre de Coffee mate.
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Inglaterra, ese concepto de la gastronomía. Me jij.

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*kettle: en lugar de hervir el agua tienen un aparato que es una resistencia que hace hervir el agua, y así se pueden hacer el té con más facilidad y metérselo por el culo en cómodos plazos.

Algo de pan con mermelada o galletas y a tirar millas, nunca mejor dicho. Me ponía el uniforme de emperador, pillaba el walkman y me dirigía a cuarenta metros a una parada de autobús en la que nos venía a recoger un minibús. Algo asín.

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Al colegio, sito a unos doce kilómetros de distancia por una carretera que trascurría entre granjas y colinas, se podia ir bien en el autobús grande o en algunos casos que no entiendo, como el mío, en un minibús blanco con el logo del colegio en verde.

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En mi parada subíamos unos cinco o seis mamelucos, vecinos y españoles todos. Le pasábamos una cinta de house al conductor, que era un afable jubileta que era un cruce entre Hemingway y el Santaclós de Coca-Cola.

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Nos dejaba poner música, fumar y nos daba charleta. Había sido militar en la segunda guerra mundial y llevaba una golondrina tatuada en la mano izquierda.

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No me acuerdo del nombre, pero sí que daba gusto que fuera él el que nos llevase. Iba rápido y así nos daba tiempo a echar otro cigarro al llegar al cole. A veces venía una vieja, la tía Mildred de los cojones, que era más lenta que el caballo del malo y que no nos dejaba fumar. Exasperante hasta límites más allá de lo razonable.

Después de recogernos, o bien esperar un momento si algún subnormal se había dormido y había que ir a toda hostia a tumbarle la puerta a golpes, íbamos hacia el colegio pasando a recoger a la japonesa, Mariko, de Yokohama, que vivía en una granja en medio de la nada. Maravilloso. Me pregunto cómo cojones no se moría de asco. Nosotros al menos, los del pueblo, podíamos salir a dar una vuelta por la civilización; o los de la residencia, ver a otros alumnos y alumnas y hacer el mongol por el colegio y su entorno por las noches.

Si alguno perdía el autobús tenía que llamar a un taxi y pagarlo de su bolsillo. Unas 25 libras a 270 pesetas la libra. No pedí ni uno en dos años para ir al colegio, aunque sí para otros menesteres en fin de semana, tema que tocaré más adelante.

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Veinte minutos más o menos en los que, al final nos sabíamos cada curva del recorrido. Especial mención a las serpenteantes carreteras de un solo carril con apartaderos frecuentes, muy comunes en Reino Unido. El conductor solía apartarse y dar luces para dejar pasar, aunque la mayoría de las veces le dejaban a él. Luego, hacía siempre un gesto de thanks. Civilización. En España, eso hubiese sido un duelo a muerte a ver quién se aparta antes. Como si lo viera. Jij

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Buenos rallies se podrían hacer por ahí, ahora que lo pienso.

Suaves campos separados por hileras de setos, vallas de madera o alambre de espino. Balas de paja redondas, vacas y alguna que otra autovía en la distancia. Robles, hierba alta, casas de ladrillo rojo desperdigadas en medio del campo y algún granero. Tractores, cielos limpios que se extendían hasta el infinito. Muchos días, el cielo estaba despejado. Otros, niebla o lluvia e introspección a través de los cristales, ajeno tras mis auriculares a los compis de trayecto.

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Nos jiñaban en la rotonda a la entrada del recinto, e íbamos al smoking area, que estaba en un extremo del colegio, y desde donde se dominaba el prado de abajo, la casa del profesor de turno que allí viviese en ese momento, y bosques y más bosques.
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Fumar estaba permitido los dos años que yo estuve y anteriores; y al año siguiente, por la mala cabeza de muchos, se jodió el chiringuito. Solo en el smoking area. Si te pillaban fuera, castigo directo del director: coger una bolsa de supermercado y en el descanso tras la comida, llenarlo con colillas. Material no faltaba.

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El caso es que hecha la ley, hecha la trampa. A veces, tras enseñarle la bolsa de colillas, las guardábamos bajo una caseta de herramientas, y luego añadíamos algunas frescas por encima. Se notaba bastante, pero colaba.

En las asambleas del viernes, de las que hablaré más tarde, solía decirnos su mitiquérrima frase: Smoking is a privilege. Si la gente seguía fumando fuera del smoking area, se prohibía fumar en todo el colegio durante un día o dos.

El caso es que el mono es el mono, y la gente seguía fumando. Bien en la planta baja, junto a la salida de cocinas, bien en el pórtico de la iglesia, junto al cementerio. Hay que decir que eso era out of bounds, oséase, fuera de tiesto. En horario escolar, ni a la Iglesia ni al cementerio. Como si no existiesen. Era un lugar precioso, oscuro y a la par, ajeno. Como si no existiera, salvo de atrezo. Bueno, uno de mis mejores hamijos se pinchó a una en el pórtico de la iglesia, entre vidrieras de santos y con vistas al cementerio.

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Master & commander.

Bueno, el rollo era ir a clase dos horas, y tener un break (descanso) de diez minutos. O fumar, o pillar golosinas en la tiendita, que era una habitación minúscula que sólo se abría en el break. Maltesers, Kit-kat, Twix, Lion y demás mierdas. O patatas fritas Walkers: de pollo, de gambas, de salt and vinegar, cheese and onions, y todos esos sabores tan al gusto de los piratas.

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También había máquina de café y de refrescos en la TV room. Una sala con televisor y sofás que no solía pisar porque la tele no tenía antena y prefería estar afuera fumando. Era más bien para ver pelis en inglés o para entretenimiento de los que vivían en la residencia, que podían ver pelis en VHS.

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Luego, otras dos horas de clase y a comer. Para acceder al comedor, había que dirigirse al edificio principal y hacer cola.

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Pasillo que comunicaba el comedor con oficinas y sala de televisión. a mis espaldas estaba el patio que era un claustro semicerrado. Foto de unos años después, cuando volví solo para ver el colegio y a los amiguetes que aún me quedaban por allí. Morriña obliga.

Se iba pasando y pillando bandeja y rancho, siempre aderezado de patatas fritas de cuando el Rey Arturo era aprendiz de caballero. El comedor estaba dispuesto a lo largo, con unas cuatro mesas dobles alargadas, con capacidad para muchos culos y otras dos mesas subiendo dos escalones.

Arcos ojivales que dejaban pasar la mortecina luz del mediodía, paredes de madera y banderas antiguas de Escocia, Inglaterra y tal.

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En las mesas había una ubicación tácita rollo talego. Director y profesores, bien por edad, rango o afinidad, pues abrevaban juntos siempre más cercanos a la puerta. Viendo quién y cómo entraba. El director corregía alguna conducta. Esa corbata, pájaro. No empujen. Bajen la voz. Peleas fuera. ¿De dónde viene a estas horas?

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Luego, pues de todo. Yo con los malosos. Arriba, al fondo. Comentando la jugada del día, los culos y las tetas. Cruce de insultos haciendo especial hincapié en los defectos físicos. Jij Miradas como quien no quiere la cosa. Ver y dejarse ver. A veces engullir. A veces, dejar la comida en el plato, bien por resaca, desgana o directamente, porque el menú del día daba asco. También se podía escaquear uno y no comer.

