Cocina ¡Al rico helado!

De los polos antiguos, el summun era el friburón, canallas.

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Los mejores helados de España son los de los italianos de la Gran Vía. De Granada, naturalmente. Y si no que se lo pregunten a nuestro presidente.
 
Yo recordaba que era verano de pequeño cuando veía instalados los quioscos de helados. Esos minúsculos habitáculos con una familia entera metida en aquel zulo, haciéndose en su propio jugo. Ni Ortega Lara vivió los meses secuestrado en tan penosas condiciones.

En aquel entonces parece que sorteaban estos puestos entre lo más desdichado del pueblo. Lo más granado y las mentes más preclaras acababan allí haciendo más horas que un reloj.

Su eficiencia era legendaria. Metidos 16 horas allí, y no eran capaces de tener mínimamente ordenados los arcones y era habitual que lo que más vendían, siempre estaba en el fondo del congelador. Eso cuando tú madre te enviaba a por un corte de nata, te lo endiñaban junto con un hielaco, que dejaba al iceberg que hundió el Titanic en una broma

También vendían chicles, tabaco suelto, y en algunas ocasiones bocadillos de chorizo hechos por la maruja, una idea cojonuderrima a 40 grados en julio

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Pero esto que has puesto es una maravilla de la ingenería.

Cuando yo era un crio en mi pueblo había uno de Cami, era de metal y estaba en mitad de la plaza. Todo el día al solano, y cuando te acercabas los domingos por la tarde a comprarte algo no te podías acercar o apoyarte en el mostrador por que se te quemaba la piel y se quedaba allí pegada
 
De los polos antiguos, el summun era el friburón, canallas.

Coño, el archiconocido Frigurón. La heladera aprovechando el tirón en el cine de la popular película “Tiburón” de Spielberg, sacó un producto en hielo azul con la forma del elasmobranquio cinematográfico. La empresa no dudó en cargárselo años después, destrozando las ilusiones de muchos jovenzuelos literalmente enganchados al atractivo sabor del polo. Era sólo el principio: Después le pasó al “Nifti” -o algo así- aquel fantasma de vainilla y chocolate con forma de guitarra y palo de chicle, y al Drácula, el mordisco hecho helado (el cuñao versión gélida).
 
El Nifty ese he tenido que tirar de google para recordarlo y sigo sin acordarme, el que estaba bueno de cojones era el Negrito de Frigo, aunque ese sobrepasaba el presupuesto que tenia por la época de 25-50 pesetas :lol:

Alguien tiene alguna heladera en su casa ?
 
Cabrones, con el recuerdo de los kioskos me estáis haciendo envejecer. Siempre fui de la opinión de que un hombre es joven mientras conserve intactos algunos emblemas de la juventud. Cuantos más símbolos juveniles y más recuerdos de la infancia convivan cotidianamente con él, más tarde llegará el infausto momento, no sólo de ser viejo, sino también de sentirse mayor.

Yo ya había recibido algunos avisos de poca envergadura, pero la desaparición del kiosko del pueblo fue la puntilla final de una larga etapa de la vida consagrada en cuerpo y alma y sin regatear ni un solo segundo ni una sola gota de sudor a la exclusiva tarea de pasarlo bien. Porque alrededor de aquellos cuatro metros cuadrados tapados con un tejadillo de zinc proliferaron siempre, como flores que se dan en un jardín, centenares de envoltorios de helados, pandillas de chiquillos y dolores de diafragma de tanto reír.

Recuerdo una tarde que me encontré con un amigo que hoy no es nada más que un hombre normal, pero que por aquel entonces pudo haber hecho de la simpatía una profesión. Nos dirigimos al kiosko con el paso resuelto de los 12? años. Con la moneda en la mano y el gesto de la mayor seriedad mi amigo se dirigió al kioskero diciendo: -¿Me da un Camy-Dientes, por favor? La respuesta del gerente quizá no fue muy ingeniosa, pero gozó de mayor universalidad: -Vete a tomar por el culo.

Hace muchos años que no veo a mi amigo, y ya ni lo echo de menos desde que sé que es un hombre normal. Hace tiempo también que perdí la costumbre de sembrar el suelo con envoltorios de helado; casi tanto como de sentarme en las escaleras del parque. Y ahora tampoco tengo el kiosko como acicate para agitar en la memoria los buenos momentos. Se lo llevó el tsunami de la modernidad arrasando todas las carcajadas y casi todos los recuerdos, porque aun hay uno pegado en los adentros de mi memoria como el arroz quemado en el fondo de la tartera: Los cinco o diez segundos que mediaron entre la pregunta y la respuesta, con el kioskero acariciándose la barbilla y escrutando el cartel de los helados para ver si podía atender aquella educada solicitud.
 
