Mi segundo chile con carne (hace ya muchos años), me pilló con el teléfono de la cocina en la mano (puta mierda que quité ese mismo día), y hablando con mi padre sobre temas de herencias familiares, etc. Mientras charlaba animosamente, en la olla que tengo para tal efecto, una grande de 6L, mientras se iba cocinando todo, ya sólo haciendo el chup-chup del dolor, fui probando para rectificar la sal, y sin darme cuenta, fui echando si prestar mucha antención, cuando colgué el teléfono probé el resultado, y parecía que estaba bebiendo del Mar Muerto. Ni corto ni perezoso apliqué el remedio que me enseñó mi abuela cuando era joven (yo, no ella), y que no es otro que echar patatas para que éstas absorban el exceso de sal. Herví hasta media cocción las patatas en otra cazuela, y las eché troceadas al chile, dado el sabor a sal, eché más o menos 1 kg de patatas, así que a la olla en cuestión le quedaban poco más de dos dedos para rebosar (cuando hago chile, lo hago para mí, para mi mejor peor y único amigo, y para varios tuppers que acaban en el congelador, siendo éstos consumidos durante los meses siguientes. el caso es que después de la cocción completa de las patatas dentro del chile, probé el mejunje y se había consumido bastante sal, pero no toda, así que vuelta a empezar, retiro las patatas con cuidado, vuelvo a semi cocer otras y a incluirlas en el plato principal, así hasta 4 veces lo hice, con lo que acabé con una fuente de patatas incomibles, y con una olla de chile de 5kg a la que acabé echándole azúcar como mal menor, pero aquello empeoró la situación todavía más.
Resultado final:
4kg de patatas a tomar por culo
5kg de chile con carne con sabor a tiramisú-flandehuevo-chantilly-mermeladadealubias-cerdoagridulce.
Empecé, como siempre, a hacer mi plato favorito como a las 9:30 de la mañana, y a cerca de las 10 de la noche estaba tirando los últimos restos del chile por el wc. Nunca mais. Esa misma noche quité el teléfono de la cocina (broncón de la mujer, pero que se joda) y juré que jamás hablaría con nadie estando en la cocina. Desde entonces, cuando cocino, me encierro en mi reino de sartenes y cucharas y me dedico sólo a beber cerveza y a probar lo que cocino.
Y ya.