Para beber, agua y leche. El pan, blando como goma de mascar. A veces, especialmente los viernes, había buen menú. Salchichas, hamburguesas, o alguna mierda inglesa que se me ha olvidado ya. No siempre era mala. A veces, sumada al hambre, entraba de cojones.

Después de comer, a hacer el maleante, café y cigarro. A veces, un porro de hash para ir contento a inglés, a ver si sacábamos la letra del Tears in Heaven de Eric Clapton, caso de no quedarme gilipollas mirando a la profesora cerdita inglesa de turno o mirando las hojas secas flotando sobre las aguas estancadas de la piscina.

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No se engañen, la mayor parte del tiempo estaba con lluvia o niebla.

Dos horas, descanso y creo que alguna hora más y pa las cinco, pa casa. A veces, según el día de la semana, salíamos antes e íbamos al Blue Note, la cafetería que ponía café decente, lo cual es un jodido milagro en ese país.

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Y es que había una norma, que era que a las seis en casa y prohibido salir entre semana. Si te pillaban, o tenías pruebas de que podías estar fuera a esas horas, o marrón. En un pueblo pequeño, con profesores con coche, lo raro era que no te cazasen. Útil para estudiar y no meterse en líos. Además, como ya sabrán, en casi toda Europa, a las siete u ocho, cenando. Calles vacías como en The Omega Man.

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Si te pillaban bandarreando, el finde grounded. Oséase, castigado en casa sin salir, así como condenado a contestar a una llamada random desde el colegio para probar que no estabas haciendo el malandro por Leominster.

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Ducha, cena, deberes, un poco de BBC Two o Channel Four y al sobre. Mañana, será otro día.

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Y eso es todo por hoy, hamijitos. Mañana, tal vez las host families u otro aspecto a tratar.

Besos, y recuerden, stay out of trouble, kids.

Y ahora, otro tema que se podía escuchar in illo tempore en Radio One.

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To be continued.
 
Última edición:
Una observación: vamos hacia atrás en algunos aspectos.
Dejaban fumar a chavales de 17 años. Hoy en día eso estaría casi penado con cárcel.

Otra: La conductora del bus, la Mildred esa, me trajo a la mente de inmediato a esta:


K♂rma y ♪ alégrame el dia, torero ♫
 
Una observación: vamos hacia atrás en algunos aspectos.
Dejaban fumar a chavales de 17 años. Hoy en día eso estaría casi penado con cárcel.
Y en muchos colegios públicos de secundaria en España a día de hoy se fuma tranquilamente dentro del recinto, y a nadie parece importarle demasiado. Aunque viéndolo con perspectiva, la verdad es que lo lógico es que no dejasen fumar. Al año siguiente al irme yo, ya estaba prohibido como he dicho antes.
 
Bueno, bueno, hijos de puta. Continúo con mi historia con el día a día en el colegio, con lo que vendría a ser una semana normal en el colegio.

La rutina.

Sí hamijos, una vez desempacada (me ha quedao tan sudaca que me dan ganas de bailar bachata) mi Samsonite azul, ordenados los calzoncillos en la habitación de mi cutre casa, y con el uniforme lavado y planchado por la viuda con la que vivía (ya hablaremos de ella cuando toque el asunto de las host families o familias anfitrionas), tocaba prepararse para el día de colegio. Una paja, algo de lectura y a dormir a las once y poco. No había wifi de aquella.

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1998, amigos.

Despertador a las ocho menos diez, bajar downstairs con un rasca que pela y echar el orín. Café de mierda compuesto de agua caliente a la que previamente había que pasar por una jarra con filtro antical y calentado en la omnipresente kettle*, café chungo y un poco de leche o un sustituto mierder en polvo que atendía al nombre de Coffee mate.
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Inglaterra, ese concepto de la gastronomía. Me jij.

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*kettle: en lugar de hervir el agua tienen un aparato que es una resistencia que hace hervir el agua, y así se pueden hacer el té con más facilidad y metérselo por el culo en cómodos plazos.

Algo de pan con mermelada o galletas y a tirar millas, nunca mejor dicho. Me ponía el uniforme de emperador, pillaba el walkman y me dirigía a cuarenta metros a una parada de autobús en la que nos venía a recoger un minibús. Algo asín.

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Al colegio, sito a unos doce kilómetros de distancia por una carretera que trascurría entre granjas y colinas, se podia ir bien en el autobús grande o en algunos casos que no entiendo, como el mío, en un minibús blanco con el logo del colegio en verde.

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En mi parada subíamos unos cinco o seis mamelucos, vecinos y españoles todos. Le pasábamos una cinta de house al conductor, que era un afable jubileta que era un cruce entre Hemingway y el Santaclós de Coca-Cola.

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Nos dejaba poner música, fumar y nos daba charleta. Había sido militar en la segunda guerra mundial y llevaba una golondrina tatuada en la mano izquierda.

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No me acuerdo del nombre, pero sí que daba gusto que fuera él el que nos llevase. Iba rápido y así nos daba tiempo a echar otro cigarro al llegar al cole. A veces venía una vieja, la tía Mildred de los cojones, que era más lenta que el caballo del malo y que no nos dejaba fumar. Exasperante hasta límites más allá de lo razonable.

Después de recogernos, o bien esperar un momento si algún subnormal se había dormido y había que ir a toda hostia a tumbarle la puerta a golpes, íbamos hacia el colegio pasando a recoger a la japonesa, Mariko, de Yokohama, que vivía en una granja en medio de la nada. Maravilloso. Me pregunto cómo cojones no se moría de asco. Nosotros al menos, los del pueblo, podíamos salir a dar una vuelta por la civilización; o los de la residencia, ver a otros alumnos y alumnas y hacer el mongol por el colegio y su entorno por las noches.

Si alguno perdía el autobús tenía que llamar a un taxi y pagarlo de su bolsillo. Unas 25 libras a 270 pesetas la libra. No pedí ni uno en dos años para ir al colegio, aunque sí para otros menesteres en fin de semana, tema que tocaré más adelante.

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Veinte minutos más o menos en los que, al final nos sabíamos cada curva del recorrido. Especial mención a las serpenteantes carreteras de un solo carril con apartaderos frecuentes, muy comunes en Reino Unido. El conductor solía apartarse y dar luces para dejar pasar, aunque la mayoría de las veces le dejaban a él. Luego, hacía siempre un gesto de thanks. Civilización. En España, eso hubiese sido un duelo a muerte a ver quién se aparta antes. Como si lo viera. Jij

Narrow_road_to_Bagbury_-_geograph.org.uk_-_762752.jpg

Buenos rallies se podrían hacer por ahí, ahora que lo pienso.

Suaves campos separados por hileras de setos, vallas de madera o alambre de espino. Balas de paja redondas, vacas y alguna que otra autovía en la distancia. Robles, hierba alta, casas de ladrillo rojo desperdigadas en medio del campo y algún granero. Tractores, cielos limpios que se extendían hasta el infinito. Muchos días, el cielo estaba despejado. Otros, niebla o lluvia e introspección a través de los cristales, ajeno tras mis auriculares a los compis de trayecto.

