Ella vive en libertad.
La verdad es que está envejeciendo bien, pero toda la música que huela a flamenquito y gitaneo me echa para atrás cosa mala.
Y eso que tolero a algunos, como mi adorado Antonio Flores,
pero en general, ese cante gitanil para mí es garantía de que hay que alejarse de esa persona si le gusta escucharlo.
Tengo una anécdota al respecto: una morenita preciosa, simpática, buena gente, a la que no me habría importado cepillarme, se casó a los veinticinco.
Pensé, justo cuando salían de iglesia: "joder, una pena, si no estuviera comprometida con el pavo ese con el que se casa igual habría podido corromperla un poco".
Entonces, inesperadamente, empezaron a sonar cantes gitaniles y flamenquiles y ella y el novio empezaron a bailar una especie de sevillanas, a taconear y todo.
En ese instante, ipso facto, pasó de ponerme palote a cogerle un asco indescriptible.
El tiempo me dio la razón: ahora está ajada, estropeada, agriada tanto de cuerpo como de carácter.
Y seguro que le sigue gustando esa mierda de "música"