Martes, 11:00 de la mañana, conocida cafetería del centro de la ciudad. Una camarera se acerca y tras los buenos días ataca con el clásico "qué van a tomar". Los clientes responden al saludo matutino y optan por el aún más tradicional, "cortado y tostadas con tomate y aceite". Todo normal hasta que se escucha "uy". Eso quiere decir problemas. "No puede ser porque se ha ido la luz y además, han venido los turistas del crucero y van y nos dejan sin pan". Es el fin del mundo, no hay pan, "qué podemos tomar", se escucha. "Tenemos montaditos" (que se hacen con pan), afirma la camarera. "Y... ¿zumo de naranja?", se pregunta con miedo. "Eso sí", afirma con rotundidad la dolida empleada. "Pues venga, zumo y montadito", se conforman los no turistas.
Este diálogo, que podría estar sacado perfectamente del inicio de un monólogo no es más que una conversación real. A priori, puede parecer una tontería, sin embargo, si se analiza un momento es la prueba perfecta de que en Ceuta para ciertos aspectos somos únicos. Como eso de la crisis, al final va a ser verdad que a los caballas no nos suena mucho por actitudes como ésta. Si un bar se queda sin pan a primera hora de la mañana en plena Gran Vía de Madrid sobran voluntarios, por su propio bien, para ir corriendo aunque sea al chino de la esquina para comprar y reponer. Actualmente, el asunto no está como para cruzarse de brazos y lamentar que unos turistas, esos por los que se lucha que vengan a la ciudad para que generen ingresos atípicos, han cometido la desfachatez de invertir su dinero en un desayuno. Lamentable.
***copiado de una web de actualidad ceutí, comienzo de un artículo de opinión sobre actitudes del ciudadano de esta ciudad pero aplicable a gran parte de España***