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Nos jiñaban en la rotonda a la entrada del recinto, e íbamos al smoking area, que estaba en un extremo del colegio, y desde donde se dominaba el prado de abajo, la casa del profesor de turno que allí viviese en ese momento, y bosques y más bosques.
Ver el archivos adjunto 3871
Ver el archivos adjunto 3872
Ver el archivos adjunto 3873

Fumar estaba permitido los dos años que yo estuve y anteriores; y al año siguiente, por la mala cabeza de muchos, se jodió el chiringuito. Solo en el smoking area. Si te pillaban fuera, castigo directo del director: coger una bolsa de supermercado y en el descanso tras la comida, llenarlo con colillas. Material no faltaba.

Ver el archivos adjunto 3874
El caso es que hecha la ley, hecha la trampa. A veces, tras enseñarle la bolsa de colillas, las guardábamos bajo una caseta de herramientas, y luego añadíamos algunas frescas por encima. Se notaba bastante, pero colaba.

En las asambleas del viernes, de las que hablaré más tarde, solía decirnos su mitiquérrima frase: Smoking is a privilege. Si la gente seguía fumando fuera del smoking area, se prohibía fumar en todo el colegio durante un día o dos.

El caso es que el mono es el mono, y la gente seguía fumando. Bien en la planta baja, junto a la salida de cocinas, bien en el pórtico de la iglesia, junto al cementerio. Hay que decir que eso era out of bounds, oséase, fuera de tiesto. En horario escolar, ni a la Iglesia ni al cementerio. Como si no existiesen. Era un lugar precioso, oscuro y a la par, ajeno. Como si no existiera, salvo de atrezo. Bueno, uno de mis mejores hamijos se pinchó a una en el pórtico de la iglesia, entre vidrieras de santos y con vistas al cementerio.

East_Window_St_Mary%27s_Church_Tenbury_Wells_-_geograph.org.uk_-_1741127.jpg

Master & commander.

Bueno, el rollo era ir a clase dos horas, y tener un break (descanso) de diez minutos. O fumar, o pillar golosinas en la tiendita, que era una habitación minúscula que sólo se abría en el break. Maltesers, Kit-kat, Twix, Lion y demás mierdas. O patatas fritas Walkers: de pollo, de gambas, de salt and vinegar, cheese and onions, y todos esos sabores tan al gusto de los piratas.

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También había máquina de café y de refrescos en la TV room. Una sala con televisor y sofás que no solía pisar porque la tele no tenía antena y prefería estar afuera fumando. Era más bien para ver pelis en inglés o para entretenimiento de los que vivían en la residencia, que podían ver pelis en VHS.

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Luego, otras dos horas de clase y a comer. Para acceder al comedor, había que dirigirse al edificio principal y hacer cola.

Ver el archivos adjunto 3876
Pasillo que comunicaba el comedor con oficinas y sala de televisión. a mis espaldas estaba el patio que era un claustro semicerrado. Foto de unos años después, cuando volví solo para ver el colegio y a los amiguetes que aún me quedaban por allí. Morriña obliga.

Se iba pasando y pillando bandeja y rancho, siempre aderezado de patatas fritas de cuando el Rey Arturo era aprendiz de caballero. El comedor estaba dispuesto a lo largo, con unas cuatro mesas dobles alargadas, con capacidad para muchos culos y otras dos mesas subiendo dos escalones.

Arcos ojivales que dejaban pasar la mortecina luz del mediodía, paredes de madera y banderas antiguas de Escocia, Inglaterra y tal.

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En las mesas había una ubicación tácita rollo talego. Director y profesores, bien por edad, rango o afinidad, pues abrevaban juntos siempre más cercanos a la puerta. Viendo quién y cómo entraba. El director corregía alguna conducta. Esa corbata, pájaro. No empujen. Bajen la voz. Peleas fuera. ¿De dónde viene a estas horas?

breakfast+idea+3.jpg


Luego, pues de todo. Yo con los malosos. Arriba, al fondo. Comentando la jugada del día, los culos y las tetas. Cruce de insultos haciendo especial hincapié en los defectos físicos. Jij Miradas como quien no quiere la cosa. Ver y dejarse ver. A veces engullir. A veces, dejar la comida en el plato, bien por resaca, desgana o directamente, porque el menú del día daba asco. También se podía escaquear uno y no comer.

Para beber, agua y leche. El pan, blando como goma de mascar. A veces, especialmente los viernes, había buen menú. Salchichas, hamburguesas, o alguna mierda inglesa que se me ha olvidado ya. No siempre era mala. A veces, sumada al hambre, entraba de cojones.

Después de comer, a hacer el maleante, café y cigarro. A veces, un porro de hash para ir contento a inglés, a ver si sacábamos la letra del Tears in Heaven de Eric Clapton, caso de no quedarme gilipollas mirando a la profesora cerdita inglesa de turno o mirando las hojas secas flotando sobre las aguas estancadas de la piscina.

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No se engañen, la mayor parte del tiempo estaba con lluvia o niebla.

Dos horas, descanso y creo que alguna hora más y pa las cinco, pa casa. A veces, según el día de la semana, salíamos antes e íbamos al Blue Note, la cafetería que ponía café decente, lo cual es un jodido milagro en ese país.

Ver el archivos adjunto 3875


Y es que había una norma, que era que a las seis en casa y prohibido salir entre semana. Si te pillaban, o tenías pruebas de que podías estar fuera a esas horas, o marrón. En un pueblo pequeño, con profesores con coche, lo raro era que no te cazasen. Útil para estudiar y no meterse en líos. Además, como ya sabrán, en casi toda Europa, a las siete u ocho, cenando. Calles vacías como en The Omega Man.

Ver el archivos adjunto 3877 Si te pillaban bandarreando, el finde grounded. Oséase, castigado en casa sin salir, así como condenado a contestar a una llamada random desde el colegio para probar que no estabas haciendo el malandro por Leominster.

Ver el archivos adjunto 3878
Ducha, cena, deberes, un poco de BBC Two o Channel Four y al sobre. Mañana, será otro día.

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Y eso es todo por hoy, hamijitos. Mañana, tal vez las host families u otro aspecto a tratar.

Besos, y recuerden, stay out of trouble, kids.

Y ahora, otro tema que se podía escuchar in illo tempore en Radio One.

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To be continued.
Te daría el relevo, pero parece que estoy ensuciando tu hilo. Así que te dejo solo con el
 
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Entiendo que ese era ustec.

Ese era el chándal del colegio? Parece un gorrilla del parking de la Giralda.

El casio molón vuelve a estar de moda.
 
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Entiendo que ese era ustec.

Ese era el chándal del colegio? Parece un gorrilla del parking de la Giralda.

El casio molón vuelve a estar de moda.

Esa era mi ropa en la huniversidac. Lo mismo valía para irte de putas que para irte de putas.

El chándal del colegio molaba bastante y estaba hecho de un material que no sé qué cojones sería, pero molaba bastante. Gris y azul con una textura similar a la seda pero elástico y con el logo del colegio. Tenía bolsillos poco profundos y el dinero se caía fåcilmente*.
Si te caía un chinazo de porros, adeu.

