Cimmerio
La Diva Caprichosa
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Antecedentes históricos.
Érase una vez un niño muy malo, muy malo, muy malo y muy yonki, muy yonki, muy yonki, que iba dando bandazos académicos y vitales a la tierna edad de 16.
Las opciones eran estudiar diversificación con funcis mercenarios de la enseñanza a los que había puteado los dos años anteriores o irme con mis hamijos working class a tomar por culo a la fábrica de pegamento, comprarme una vespino roja y tirar millas sin pensar en nada.
El caso es que un hamijo himajinario y su hermano habían ido a un colegio en Inglaterra y los habían reformado, puesto que eran dos bandarras/Vicentines de la vida y su viejo estaba pa pocas bromas, como el mío con esa encrucijada en la que me hallaba. A mis hamijos les enviaron porque que te toque el Sorteo del Niño, ayuda bastante a desembolsar los tres millones de pesetas de finales de los noventa que costaba la broma por año académico por churumbel.
Bueno, pues mis viejos hablaron con los de los bandarras y pedimos información a Madriz. Nos enviaron un folleto y concertamos una entrevista. Pa Madriz que me fui con mis padres y mi resaca de espiz. A mis viejos les gustó la moto que les vendieron, y me apuntaron.
Una vez apuntado, empezaban los gastosh. Había que ir a Soto de Viñuelas, provincia de Madric a pillar el uniforme, con varios jarsés, corbatas, pantalons, camisas, etc. Suma y sigue. (Más adelante, contaré quiénes eran los dueños del cotarro, que iba mucho más allá de un colegio o dos. Jiji. Jiji. Una pista: no tocan dinero en sábado. Jij)
Total, que te citan para septiembre en Madriz-Barajas y ya allí, ellos se encargan de recoger pimpines y mandarlos a brear a la Pérfida Almidón.
Todo lo que sabía de Inglaterra era que hacía mucho frío, que se hacía de noche a las cinco de la tarde y que conducían por la izquierda. Tenía una imagen del país similar a los vinilos chungos de las academias de inglés. Algo así.
La llegada. The arrival.
Al llegar unos 100 pimpines uniformados a London Heathrow, se pasa lista y al autobús. El director, llamémosle Mr. Dumbledore para preservar su identidac, se encargó personalmente de darnos la bienvenida y comandar la expedición hasta un pueblo en medio de la campiña de las Midlands, a pocos kilómetros de la frontera con Gales, llamado Leominster, Herefordshire. That´s where the story really begins.
To be continued. (Trabajo sesenta horas semanales y hoy es mi día libre. ¿Qué quieren, todo de golpe o qué? Hijos de puta desagradecidos. Os voy a matar a todos.)
Minutos musicales con música de la época.
Érase una vez un niño muy malo, muy malo, muy malo y muy yonki, muy yonki, muy yonki, que iba dando bandazos académicos y vitales a la tierna edad de 16.
Las opciones eran estudiar diversificación con funcis mercenarios de la enseñanza a los que había puteado los dos años anteriores o irme con mis hamijos working class a tomar por culo a la fábrica de pegamento, comprarme una vespino roja y tirar millas sin pensar en nada.
El caso es que un hamijo himajinario y su hermano habían ido a un colegio en Inglaterra y los habían reformado, puesto que eran dos bandarras/Vicentines de la vida y su viejo estaba pa pocas bromas, como el mío con esa encrucijada en la que me hallaba. A mis hamijos les enviaron porque que te toque el Sorteo del Niño, ayuda bastante a desembolsar los tres millones de pesetas de finales de los noventa que costaba la broma por año académico por churumbel.
Bueno, pues mis viejos hablaron con los de los bandarras y pedimos información a Madriz. Nos enviaron un folleto y concertamos una entrevista. Pa Madriz que me fui con mis padres y mi resaca de espiz. A mis viejos les gustó la moto que les vendieron, y me apuntaron.
Una vez apuntado, empezaban los gastosh. Había que ir a Soto de Viñuelas, provincia de Madric a pillar el uniforme, con varios jarsés, corbatas, pantalons, camisas, etc. Suma y sigue. (Más adelante, contaré quiénes eran los dueños del cotarro, que iba mucho más allá de un colegio o dos. Jiji. Jiji. Una pista: no tocan dinero en sábado. Jij)
Total, que te citan para septiembre en Madriz-Barajas y ya allí, ellos se encargan de recoger pimpines y mandarlos a brear a la Pérfida Almidón.
Todo lo que sabía de Inglaterra era que hacía mucho frío, que se hacía de noche a las cinco de la tarde y que conducían por la izquierda. Tenía una imagen del país similar a los vinilos chungos de las academias de inglés. Algo así.
La llegada. The arrival.
Al llegar unos 100 pimpines uniformados a London Heathrow, se pasa lista y al autobús. El director, llamémosle Mr. Dumbledore para preservar su identidac, se encargó personalmente de darnos la bienvenida y comandar la expedición hasta un pueblo en medio de la campiña de las Midlands, a pocos kilómetros de la frontera con Gales, llamado Leominster, Herefordshire. That´s where the story really begins.
To be continued. (Trabajo sesenta horas semanales y hoy es mi día libre. ¿Qué quieren, todo de golpe o qué? Hijos de puta desagradecidos. Os voy a matar a todos.)
Minutos musicales con música de la época.
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