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Cabrones, con el recuerdo de los kioskos me estáis haciendo envejecer. Siempre fui de la opinión de que un hombre es joven mientras conserve intactos algunos emblemas de la juventud. Cuantos más símbolos juveniles y más recuerdos de la infancia convivan cotidianamente con él, más tarde llegará el infausto momento, no sólo de ser viejo, sino también de sentirse mayor.

Yo ya había recibido algunos avisos de poca envergadura, pero la desaparición del kiosko del pueblo fue la puntilla final de una larga etapa de la vida consagrada en cuerpo y alma y sin regatear ni un solo segundo ni una sola gota de sudor a la exclusiva tarea de pasarlo bien. Porque alrededor de aquellos cuatro metros cuadrados tapados con un tejadillo de zinc proliferaron siempre, como flores que se dan en un jardín, centenares de envoltorios de helados, pandillas de chiquillos y dolores de diafragma de tanto reír.

Recuerdo una tarde que me encontré con un amigo que hoy no es nada más que un hombre normal, pero que por aquel entonces pudo haber hecho de la simpatía una profesión. Nos dirigimos al kiosko con el paso resuelto de los 12? años. Con la moneda en la mano y el gesto de la mayor seriedad mi amigo se dirigió al kioskero diciendo: -¿Me da un Camy-Dientes, por favor? La respuesta del gerente quizá no fue muy ingeniosa, pero gozó de mayor universalidad: -Vete a tomar por el culo.

Hace muchos años que no veo a mi amigo, y ya ni lo echo de menos desde que sé que es un hombre normal. Hace tiempo también que perdí la costumbre de sembrar el suelo con envoltorios de helado; casi tanto como de sentarme en las escaleras del parque. Y ahora tampoco tengo el kiosko como acicate para agitar en la memoria los buenos momentos. Se lo llevó el tsunami de la modernidad arrasando todas las carcajadas y casi todos los recuerdos, porque aun hay uno pegado en los adentros de mi memoria como el arroz quemado en el fondo de la tartera: Los cinco o diez segundos que mediaron entre la pregunta y la respuesta, con el kioskero acariciándose la barbilla y escrutando el cartel de los helados para ver si podía atender aquella educada solicitud.
Si tienes razón, y un hombre es joven mientras conserve los emblemas de la juventud, tú me haces joven a mí.
Me gustaba leerte hace doce años y me gusta leerte ahora.
Tus post me saben siempre a helado de limón, ácidos y refrescantes.
 
Bonito a la par que triste relato hamijo,el tiempo vuela :lol:
 
Era sólo el principio: Después le pasó al “Nifti” -o algo así- aquel fantasma de vainilla y chocolate con forma de guitarra y palo de chicle, y al Drácula, el mordisco hecho helado (el cuñao versión gélida).

Ya hemos hablado de esos, y hasta posteado fotos. Menos escribir y más leer.

A ver a quién se le ocurre un helado (no de hielo) más refrescante que el de yogur natural con fresas naturales, que he estado degustando yo esta tarde:
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He decidido que me lo voy a hacer en casa, y a ser posible de kefir de cabra sin azúcar:
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Si hay algún heladero en el foro, que traiga la receta, pl0x.
 
Qué se supone que es la furgoneta? Un flas de tres colores? Un castillo de Lego sin montar?

PD: Ah vale que son las salidas del aire y la maquinaria lo que hay arriba
 
Yo era muy fan de las granizadas, pero ya no recuerdo la última vez que tomé una.
 
Los kioskos esos de plástico eran súper fáciles de robar, las ventanas tenían unos pasadores y la puerta cerradura sin embargo en el techo sólo había un mísero candado que con dos llaves fijas se rompía. Grandes atracones de helados y demás mierda pillabamos todos los veranos y además nos salían gratis.

Como soy un gordo cabron y toma mi familia es diabética casi no como helados, la última vez que comí helados de forma regular fue en Dubai, al lado del apartamento había un badulaque que estaba abierto las 24 horas y antes de irnos a dormir mi amiga y yo nos pillabamos unas tarrinas de haagen hag, cada uno se pillaba un sabor y hasta que no se acaban no nos íbamos a dormir.

Enviado desde mi Enigma de 15 rotores.
 
Los kioskos esos de plástico eran súper fáciles de robar, las ventanas tenían unos pasadores y la puerta cerradura sin embargo en el techo sólo había un mísero candado que con dos llaves fijas se rompía. Grandes atracones de helados y demás mierda pillabamos todos los veranos y además nos salían gratis.

Como soy un gordo cabron y toma mi familia es diabética casi no como helados, la última vez que comí helados de forma regular fue en Dubai, al lado del apartamento había un badulaque que estaba abierto las 24 horas y antes de irnos a dormir mi amiga y yo nos pillabamos unas tarrinas de haagen hag, cada uno se pillaba un sabor y hasta que no se acaban no nos íbamos a dormir.

Enviado desde mi Enigma de 15 rotores.
Pero cuenta lo importante hijo de puta. Follasteis luego??
 
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gordas hablando de helados
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