El Casio vintage siempre fue para retrasados mentales. Siempre he llevado Casio contemporáneo de oro negro.

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Hijo de puta.


*Benito, don't go there.
 
Última edición:
Bueno, mientras Cimmnerio se da un descanso continuo yo con mi sexpe en el Ave Maria.

Empecé en septiembre sin ganas alguna. Que me sacaran de mi pueblo y me llevaran a la capi a dejarme alli como un bulto me toco los cojones, no se lo he perdonado a mis viejos aun y cualquier momento es bueno para tirarselo en cara a dia de hoy.

El caso es que alli estaba yo, rodeado de niñacos a los que no conocia y no tenia ninguna nada de hacerlo. Habia otros seis nuevos, era facil reconocernos, todos teniamos la misma cara de espantados y los ojos que se nos salian de la cuenca.

Rapidamente hice amistad con una de Diezma. Fuimos compañeros hasta el final de mis dias en el Ave Maria y a dia de hoy seguimos siendo amigos.

Pero vamos a lo que interesa. Habia un profesor de lengua que era un tocacojones. Tenia enfilados a los de los pueblos del norte de la provincia y nos trataba con un desden al que yo no estaba acostumbrado y me tocaba mucho los cojones. Se dirigia a nosotros con un desprecio impresionante y yo no tenia por que aguantar aquello. Mis padres no pagan un dinero para que me faltaran al respeto y yo nunca he sido de callarme

Asi que cuando se me paso el susto inicial y fui pillando confianza y soltandome comencé a contestarle. El me replicaba ignorandome, cosa que me tocaba los cojones mas todavia. Supongo que yo era un mocoso de mierda insignificante que no merecia ni ser contestado. Asi que opte por replicar metiendo los dedos.

Un dia en clase volvio a hacer un comentario despectivo hacia mi zona, esta vez con el tema de las cuevas. Vino a decir que solo los animales y la gente de la Hoya de Baza vivian en ellas. Y claro, alli entraba yo. Me miraron varios esperando una contestacion, y el profesor hizo una pausa a ver si yo decia algo. Acepté su invitacion y le dije que si es que le habian puesto los cuernos en algun pueblo de por alli y se habian follado a su novia en alguna cueva. Su cara me dijo que esta vez si habia tocado el nervio y no hueso. Me miro fijamente durante unos segundos mientras se le ponia la vena de cuello como la goma del butano. En eso comenzó a chillarme histerico como una locaza que saliera de su clase y que me iba a meter un parte, cosa que hizo el cabron. Me fuí con mi parte a entregarlo y el profesor de guardia quiso tirarme de una oreja, cosa que impedí. Que cojones iba a dejar yo que me castigaran como si tuviese seis años. Aquel dia llamé a mi padre y le dije lo que habia pasado. De primeras se mosqueó pero cuando le dije que solo recibia insultos por ser de pueblo y que me quiseron tirar de la oreja me dijo que no dejara que me pusieran la mano encima y que replicara como necesitara si se metian conmigo.

Pues aquello me dió alas y en la siguiente clase de lengua no me dejo entrar el profesor. Segun él, tenia que pedirle perdon por haberle faltado al respeto y despues a la clase por haberla interrumpido. Me quedé mirandolo desde la puerta, le sonrí y me fui a mi sitio. La clase estalló en risas y el se puso histerico otra vez mientras me chillaba que que pollas me habia pensado yo. Yo, muy tranquilo, me levante y le dije. Mi padre paga un dineral por que yo estudie aquí. Tu sueldo sale de lo que paga mi padre y los padres de los demas alumnos a los que tu tanto desprecias. Si quieres llamo a mi padre y le digo que paga para que insultes a su hijo, a ver que te parece que venga y te explique cuatro cosas. O que te parece que vengan los padres de todos a los que insultas y te lo expliquen. O mejor, que vayan a direccion y se lo expliquen cuando borren a sus hijos del colegio. Todo eso se lo dije temblandome la voz, le eche un ordago y me salio bien. Se puso de color pajizo y salió del aula sin decir nada. Estuvimos toda la clase sin profesor.

Al sonar la sirena y salir al recreo me trincancaron dos profesores y me llevaron a una sala. Alli me pegaron un repaso de cojones, despues vine uno que no conocia y que parecia el jefe de estudios o el director. Este me amenazo con la expulsion y me dijo que si en mi pueblo no respetaban a los profesores alli me iban a enseñar a hacerlo. Tengo que reconocer que me pusieron incomodo.



Pero no me importaba, me acababa de convertir en el lider de la manada. Al terminar el dia ya lo sabia todo el mundo y era mirado con recelo por otros machos alfas y temido por los betas.

Pero los profesores no me iban a dejar pasar una, y fueron a saco a por mi. No me daban la palabra en clase, los examenes y los trabajos me los corregían a la baja, me negaron la autorizacion para dos excursiones... Sabian los cabrones como bajarle los humos a un gallito. El profesor de lengua me guardó el aire un par de semanas, pero se vino arriba otra vez viendo el acoso organizado al que estaba al que me estaba viendo sometido. Así aguanté hasta navidades.

Al volver despues de reyes venia con los animos reforzados del pueblo y con el apoyo paterno. Comencé a replicar y tocar los cojones mas de la cuenta en matematicas, que la profe era muy amiga del cabrón de lengua. Y los dos fueron a por mi de manera descarada. Fuí expulsado de sus clases casi a diario y con partes de amonestacion. Estaba a uno de que me habrieran un expediente y me mandaran una semana de vacaciones a mi casa.

Y llego el dia. No se que cojones se me pasó por la cabeza, supongo que ya no podia mas y me pudo la presión. Entre clase y clase, esperando al de lengua me levanté y saque la puerta de las bisagras. Como yo no podia de ella, que eran una puerta maciza y grande de cojones, mi amigo Manolo de Diezma, mi fiel escudero, se levantó y vino corriendo a ayudarme al ver lo que estaba ideando. Una vez sacada la metimos dentro del marco como pudimos mientras nos reiamos como dos anormales y el resto de la clase miraba en silencio. La llegada del profesor se me hizo eterna. Manolo y yo nos mirabamos nerviosos. Alli donde miraba veia al resto de los compañeros mirandome, unos sonriendo, otros serios, y algunos con cara de extrañeza. Y de pronto ocurrio todo.

Se oyo chirriar la manivela, todos miramos a la puerta y vimos como se abria y caia sobre el suelo a plomo. Unos segundos de incertidumbre y pudimos ver que no llego al suelo, habia alguien debajo. Los gritos del profesor lo confirmaron. De pronto los gritos se mezclaron con lloros y chillidos de dolor. A mi se me encogió el estomago y se me escapo un pedo como un membrillo. Mi euforia de dos segundos pasó a acojone y miedo conforme oia al profesor llorar y lamentarse. En nada apareció un profesor y le quito la puerta de encima. Lo ví alli, tirado y llorando como una tia mientras se agarraba la muñeca y la mano le bailaba de un lado a otro. Por momentos me costaba hasta tragar saliva. El profesor que habia acudido le ayudo a levantarse y se lo llevó. Otra vez todas las miradas se posaron en mi, algunas sonrientes por que sabian la que me iba a caer encima, otras de admiracion. Pero yo tengo que reconocer que estaba acojonado. Pensaba en que mi viejo eso no lo iba a tolerar y que me iba a moler a palos.

Al cuarto de hora eterno, asomaron dos profesores con el jefe de estudios. Miraron el marco de la puerta, miraron la puerta, otra vez el marco, cuchicheaban, ponian los brazos en jarra. Y todo eso mientras el corazon a mi me latia a mil por hora. Entoces el jefe de estudos se dio la vuelta y grito que quien habia sacado la puerta de las bisagras. Rapidamente toda la clase se giro hacia mí. Algunos tuvieron hasta la desfachatez de señalarme y todo. No hizo falta decir nada mas. Vino hacia mi y me agarró de un brazo. Me sacó de clase y me llevo a una sala de una manera que casi no tocaba con la punta de los pies en el suelo. Allí estuve varias horas solo e incomunicado. Tuve que mear en una papelera que habia en una esquina por que veia que me meaba encima. Por momentos pensaba que se habian olvidado de mi, pero no.

Entró el jefe de estudios con la de matematicas y otros dos que no conocia. Me pusieron bonico mientras me daban novedades. La de matetematicas se cebó conmigo la muy puta. Me insultaron y todo, pero yo no estaba para replicar. El profesor tenia roto el escafoides, que yo no tenia ni puta idea de que era aquello. Ya habia llamado a mi padre que venia de camino y con él delante de pondrian la sanción. Me mandaron a mi habitacion y alli vi que eran las cuatro de la tarde. Habia estado horas alli encerrado y no tenia ni hambre.

A las siete asomó mi padre. Me llamaron y fui donde estaban. Los cabrones ya se lo habia dicho todo sin que yo estuviese delante para que no puediera defenderme o replicar. Dos veces me tuvo que decir mi padre que me pusiera a su lado. Yo habia guardado una distancia de seguridad por si acaso, pero no coló. Al ponerme a su lado me soplo un collejon, no muy fuerte, pero que me picó. Allí, frente a ellos, como un reo que espera su condena a galeras me encontraba, pudiendo apreciar la cara de satisfacción en sus rostros. Y entoces el jefe de estudios le dijo a mi padre mi condena. Expulsion del centro por ese curso y el que viene por reiteradas faltas muy graves, incluida la agresión a un profesor, algo unaudito hasta la fecha en ese colegio, cosa que no me creí. Por un momento fuí a replicar al escuchar eso de agresión, yo no lo habia agredido, le habia caido una puerta encima, pero cojones, eso no era una agresión. Pero no, opté por callarme por si acaso me llovia una hostia.

Le pusieron a mi padre los papeles delante y los firmó. Sin mas que decir ni hablar fuimos a salir de la sala y encoces mi padre dijo, y como y por qué se ha llegado a esta situacion??? Se hizo un silencio incomodo mientras ellos se miraban, pero nadie respondia. Tengo que volver a preguntar el por que mi hijo ha cometido esta barbaridad??? no me gustaria tener que preguntarlo por tercera vez. Pues su hijo es un maleducado, dijo entoces la de matematicas. A ti no te he preguntado, rubia, le he preguntado al que he expulsado a mi hijo del colegio. Tu ya se que le comes la pollas al que se ha roto el brazo. A ver si te crees que no estoy al corriente de como lo habeis puteado tu y el anormal ese. Yo a este lo voy a a poner en su sitio por lo de la puerta cuando lleguemos al pueblo, pero antes os voy a poner en vuestro a vosotros, y a ti la primera si vuelves a faltarme al respeto a mi hijo. Mi hijo tiene mas educacion que tu. Entoces miro al jefe de estudios y le dijo, tienes algo que decir antes que hable con la direccion. Por que este se va a la calle, pero me llevo a alguien conmigo. Pues no. No dijo nada.

Salimos de alli y fuimos a direccion, que estaban esperando a mi padre. Me quede fuera del despacho y al rato salió mi padre con un hombre mayor. Se estrecharon la mano muy amablemente, mientras veia como mi padre se metia la cartera en el bolsillo, y le dijo que tenia las puertas abiertas cuando quisiera. A mi me miró y me regañó amablemente dieciendome que asi no se podia ir por la vida.

Al llegar al coche me dio mi padre un hostión que flipe en colores mientras me chillaba que si era gilipollas, que como cojones habia estado para hacer esa tonteria de la puerta. Yo me monté mientas me pitaba el oido izquierdo y veia luces y estrellas por el ojo. Y todo eso con la calle llena de gente. Si es ahora...

Miedo me daba llegar a mi casa, me esperaba una soba buena pero al final no me tocó. Lo mejor de todo fue que me vine y no me hice ni el macuto. Me lo dejé todo alli y tuvo que volver renegando dos dias despues a por toda la ropa que me habia dejado.

Y al dia siguiente a la escuela de mi pueblo otra vez. Cinco meses duré en un internado

Sublime Curro, sublime.

:bravo:
 
Amena y enriquecedora, la historia del Sr. Cimmerio. Únicamente, si me permite indicar, no abuse del "más adelante contaré...", porque parece Rajoy resolviendo el problema catalán. Cuente, y será valorado.
 
Sin suicidios de compañeros, o tocamientos por parte del chofer del bus veterano de la guerra con flashbacks y gritos a compañeros caídos bajo el acero germano, o algo así como mas chicha por parte de la viuda, esto pierde fuerza.

@Cimmerio, queremos saber, queremos mas, que te moldeo para llegar a ser un engranaje indispensable del foro.

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Amena y enriquecedora, la historia del Sr. Cimmerio. Únicamente, si me permite indicar, no abuse del "más adelante contaré...", porque parece Rajoy resolviendo el problema catalán. Cuente, y será valorado.

Me congratula que le
enriquezca, pero por favor no se crea pero estoy haciendo como Rajoy y le estoy tratando como a un niño/ciudadano medio, que pide un helado/explicaciones, y Rajoy/su mamá le dice mañana, mañana.

Piense en un árbol y en sus ramas; en una carretera principal y en sus secundarias y pistas forestales; en una página web y en los hipervínculos y submenús... Si no recurriera al más adelante,l empezaría irme por las ramas y al final sería difícil volver atrás, puesto que la digresión podría tornarse inabarcable.

Sin suicidios de compañeros, o tocamientos por parte del chofer del bus veterano de la guerra con flashbacks y gritos a compañeros caídos bajo el acero germano, o algo así como mas chicha por parte de la viuda, esto pierde fuerza.

@Cimmerio, queremos saber, queremos mas, que te moldeo para llegar a ser un engranaje indispensable del foro.

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Tras el descanso que me he tomado, habrá una entrega a eso de las 19:30 de la tarde de hoy viernes, puesto que durante el fin de semana, también me será imposible escribir.

Hijo de puta.

All the best,

C

X X X O O O
 
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Como me meten prisa, como buenos hijos de los píxeles que son, me saltaré el orden lógico del relato y pasaré directamente a las host families.

De las host families.

Como ya dije en episodios anteriores, a los estudiantes los ubicaban en casas de familias anfitrionas siguiendo criterios de afinidad y conocimiento del idioma. Había familias pudientes que querían sacarse unos horocs, a la par que tener a sus hijos pequeños con estudiantes internacionales. Cosas del enriquecimiento cultural y eso. Como traerse niños sajaragüins, pero cobrando.

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Jelou, mai neim is Manolo, en ai cam fron Espein.

El alojamiento era siempre en habitación individual. De lavar y planchar se encargaban ellos, así como de proveer desayunos y cenas a diario, así como la comida en días no lectivos. Nota: Lo de desayuno, comida y cena es por decir algo. He visto menús de play-doh más apetecibles.

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Y ustedes dirán. ¡Pero qué hijo de puta más exagerao! ¡Cómo se apunta al "vamos a meternos con la comida del Reino Unido porque sí"!

Pues no. Verán. En mi casa, tomaba zumo de naranja natural exprimido por servidor o bien, un zumo de naranja a base de concentrado, pero zumo o algo que se le pareciera. La leche, que no era de marca, era leche. E iba al café que previamente se había preparado en la cafetera. Lo normal. Pues en Inglaterra, la leche era un sucedáneo en polvo y el zumo lo sustituían por una mierda llamada Ribena, que era un líquido concentrado de sabores varios, y que se añadía al agua. Según ellos, protegía los dientes de los niños. :face::face::face::face::face:
La alternativa sana al pseudozumo, el Sunny delight. :lol:

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Me da cáncer de colon solo de verlo.

A los cabrones con suerte que les tocase una familia medio normal, les tocaba una habitación decente con baño, acceso privado por la parte de atrás de la casa, así como bonitas vistas al jardín o a la calle.

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Los dados decidían si te tocaba una casa canija, cosas intermedias, casas de campo con todas las comodidades, pero en medio de la nada, o algo así.

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Casas espaciosas con grandes ventanales, madera noble en suelos, barandillas y paredes.

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Esto son casas y no las cajas de cerillas de 90 metros cuadrados en colmenas con paredes de Rizzla blue.

Pasillos enormes y muchas habitaciones que facilitaban incluso no saber si estaban los dueños por ahí o no, lo cual era cojonudo para recibir visitas, y fumar canutos con Golden Virginia (sí, lo sé) mientras caían latas de Strongbow sin que nadie diese porcul.

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Los más afortunados, hasta pinchaban cómodamente sin tener que chupar frío y humedad en cualquier oscuro parque lleno de bandarras y maleantes. Este tipo de casas solían ser de gente de clase media alta. Estuve en una en Londres que molaba bastante, y que por un finde, me hizo sentir como el pizpireto Macaulay Culkin en Solo en casa.

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Pinche pobresa.

Había una vida mejor ahí fuera, solo que no lo sabía. Jij

En mi caso, una casa mierder en un barrio mierder con una viuda cotilla como ella sola.

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Adjunto foto del frigorífico...

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...y de las vistas del escritorio

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de mi habitación, desde donde a partir de las once de la noche, tras cerrar los pubs, no era raro oír broncas a grito pelao hombre-hombre, mujer-hombre. Los tienen bien puestos las hijas de la Gran Bretaña.

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Si le tienen que atizar al novio o a la policía en pleno trance berserker, no se cortan. He conocido muheres hechas y derechas que han pasao por el calabozo por una noche loca. Aquí no he conocido un caso parecido.

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Había familias anfitrionas más receptivas a visitas de estudiantes, que te sacaban birra, patatas fritas y chocolatinas nada más entrar por la puerta, y en cuyas casas te podías quedar jugando a la play con el estudiante residente, o echándote unos cigars y unos vinos con ellos mientras te ponían el Catholic girls de Frank Zappa y te enseñaban proper English, oséase, inglés real, no académico, que al final resultaba bastante útil para la vida diaria.

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Sabe poco a negro. Necesita más negro.

Bueno, lo del moreno es una chanza. En la Inglaterra rural, alejada de las urbes multicultis, aún quedan pueblos con bastante población no alóctona.

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Parecía el Fable II.

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Había indios, algún turco y algún chino también, dedicados al restaurante indio, kêbåpçk® y restaurante chino respectivamente. Pero el grueso de la población, y del alumnado de la escuela local eran White British. A lo mejor ahora, veinte años después, la judería internacional ha conseguido marronizar lo poco de Uk que quedaba sin marronizar. Voy a ver...

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Menos mal. :trump:

Luego, había otras familias que no querían estudiantes ni en pintura, y te lo hacían saber con un cartel en la puerta/s de la casa que decía: Saint Michael's students not welcome. That includes you!

El caso es que si el estudiante que residía allí decía que para dentro, hubiese o no gente, pues para adentro. Creo que era más bien una medida disuasoria para que la gente no tocase las narices. Y es que al ser un pueblo, la costumbre tan ibérica de ir a casa de Manolito y Pepito y meterse hasta la cocina a ver qué se cuece, pues allí también se llevaba.

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Leominster church. En su entorno había un parque de hierba y un cementerio donde podías ir a echar unas cervezas, aunque de vez en cuando apareciese algún exlegionario y se acoplase a darte la chapa.

Alguna gallega bastante follable vivía con un pastor protestante, su mujer y los hijos. Luego, un colega vivía con un matrimonio de borrachos rollo Kevin Spencer, que si bien tenían una casa grande, la tenían llena de mierda y olía a perros mojados y caca de gato.

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Éstos seguro que se gastarían los oros del colegio en el bingo y en botellas de cuarto de litro de Captain Morgan. Nunca supe cuánto cobraban las familias anfitrionas por cada estudiante. :jew:

Un motivo de expulsión era tener sexo con los de la familia anfitriona y me consta que alguna vez ocurrió con alguna rusa y el padre de la familia anfitriona generando un buen Cristo en la casa de acogida, así como la expulsión inmediata del alumno sin reembolso del horo. Agún tovarich en Moscú debió de ponerse contentísimo.:lol:

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Черт!

Por otro lado, algún amigo imaginario salía de su habitación, le metía la polla en la boca a la hija veinteañera y ligera de cascos de su familia anfitriona, le echaba el grumo y se volvía a la cama y sin problemas. Los hay con suerte. :sadpepe:

Y bueno, cuando venía el buen tiempo había algunas familias que organizan barbacoas en el jardín de atrás y la verdad que hospitalarios son un rato los ingleses cuando se ponen a ello. Cervezas, música, canutos y alguna pastilla por qué no. Mientras tanto, vacilando a los críos pequeños que no se enteraban de la misa la media pero sabían que había jolgorio, y de vez en cuando se sacaban la chorra para demostrarnos sus habilidades como bufones.

Good old days. Lagrimica.

Y bueno, eso es todo por hoy.

Sean buenos.

C.

Minutos musicales.

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Parece que la sanas tradiciones anglosajonas de hipocresía, falsa hospitalidad, comida de mierda e hipersexualidad, se las llevaron alegremente los cuáqueros al Nuevo Mundo.
 
Parece que la sanas tradiciones anglosajonas de hipocresía, falsa hospitalidad, comida de mierda e hipersexualidad, se las llevaron alegremente los cuáqueros al Nuevo Mundo.
Soy simpatizante de los cuáqueros, y apruebo este post. Aunque los católicos y la hipocresía también van de la mano desde tiempo inmemorial. ¿O no?
 
@Cimmerio, ¿qué pasa, vas a continuar deleitándonos con este hilo o lo has abandonado? Mira que somos unos cuantos los que lo leemos. Si lo que te molesta es que no se comente es porque a lo mejor estos hilos se leen como novelas, donde uno tiene poco que decir, o está esperando a que pase algo para preguntar.

Por favor, sigue con esto.
 
@Cimmerio, ¿qué pasa, vas a continuar deleitándonos con este hilo o lo has abandonado? Mira que somos unos cuantos los que lo leemos. Si lo que te molesta es que no se comente es porque a lo mejor estos hilos se leen como novelas, donde uno tiene poco que decir, o está esperando a que pase algo para preguntar.

Por favor, sigue con esto.

Sí. Hay que terminar lo que uno empieza, no hacer un Torquemada. Esta tarde le doy otro empujón.

La vida, que me da dinero y me sorbe el tiempo. Y cuando me daba volquetes de tiempo, me escondía el dinero. Y mis coños se los habrá dado a otro. Probablemente, a algún afrocubano sabrosón profesor de surf. O peor aún, a algún argentino con más hambre que lecturas y más labia que monedas en el bolsillo.

Son las 2:04 minutos de la tarde. Estoy jiñando, y volveré.

Besos.
 
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Sí. Hay que terminar lo que uno empieza, no hacer un Torquemada. Esta tarde le doy otro empujón.

La vida, que me da dinero y me sorbe el tiempo. Y cuando me daba volquetes de tiempo, me escondía el dinero. Y mis coños se los habrá dado a otro. Probablemente, a algún afrocubano sabrosón profesor de surf. O peor aún, a algún argentino con más hambre que lecturas y más labia que monedas en el bolsillo.

Son las 2:04 minutos de la tarde. Estoy jiñando, y volveré.

Besos.

Aguante señor Cimero, a todos los hombres de bien nos conmueve sus nostalgias y melancolías, todo nuestro support.

Musica para que se inspire y ahonde entre sus fantasmas:

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Biiiiiien. Vamos a ver... ¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Ya me acuerdo.


Life in the Midlands. Part one.

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Aunque a algunos les cueste creerlo, Inglaterra no es Irlanda. Jij Asimismo, Inglaterra es algo más que Londres. Manda cojones que habiendo estudiado del 98 al 2000, y pasado dos veranos por las Hébridas Exteriores, donde Escocia se vuelve más vikinga que anglosajona, apenas haya estado en Londres de paso un par de veces. Para la mayoría de los mortales, la gran ciudac es su punto de entrada y toma de contacto con Anglocabronia, bien fregando platos, bien comprando trapitos en las tiendas más molonguis en las que uno pueda dejarse los dineros.

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Mis Hitlerjunge en tu pesho.

Ubicado en la más rutinaria de las rutinas del colegio y la host family, cagando a las horas on the clock, como gallina ponedora, la vida transcurría en aquella fría región que rezumaba norte por los cuatro costados: the Midlands.

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Tierra, por cierto, en la que Tolkien se inspiró para crear la Tierra Media. El primer aviso era el sol de septiembre, que a las seis se fugaba por el horizonte de tejados y chimeneas humeantes de aquel pueblo de rubicundas mozas y mozos recios que parecían no temer al frío.

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Las casas parecían estar bien hechas, de ladrillo. Bien aisladas y con amplios ventanales, que dejaban entrar la poca luz que la niebla o los cielos grises dejaban pasar. Cada casa, con su caldera alimentada por unas bombonas alargadas que normalmente se ubicaban en la parte de atrás de las casas, donde además, dejaban la basura para sacarla los días de recogida. No había contenedores, y había que andar al loro con the garbage man.

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Como iba diciendo, las casas tiraban de gas para calentar calderas y calefacciones, y su combustión dejaba en el aire un inconfundible e inolvidable olor en el aire, que se mezclaba con el olor a humedad y, según la callejuela, a curry o grasaza del fish and chips.

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Al hilo le falta mugre y broken dreams.

Los pueblos de los países del norte de Europa, a diferencia de los del sur, viven de puertas para adentro. La calle es caca. Hace frío, llueve. Desapacible siempre, salvo la breve tregua veraniega. No existe el concepto de plaza, ágora o foro que tenemos en Esñapa. Dicen que para un inglés, su casa es su castillo. Y es verdac. En las casas, está todo pensado para estar a gustito y no salir. El hygge ése del que tanto se ha hablado por aquí.

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Empezando por que todas las casas tienen una entrada, zona de transición de calzado. Dejar el barro y el agua atrás, botas sucias y toda la caca del mundo exterior, y ponerse cómodos para pisar sobre moqueta.

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La mayoría de las casas, tienen el suelo enmoquetado. Aquí es más común la madera o la baldosa, pero hamijos, bastante desgracia tienen con vivir en una isla plana azotada por todas las borrascas chungas del Atlántico sin oposición montañosa alguna, como para encima ponerles terrazo.

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Mucho té, mucho hot cocoa (no coco, sino chocolate), pastelitos, calefaccción y para comer, mucha comida al horno de gas, desde patatas y verduras a carne y pescado más o menos procesados.

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Y über alles, las Heinz Baked Beans, alubias en salsa de tomate que roza el cátsup por su contenido en azúcar, y que son la omnipresente guarnición, junto a las patatas fritas. El ketchup siempre sobre la mesa, como esas familias de gordacos de la Hamérica que votó a Trump hasta los cojones de listillos de universidades progresistas que no los tenían en su agenda. Cuanto más vivía en Inglaterra, aparte de por cuestiones idiomáticas, mejor entendía a los Yuesei, esa colonia que se les subió a la chepa y hasta ahora.

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Al salir de casa, digamos, a las cinco de la tarde de un jueves como hoy, poca hostia se podía hacer en el pueblo. Por ejemplo, ir a tomar un café decente al Blue Note, mezclándose con otros estudiantes y parroquianos habituales de ese oasis de jazz y bizcochos en el que fumar a gusto mientras sonaba una random de Gillespie o de Coltrane. Me hice hamijo de un viejuno himajinario que era como Elvis, pero en pobre y gordo. Oh, wait... El cabrón siempre se echaba un cigarro y te contaba movidas. Le molaba comprar de todo. Le endiñé un jersey de los Doors y unas Adidas que ya no quería. Pagaba en Sterling y todos contentos. Un día dejó de venir. Creo que por achaques de saluc. El frasco y el cígar. ¡Yo os maldigo!

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En el pueblo, repito, a eso de las cinco, también se podía aprovechar para hacer las últimas compras antes de que chapasen todo a las seis. Ir a la post office a recoger el esperado paquete con dos o tres cartones de tabaco y lonchas y lonchas de jamón y embutido español y algunas libras del Bank of England. No hay más patria que la lengua materna y el paladar, amics. Lagrimicas cuando uno estaba sin tabaco, pasta o jamón, y a un amigou le llegaba su paquete. Era un rollo talego, talego. Hoy por mí, mañana por tí, pero paga tus deudas.

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La oficina postal debe de ser ahora un pub. La cabeza del duque. Jij

Me gustaba ir al supermercado y pillar Coca-Cola a cojón de mico, y aprovechar para ver a las mozuelas de los colegios del pueblo, con sus pintas de inglesas marranas de Magaluf, pero vestidas de colegialas.

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Demasiado mayores.

Pasadas las seis, y cerradas las tiendas, poca hostia se podía hacer. Sólo estaban abiertos ciertos pubs, en los que los estudiantes no eran bienvenidos por varios motivos. Uno, BAN del director a todos los estudiantes entre semana después de las seis. Dos. Eran pubs para gente local. Hombres rudos de campo en un pueblo deprimido económicamente.

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Esos sitios eran la realidac, no el café de los bollos para los nenes de uniforme. No digo que fueran putos antros, pero había que saber cuando uno estaba fuera de lugar. Alguna tarde, pues iba con algunos hamijos saltándonos la prohibición de ir por el pueblo, y recalábamos en algún pub o en la casa de algún dealer para comprar hash. Hachís que pesaban no con báscula electrónica, sino con una balanza y un juego de pesas. Dafuq!

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A las casas de perdición, solían ir los colgaos, los stoners, los paguiteros y las guarrillas del pueblo.

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Alright mate? Have a fag?

Buen sitio para pillar costo y echar un porro antes de salir a la intemperie, con ráfagas de viento del demonio cargado de lluvia. Una vez obtenido el material y catado el género, tocaba bandarrear por los parques y barrios residenciales con una lata de medio litro de Carling en la mano y otra en el bolsillo.

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En los parques, mal iluminados de cojones por unas raquíticas farolas de luz naranja que apenas cubrían un círculo de tres metros de diámetro, se podía encontrar de todo. Un buen método era gritar Alright, mate? Y tirar palante. Si había un grupo con mocetillas, acoplarse y pasar el rato. Gente local de clase baja por lo general. Los niños bien a esas horas, supongo que estarían en la colina de las casas señoriales estudiando para ser los médicos y los havogadros del hoy, lejos de la chusma de los parques y casas de compraventa, carne de embarazos no deseados y welfare, de neveras vacías y de sueños y dientes rotos a los veintipocos.

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Con todo el malacatón de la mandanga y los ojos rojos como buenos hijos del ganja Babilon, una buena opción era ir a un fish and chips o a un kebapck para entrar en calor. Debo decir que un compi de colegio, en su segundo y tercer año, seguía con una tradición familiar, que era, al regresar a Madriz en Navidac, Semana Santa o fin de curso, pillar dos kebabs la noche antes de pillar el avión y meterlos en la maleta. En el 98 en Madric no sé si habría kebabs, pero como los de Inglaterra, lo dudo. Los había de tres tamaños, carne de cordero en un pan de pita de cojones, finísimo, con una salsa picante que era at your own risk, porque realmente picaba. Poca broma.

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Ojete como ojo de Saurón.

Otros días, optábamos por ir a la biblioteca del pueblo, a hacer los deberes y a echarles miraditas a las niñas de los colegios locales, diciéndoles que nos la chupasen o lindezas por el estilo. Era una biblioteca moderna, con suelos de moqueta azul turquesa, libros en estanterías no muy altas y ordenadores nuevos con el Windows 98 molón del momento. A veces, viendo las testas rubias y el ambiente, me daba la impresión otra vez más, de que estaba en Hamérica First. No sé cómo cojones explicarlo, pero hasta que no vaya a Yuesei, no me voy a quedar a gusto. Hablo de niños rubios correteando en Halloween, de las casas con front yard y back yard, de señoriales edificios neoclásicos, de calles residenciales en los que el otoño espolvoreaba sus hojas naranjas sobre los jardines cuidados con mimo y los charcos sobre el asfalto; de poner la tele y ver a los niños de los vecinos viendo Los Simpsons en inglés, o yo qué sé.

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El caso es que tenía la sensación de estar conociendo algo más que un mero país a tiro de misil de la Europa continental.


Y eso es todo por hoy, hijos de la monolínea.

To be continued.

Y ahora, minutos musicales de la hépoca.

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Toda esta ambientación es fantástica, desde luego, y tremendamente veraz. Me hace traer a la memoria los recuerdos de mi año y pico viviendo en Inglaterra y el casi año adicional viajando a menudo allí, también por las Midlands, Cheshire y el norte de Gales. El pueblo taciturno sin gracia con el par de local pubs como único punto de esparcimiento comunal, la parroquia de esos pubs, desde familias con los niños hasta borrachos de roja nariz, la moqueta a la que le han caído centeneres de pintas a lo largo de los años, las casas de ladrillo con escaleras -siempre empinadísimas- que suben a la planta de arriba, las cocinas con suelo de linóleo siempre y todas con su imprescindible kettle, con su conservatory dando al back yard, el coche aparcado en el driveway. El puto té de mierda. Los magníficos scones with cream, los adictivos crumpets bien untados de mantequilla, el repugnante y ultraazucarado Ribena sabor blackcurrant, los estupendos y ultrapringosos fish&chips. El cielo siempre gris, la lluvia siempre fina, el verdín en las aceras, en las piedras, en los ladrillos. Crewe, Walsall, Chester (Caer en galés), Wrexham (Wrecsam en galés), Wolverhampton... De vez en cuando algún pueblo pintoresco y de postal con alguna local brewery más moderna. No hay mucho que hacer en esos sitios, no.
 
Toda esta ambientación es fantástica, desde luego, y tremendamente veraz. Me hace traer a la memoria los recuerdos de mi año y pico viviendo en Inglaterra y el casi año adicional viajando a menudo allí, también por las Midlands, Cheshire y el norte de Gales. El pueblo taciturno sin gracia con el par de local pubs como único punto de esparcimiento comunal, la parroquia de esos pubs, desde familias con los niños hasta borrachos de roja nariz, la moqueta a la que le han caído centeneres de pintas a lo largo de los años, las casas de ladrillo con escaleras -siempre empinadísimas- que suben a la planta de arriba, las cocinas con suelo de linóleo siempre y todas con su imprescindible kettle, con su conservatory dando al back yard, el coche aparcado en el driveway. El puto té de mierda. Los magníficos scones with cream, los adictivos crumpets bien untados de mantequilla, el repugnante y ultraazucarado Ribena sabor blackcurrant, los estupendos y ultrapringosos fish&chips. El cielo siempre gris, la lluvia siempre fina, el verdín en las aceras, en las piedras, en los ladrillos. Crewe, Walsall, Chester (Caer en galés), Wrexham (Wrecsam en galés), Wolverhampton... De vez en cuando algún pueblo pintoresco y de postal con alguna local brewery más moderna. No hay mucho que hacer en esos sitios, no.

Emborracharse. ¿Te parece poco? :lol:

Vosotros si sabéis lo que es Inglaterra (Gran Bretaña) y lo poco que tiene que ver con Londres a todos los niveles. A ver si @Cimmerio empieza con las hostias con los chavs ya.
 
Me recuerda, además de porque lo menciona,, al año largo que tuve a bien gastar en el Nuevo Mundo allá por el 93. Las aventuras con los hijos de Joseph Smith y su mundo construido sobre armas y sexo, dan para bastante LOL y algunas enseñanzas. Si acaso más adelante, cuando termine su muy ameno relato.
 
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